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Podridos de violencia (II)

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Marian Castro

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Hablaba la semana pasada de violencia, inseguridad e impunidad en México y horas después del pasado lunes apareció asesinado el sexto periodista -Javier Valdez- de este 2017, una cifra trágica y alarmante. Los periodistas somos non gratos en tanto, en cuanto somos gente comprometida con contar las injusticias y las atrocidades que padece a sociedad en un estado tomado por el poder del narcotráfico. Este era el caso de Valdez, quien su columna semana tenía un título que daba idea de lo que crecía en Sinaloa, Malayerba...

La profesión de periodista es molesta para los que no quieren que se sepa la verdad, y la muerte de Valdez ha puesto de nuevo el foco en la impunidad con la que los compañeros son secuestrados y asesinados en todo el país. A los tres días de esta triste noticia, se denunciaba la desaparición de otro cronista de un diario de Sinaloa. Suma y sigue en un país podrido de violencia y sin respuestas por parte del Presidente de la República quien se llena la boca con discursos de condolencia pero se muestra incapaz de tomar medidas eficaces para frenar esta sangría. De hecho, la solidaridad de todo el gremio se manifestó al día siguiente cuando se hizo una huelga informativa y las portadas de la prensa política y comprometida quedaron en blanco para dar le señal de alarma. Se han unido los corresponsales internacionales, quienes tampoco se libran de las amenazas constantes por realizar su labor, informar de lo que se vive día a día en México. ¿Y qué se vive?

Volvemos a los datos del lunes pasado: el segundo país más violento del mundo. Y en el dudoso podium de honor de mayor cantidad de periodistas y reporteros desaparecidos, junto a otros que sí están en guerra declarada como Siria, Irak o Afganistán. La sociedad mexicana no está dispuesta a callar que esto es un ambiente bélico, las preguntas deben tener respuesta, y la justicia debe cumplir su cometido sin temer a las armas o las amenazas de quienes gobiernan por encima de los políticos electos. Esto es putrefacto, por eso hay que defender a todo aquel periodista que recibe una sola amenaza, porque ya es duro que un ciudadano lo padezca, pero al menos que exista siempre una voz que lo cuente, sin que la callen a balazos. Esto es el México de hoy, podrido de violencia, y no es un México digno de heredar a nuestros hijos. Por eso es que hay que alzar la voz, y defender siempre la libertad de prensa, la única voz del pueblo.

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