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El que inventó el Cola-Cao con grumos

Marian Castro

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Cuando estás En Tierra Extraña extrañas muchas cosas... Bueno, muchas personas, tu familia, tu gente, momentos como esas “cañitas” a la caída de la tarde en la Ribera o en la Corredera. Pero muchas cosas que allí no tienes, productos gastronómicos, de limpieza... Es común entre todos los españoles expatriados que conozco echar de menos un buen paquete de pipas... Sí, para tardes como la del sábado mientras ves un trascendental partido de fútbol, no lo acompañas de una Cruzcampo porque no hay, pero te vale cualquier otra cerveza mexicana por sabor suave que tenga. Bueno, en mi caso, también extrañas los kikos -esos granos de maíz tostados y sazonados que se deshacen en la boca...- y no voy a dar m

arcas, que ya bastante publicidad he hecho. Llevas la mitad de maleta de vuelta atesorando media docena de paquetes de frutos secos. Un momento añade también a todos esos nostálgicos del Cola-Cao con grupitos que cargan con bolsas de casi 2 kilos en otro rincón del baúl para nutrirse ellos y a sus hijos durante los siguientes meses hasta el retorno vacacional. La exportación de productos españoles no ha entendido todavía que no es lo mismo ese Cola-Cao "Turbo" que el clásico que hace grumos. ¡No, no es lo mismo...!

Así que suma y sigue con los kilos de peso en tu equipaje... Porque muchas que tenemos la suerte de ser mujeres añadimos otra serie de productos cosméticos como cremas bronceadores y bloqueadores solares, compresas (que en México se llaman “toallas femeninas” y se pueden ustedes imaginar el calibre del producto...), medicamentos varios y otros productos de farmacia. Ahhh, vamos a ir terminando con un par de botellas de quita grasa milagroso para ropa y, -¿por qué no?- una botella de vino albariño o de la ginebra de color rosa de moda entre la juventud...

¿Total? ¡Unos kilos más no se van a notar hasta que la señorita del mostrador de Iberia te haga pagar un riñón en el check-in y te acuerdes de todo el inventario de productos que echas de menos en tu país de residencia. La nostalgia pesa, y mucho...

Espera, no eches la cremallera aún, que se te olvida el encargo que te hizo tu vecina la del cuarto y el de la amiga de tu amigo que una vez visitó España y todavía se acuerda que hay un colirio de ojos que es mano de santo para humedecer las córneas en los feos días de contaminación en la Ciudad de México. Una vez terminada la lista de encargos varios, echas un vistazo al hueco restante para ropa y tus otras cosas y lamentas una vez más que no exista el teletransporte...

¡Maldita sea la nostalgia y el que inventó el Cola-cao con grumos! 

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