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Vida Después de los Niños

María Isabel Martínez

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Se me viene a la cabeza esa etapa de la crianza de mis hijos en la que una (y por ende, su correspondiente contrario) debe hacer un paréntesis en su vida social para dedicarse en cuerpo y alma a la agenda social de sus vástagos -que por otra parte es mucho más extensa y ajetreada que la tuya- y pierdes el contacto con el mundo real, como mínimo por una década. Y cuando pasado este tiempo vuelves a salir a la calle, vas como las abuelas cuando vienen del pueblo a la capital, con la boca abierta y los ojos bien abiertos tras comprobar que hay vida exterior.

Tus salidas en esta etapa se limitan a ponerte la gorra de choferesa y llevar a los niños a sus correspondientes fiestas de cumpleaños, que como le han salido a su puñetera madre…¡¡pues no se perdían una!!! Y había días en que coincidían sendos niños con sendos cumpleaños y ahí tenías que hacer gala de ese don de la ubicuidad -que traemos las madres de serie- para llegar dentro de plazo tanto a dejar los paquetes, como a la hora de recogerlos, para no parecer una malamadre o lo que es peor, una desorganizadamadre (porque el resto de las madres por supuesto lo son, organizadas, digo) …..y entre medias, en esa hora que te quedaba libre….te ibas al Carrefour a llenar el maletero de galletas, leche y cervezas para la  after hours party  con el estupendo (tras sucumbir los churumbeles en brazos de Morfeo),  porque lo de las cervezas fuera de casa ya…como que no.

Miedito me doy al decir esto, pero casi que lo prefería -lo del Carrefour, me explico- porque la otra opción era quedarte en el cumpleaños con las madres de los otros monstruos a departir batallitas sobre los mismos y a concursar a ver quién sacaba mejores notas y era mejor hijo, y como los míos siempre suspendían y eran desobedientes y muchas cosas más, todas negativas (cariños míos, ya habéis cambiado y mamá está orgullosa de vosotros…lo digo por si me leen, que los tengo agregados al Facebook) pues me aburría sobremanera este tipo de conversaciones, y acababa con dolor de mandíbulas de fingir sonrisas… sin duda prefería las ofertas 3x2 del Carrefour. Y además, era eso en ese único momento libre, o aguantar el amotinamiento de tu frigorífico reclamando vida dentro.

Siguiendo con el tema -que da para mucho- antes de llegar al susodicho cumpleaños lógicamente había hacer las tareas y comprar el correspondiente regalito al “ojomeneado” y como yo siempre iba como las motos, en muchas me he visto debiendo el regalito y diciéndole al pobre niño que el lunes te lo lleva Juan al cole cariño, que con las prisas se nos ha olvidado en casa. ¡Mentira cochina, que no lo has comprado ni sabes cuándo lo vas a conseguir…!  Así es que con el tiempo aprendí  -por pura estrategia de prevención y supervivencia-  que cuando de pasada me topaba con el chollazo del siglo, es decir,  algún regalo aparente en calidad y precio, y por supuesto unisex….. compraba diez o doce, todos repes y halaaaa los iba largando. Espero que mis hijos no lean esto (tampoco) pero confieso sin remordimiento alguno que también he regalado los presentes que recibían ellos en sus cumples. Éstos eran confiscados rauda y estratégicamente conforme los recibían -antes de darles tiempo a contabilizarlos como regalos- porque tenían ya demasiados juguetes para dejar por medio y  en prevención de este tipo de contingencias (no sin antes exprimir a mi exigua memoria para recordar quién le regaló esto mi enano/a  y realizar un croquis mental de dónde los suelto, no sea que repitamos.… ) ¡¡¡qué estrés, madre mía!!!

Otro punto importante referido a tu inexistente agenda social es la posibilidad o mejor dicho, la imposibilidad de ir al cine a ver películas de mayores. Recuerdo que cuando mis amigos me preguntaban si había visto los últimos estrenos de cartelera, yo siempre contestaba: negativo, ahora sólo veo películas de Disney, estoy en modo crianza, pero pregúntame por la que quieras de éstas…¡¡que te las clavo, cantadas y escenificadas!!... Y lo peor es que flipaba con ellas. Recuerdo verme con mis hijos en la película de Mulan a carcajada limpia y llorando como una bellaca de la risa, flipando en colores con las salidas del lagarto (perdón, dragón)….Tanto es así, que al terminar la película, el señor que tenía al lado me preguntó si yo había llevado a los niños al cine o los niños me habían llevado a mí…ups.

Y hablando de Disney,  venir de Málaga en el Fiat Uno (cuando se tardaban cuatro horas con sus correspondientes 240 minutos) cantando la discografía entera de La Sirenita en modo bucle porque si no lo hacías,  te enfrentabas al infierno de los llantos, o lo que es peor, los mareos y vómitos. Y llegar a casa afónica perdida…. mareada y con ganas de vomitar de llevar el cuello torcido de hacerle monerías a los angelitos para que no se te dispersen….¡¡ durante cuatro incesantes horas!! Las nuevas generaciones de padres/madres lo tenéis bastante más relajado esto de viajar (entre los DVDs portátiles y las tabletas colgantes) pero creedme, eso era real como la vida misma y hasta tenía su gracia.

Menos mal que mis niños ya se mueven solos, van y vienen solos a los cumples (donde pone cumples léase fiestas en discotecas, para ser más exactos), incluso compran solitos sus regalos (no obstante los sigues costeando tú por supuesto, y han subido considerablemente de presupuesto)  ¡¡uff menudo descanso!! casi que lo prefiero -lo de pagar los regalos- lo otro lo sigo llevando mal.

Ahora los sábados me voy al cine con mi estupendo o con mi mayor (que también ha salido cinéfila, como su madre)  y por fin estoy casi al día de los estrenos de cartelera. Sí, al cine… porque soy de esa especie rara de nostálgicos que prefiere el cartuchazo de palomitas y la coca cola light (of course)…..y  luego culminar la sesión de cine con una relaxing cup of vino tinto der güeno con el padre de mis hijos ……ahgggg….¡¡esto sí es vida!!

Vida después de los niños…..

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