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Bienvenidos a Isengard

Carlos Puentes

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Aquellos que se reconozcan del multiverso friky, sabrán a ciencia cierta que uno de los momentos cumbres del frikismo mundial es cuando Saruman, el mago blanco del Señor de los Anillos, manda ventilarse el Bosque de Isengard en pos del desarrollo, una sutil metáfora con la que Tolkien denunciaba el absurdo desarrollista de su tiempo en pos de un malentendido progreso. Pues bien, como el ser humano es imbécil por naturaleza, tiende a repetir aquellas barbaridades del pasado que subrayaron los pasajes más oscuros de su Historia, encaminándose cada vez más concienzudamente a un nuevo alzamiento de la extrema derecha en buena parte de Europa. Más localmente, lejos aún de que la laca con que la señoronada de derechas endurece sus cascos de guerra, alcance cotas lo suficientemente nocivas como para volver a extinguir a la mitad de sus vecinos, asistimos a una vuelta al brutalismo ambiental de los años de la picota.

Puede comprobarse estos días el pasmo, la indignación y el aspaviento de toda la comunidad ambientalista cordobesa que inunda la red, a razón de la salvajada que la Consejería de Medio Ambiente anda estos días ejecutando en las 21 hectáreas de Monumento Natural de los Sotos de la Albolafia que tiene bajo su tutela y protección. El plan, a priori decente y con la aprobación de la Plataforma Por Un Río Vivo, se ha saltado las más elementales cotas de buena praxis que venían recogidas en el proyecto en cuestión. El resultado puede comprobarse con especial entusiasmo, durante las primeras horas de la mañana, cuando las columnas de fuego controlado alcanzan su máximo esplendor.

La actuación, necesaria, ha sobrepasado las líneas rojas acordadas desde un punto de vista puramente ecológico, para saltar al terreno de lo meramente estético. Se ha eliminado una extensa masa arbórea de especies autóctonas, que servían de elemento esencial para la salvaguarda de los elementos característicos del entorno. Traigo a colación el artículo 26 del decreto que regula los Monumentos Naturales en Andalucía:

Artículo 26 Prohibiciones

De acuerdo con el art. 12 de la Ley 2/1989, queda prohibido todo acto de menoscabo, deterioro o desfiguración de los Monumentos Naturales. Su vulneración supondrá la aplicación del régimen sancionador en materia de espacios naturales protegidos.

Del mismo, podría, quien quiera, establecer las oportunas acciones legales para convertir la indignación en sana acción judicial, que sitúe donde corresponda al responsable primero de la mala gestión del espacio. No seré yo, desde luego. No seré yo porque donde mi indignación recae es en la acción lenta y progresiva de una creciente opinión pública, y el silencio cómplice de quienes han ido callando, ante el insulto continuo de quien ha ido asociando vegetación con suciedad, de quien ha enmierdado el debate en torno al río con estúpidas visiones políticas sobre las puramente racionales.

Es el triunfo, una vez más, de la sinrazón y la estupidez consentida sobre el más mínimo sentido común. Ni una sola voz, ni una sola, se alzó como fuerza opositora desde la Universidad u otra entidad socialmente aceptada (y pagada) ante el avance imparable de esa visión del río que ha acabado imponiéndose y justificando la desmesura de una intervención que debía ser otra cosa. Con un apoyo fundamental, desde los altavoces mediáticos, que vuelven a mostrar sus vergüenzas con el interesado silencio al que sometieron a sus espectadores con uno de los mayores desastres naturales que se recuerden, que vuelven a dividir el mundo bajo la miserable línea del que tiene y el que no tiene. 10.000 vidas perdidas, anunciadas ante la magnitud del tifón Haiyán, que no valían lo que una vida del Primer Mundo.

Otro Isengard, otro escenario de devastación, que hubiésemos conocido y anticipado de haber ocurrido en Florida. El que posiblemente haya sido el ciclón tropical más mortífero de la historia reciente, no fue noticia hasta bien pasada la noticia. Un triste registro que debería avergonzar las juntas directivas de quienes esos días no vieron la importancia del evento por la inconmensurable evidencia de no ocurrir donde verdaderamente importa.

Quieran que los fríos de este próximo fin de semana hielen la sangre de quienes deciden, de quienes hacen fomento de la estupidez, de lo banal, de lo injusto.

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