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Siempre es verano...

Carlos Puentes

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Tengo un notición, una exclusiva con la que periódicos e informativos deberían abrir sus portadas, el verano será verano y hará calor, como leen, y es que ya lo dice el sabio proverbio chanante que reza “siempre es verano... con el pepino en la mano”.

La perogrullada anterior tiene su sentido al comprobar la incesante marea de noticias, muchas de ellas burdamente copiadas, sobre la aparente ausencia de verano este año que toca, y que ha llenado las redes sociales de afirmaciones categóricas donde simplemente debería haber sana curiosidad. Lo sangrante del asunto, para estos que nos dedicamos de una u otra forma al análisis meteorológico, cobra su importancia por nuestra incansable labor en llamar a las cosas por su nombre. Digo, una afirmación que escucharán con insultante repetición por nuestra parte es la de que pronósticos meteorológicos a más de 3 días vista no son pronósticos, son tendencias meteorológicas, que aquello que pase la semana, es ciencia-ficción (cada vez menos ficción), y lo que sobrepasa los 14 días simple y mera magufería.

Existen no obstante análisis predictivos a largo plazo, de carácter mensual, que aportan estudios probabilísticos sobre las posibles anomalías que pudieran producirse en el año en curso por comparación con la media estadística, y que casi todo meteorólogo con cierta sensibilidad se tiende a tomar a guasa. Luego están las cabañuelas que como ya sabrán suponen un entretenido divertimento para que extraños fenómenos sociopáticos como un servidor nos descojonemos de la risa. Pero nunca, nunca, nunca, ni un sólo análisis predictivo se atreverá a decir burradas del calibre de las que se están leyendo estos días en diferentes medios de información.

La historia es como sigue, el pasado domingo, el diario gallego La Voz de Galicia se hacía eco de una predicción publicada en la página meteorológica francesa La Chaine Météo, donde un tanto irresponsablemente se atrevía a publicar un artículo bajo el titular “2013, ¿un año sin verano?”. El análisis de Météo, como tantos otros estacionales, carece de la más mínima certidumbre en cuanto los pronósticos a largo plazo, aún hoy, siguen siendo pantanosas aventuras matemáticas, que impiden integrar las variables en la pequeña escala, muchas veces vitales para la gran dinámica atmosférica. Sea como fuere, el artículo habla, en todo caso, de anomalías térmicas que estarían, en el escenario más extremo, para una diferencia termométrica de -3ºC para el entorno de nuestras latitudes. Eso, en valores medios, efectivamente es mucho decir, pero no lo suficiente como para aventurar la no existencia de la estación estival.

El artículo, que no debería haber pasado de mera curiosidad meteorológica, dentro de los otros muchos estudios de anomalías estacionales que existen y que hablan de absoluta normalidad veraniega, cobra especial relevancia cuando el diario gallego antes mencionado, en un exquisito trabajo de sensacionalismo periodístico, se cobra un excelente gazpacho pseudo-científico donde por la muy científica labor de mezclar churras con merinas, difunde muy veladamente la idea de un muy probable verano que no será verano.

Esa afirmación, aunque velada, es una tocada de huevos monumental para cuantos confiamos en el buen proceder divulgativo, que al margen de tratar al receptor con la cortesía que se merece (cosa que no hago), respeta escrupulosamente la certeza de la afirmación que traslada. No olviden los medios de comunicación que son intermediarios vitales en la transferencia del conocimiento, y que de ellos depende que la comunidad siga dos caminos de opuesta trayectoria, el primero, el camino de la racionalidad y el criterio fundado, y el segundo, el del embrutecimiento, la superstición y la superchería. De la elección de uno u otro dependerá lo que se conoce como responsabilidad social. No es nuevo, en nuestro entorno, al menos en el mío, la presencia de numerosos medios que con el razonable argumento de la indigestión publicitaria, prostituyen sus páginas de supercherías infundadas, vitales para el comportamiento futuro de la comunidad de la que en último término viven. No sé si me siguen.

Volviendo al tema, la posible presencia de anomalías térmicas y de precipitación no implica per se la ausencia estacional, que quede claro, y por supuesto no son motivo ni causa de la no aparición de la regular presencia, mucho más en nuestras calles, del insufrible infierno en que tiende a convertirse nuestra ciudad muriendo ya junio, y que dependerán, única y exclusivamente, tal y como acostumbra a hacer, de la dinámica atmosférica imperante dependiente del Anticiclón de las Azores. Estas anomalías, de darse, harán del verano un paseo ligeramente más habitable para quienes caímos en desgracia de pasar la infernal experiencia veraniega de Córdoba, pero nada más. El verano seguirá siendo verano, se nos seguirá pegando el culo al sillón de escay las calurosas noches de julio y agosto, seguiremos bajando la persiana pasando las 10 de la mañana para evitar que la flama trastoque nuestros hogareños planes de dormir maratonianas siestas con el runrún del aire acondicionado marchando a todo trapo y volveremos a cagarnos en aquellos que dijeron que este verano, no sería verano.

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