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Veranillo

Carlos Puentes

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¿Cómo lo llevan? Su poquita de calor, ¿verdad? No se me asusten ni se me lleven las manos a la cabeza, que el otoño, está ahí, ahí al caer, ¿no lo huelen? La verdad es que hemos pasado unos diitas de los que dan ganas de abrazar así como con mucho entusiasmo a San Lorenzo, pasarlo después por la parrilla unas tres o cuatro veces hasta que se quede bien hecho, envolverlo en papel de regalo, meterle una guindilla por el ojal, plantarle un sello en la mejilla y enviarlo de vuelta a los infiernos de donde nunca debió haber salido... Ya me tomo la pastilla, ya.

El Veranillo de San Miguel, ya lo conocen, ahí, con mayúscula y todo, que el tío tiene hasta entidad propia por aquello de que nos visita infatigablemente todos los octubres. ¿El motivo? Pues si nadie me corrige, al menos este año, se llama Oscar. O lo que quedó de él, que ya a estas alturas, lo que llegase a ser la decimoquinta depresión tropical según el NHC, anda más disipada que la perspectiva de crecimiento del Gobierno de la Nación. Les cuento. Hará como cosa de una semana se nos forma una tormenta tropical al oeste del archipiélago de Cabo Verde (eso está un poquito más al sur de las Canarias, unos 1.500 kilómetros concretamente), cuya trayectoria, por cosas de la dinámica atmosférica, hace que quede “reabsorbida” por una potente borrasca atlántica que durante esos días andurreaba por allí, la misma borrasca que tuvo a bien acabar definitivamente con la que ha sido la cuarta depresión tropical atlántica más longeva desde que se tienen registros, sí amigos, nuestra querida Nadine.

Oscar, o sus restos más bien, unidos a esa profunda borrasca atlántica, debido a una cosa que se llama efecto Coriolis, ha ido provocando que nos afectasen vientos de componente sur, acercándonos de nuevo nuestra conocida masa de aire cálido sahariano, lo que en meteorología se conoce como “cresta sahariana centrada”, y en meteofriquez como “dorsal infernal de los cojones”. Esto es, sures a cascoporro y altas presiones, consecuencia, ambiente veraniego que ha acabado por destrozar el registro de temperatura media más alta para un mes de octubre en cincuenta años, ayer concretamente, con unos nada desdeñables 25'6ºC, y la novena máxima más alta para este mismo mes desde 1959, con 34'4ºC (Fuente: Miguel Moya).

Alegría, ¿verdad? Pero no se preocupen que todo llega a su fin, y ya hoy mismo las cosas deberían empezar a cambiar, la dorsal bajará de latitud hasta cotas más “normales” para la época del año, lo que permitirá que nos afecten presiones más bajas que unido a la alta humedad relativa que se nos ha ido acumulando (¿no notan el olor del río así como espeso?) originará tormentas débiles y dispersas por toda la Península. En nuestro particular caso sureño, entre últimas horas de hoy y el viernes nos podría afectar alguna que otra tormenta, o no, eso ya es cuestión de seguimiento meteorológico. Lo que sí es seguro es el descenso brusco y generalizado de las temperaturas, hasta valores más propios de la época, así a ojo, máximas en torno a los 20 grados y mínimas acercándose a los 10. Y atentos al próximo lunes que podría llegar el frío nivel “ve poniendo la enagüilla”, pero esos pronósticos, si me siguen, mejor en las distancias cortas.

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