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COMPAÑEROS: Guardemos en nuestros corazones la memoria del amigo que acabamos de enterrar. Era un hombre fuerte con alma de niño… Pudo alcanzar la gloria de un artista, de un gran artista, y prefirió la gloria de un ser humano. Pudo asombrar a los demás, y prefirió ayudarlos… Entre nosotros, llenos de odios, él sólo tuvo cariños; entre nosotros, desalentados, él sólo tuvo esperanzas. Tenía la serenidad de los que han nacido para afrontar las grandes tempestades. Fue un gran corazón, noble y leal…; fue un rebelde, porque quiso ser un justo. Conservemos todos en la memoria el recuerdo del amigo que acabamos de enterrar… y nada más. Ahora, compañeros, volvamos a nuestras casas a seguir trabajando. (Aurora Roja)