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Que nadie pida la paz en nombre de ningún dios

Antonio Manuel Rodríguez

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Aristóteles se equivocó tres veces. La primera cuando extirpó la sensibilidad de la filosofía. Su pensamiento regresó a Europa a través de una interpretación tendenciosa de las traducciones de Ibn Rush (Averrores) durante el primer renacimiento europeo en Al Andalus, permitiendo el segundo renacimiento en Italia y la ilustración francesa. El remake aristotélico alcanzó su cénit en el apotegma “pienso, luego existo”. Descartes nos engañó a todos. El monopolio excluyente de la razón nos aboca al utilitarismo, al maquinismo, a la sinrazón del sin vivir. Las dos guerras mundiales se declararon en nombre del racionalismo sin sentimientos. El ejemplo más abominable de bestialización del ser humano fue justificado sin reservas en nombre de la razón por músicos, filósofos y escritores de la época. Por eso yo “pienso y siento, luego existo”.

Aristóteles se equivocó por segunda vez cuando dijo que en el término medio está la virtud. No. La mitad es el barbecho de los mediocres. Y de los injustos. Quien se coloca entre el asesino y la víctima, justificando en parte al primero para culpar en parte al segundo, no es independiente ni neutral: es un cobarde. Su tercer error fue el más grave. Aristóteles decía que el hombre solitario es una bestia o un dios. Rousseau apostó por la bestia. Hernrik Ibsen, por el dios. Y yo afirmo que el hombre solitario es bestia y dios.

Un hombre solitario atropelló a un adolescente causándole la muerte. Según el atestado policial conducía bajo los efectos del alcohol y a más velocidad que la permitida. El juez archivó la causa porque el imputado no llegó a alcanzar los límites delictivos marcados por la ley. Tres años después, el hombre solitario apeló al racionalismo legal, a la frialdad de las normas, para exigir una indemnización a los padres del fallecido por los daños que sufrió su vehículo. Decía considerarse una segunda víctima. No comprende la queja de los padres: “han perdido a su hijo para siempre pero los daños a mi audi siguen sin pagar”. A cualquiera con un átomo de sensibilidad le provocaría náuseas su discurso. Incluso al fiscal que informó del caso al Juez. Pero la ley, la máxima expresión del racionalismo, carece de sentimientos. Y el fiscal y el juez se deben a la ley, no a sus corazones. Espero que tampoco busquen el término medio porque no hallarán virtud sino mierda. Se convertirán en hombres solitarios. Tan bestias y dioses como él.

Un hombre solitario es quien se aferra a su dios para convertirse en bestia. Quien en nombre de su dios niega al ser humano que siente o piensa diferente. Quien invoca a su dios para pedir la paz a los suyos mientras asesina a los otros. Los hombres solitarios necesitan del “otro” al que temer y odiar porque no se arrodillan como ellos, no hablan como ellos, no piensan como ellos... El otro siempre está equivocado. Por eso hay que exterminarlo. Y cuando acaben con estos otros, buscarán a nuevos otros que amparen racionalmente su existencia en soledad.

Netanhayu es una bestia solitaria que se cree dios y que lo invoca para asesinar a cuatro niños que jugaban en la playa, a otros niños que jugaban en el cuarto de su casa, a otros niños que sonreían en el hospital… Siempre a otros. Entiendo que hay bestias que se creen dioses en ambos bandos. Pero no podemos colocarnos entre el asesino y la víctima. Ni invocar la razón para justificar ningún genocidio. Todo es más sencillo. No hay otros. Todos somos nosotros con independencia de la sensibilidad, espiritualidad o creencias que nos habiten pellejo adentro. Por eso no pedimos la paz en nombre de ningún dios sino en nombre del ser humano. En nuestro nombre.

Aristóteles se refería a dios no como alegoría de la bondad sino como ser creador omnipotente. El hombre solitario reduce la humanidad a las costuras de su cuerpo. Todo es él. Craig Venter y su equipo de científicos han creado una bacteria de la nada. Un ser vivo con materiales sintéticos. Llamarán a la criatura Mycosplasma genitaliun y con ella demostrarán la certeza de la primera frase del génesis y que dios era humano. Tengo miedo. Por buenas y legales que sean sus intenciones, esta maldita bacteria será fáustica y carecerá de alma como los hombres solitarios que la crearon. Por supuesto, abomino de quienes actúan movidos sólo por las tripas. Como lo hago del racionalismo en régimen de monopolio. La única religión que ha inventado occidente. La peor de todas. Porque terminará con la única humanidad en la que creo: la que además de pensar, siente.

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