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Sobre este blog

Menudo complot

Paco Merino

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No cobran los futbolistas. Ni los entrenadores. Ni los empleados. Ni los proveedores. No cobra nadie. El presidente es detenido por la Guardia Civil por la presunta comision del pack completo de delitos societarios: administración desleal, corrupción entre particulares, apropiación indebida y blanqueo de capitales. El juez ordena la administración judicial del club y lo que los nuevos responsables de la gestión se encuentran es un panorama desolador. ¿Es viable? Están en ello. “Será una tarea difícil, pero no imposible”, expresaron en un comunicado crudamente realista, que avista un horizonte que es poco menos que un paseo con los ojos vendados por un campo de minas. ¿El Córdoba somos nosotros? ¿Son ellos? ¿Somos todos? ¿No somos nadie? Esto es el Córdoba de hoy, señores. Bienvenidos al más profundo de los infiernos.

El Córdoba está en pelotas. La gestión más nefasta de todos los tiempos lo ha dejado herido de muerte. Ya no saldrán más consejeros a hablar de “deuda cero”, ni abogados con aires de showman a los que les parece muy divertido ver cómo se hunde una entidad histórica, ni fantasmagóricos directores financieros, ni opinadores patrocinados, ni personajes de farándula que no han hecho otra cosa que meter la mano en las arcas del club hasta dejarlo en la más absoluta ruina. Eso se terminó. Lo que viene no lo sabemos. No hay mapas para este laberinto.

Por ineptitud, por avaricia, por inconsciencia, por vocación o por todo eso junto, el caso es que Jesús León y sus colaboradores han protagonizado un periodo negro en todos los órdenes. Esto sí que da una nueva dimensión al término fracaso, utilizado a menudo con ligereza en la última década para definir desenlaces que no alcanzaban las altas expectativas que se marcaban. El Córdoba nunca se ha llevado demasiado bien con los retos ambiciosos, que le han generado grandes frustraciones.