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Escrache floral

Víctor Molino

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El Primero de Mayo deja en Córdoba una acción sin igual. Si curioso es el arranque del mes más festivo del año en la capital andaluza por su particular lucha de claveles, en este 2013, el pistoletazo de salida se ha desarrollado con una anécdota desagradable.

Se da la circunstancia de que la Subdelegación del Gobierno autorizó la habitual manifestación sindical, por cierto, la más fuerte de Andalucía, a las 11.00 horas. Así, una hora después, y por la misma vía (Avenida de la Victoria) debía comenzar la tradicional Batalla de la Flores, que da la bienvenida a todo un mes de celebraciones.

Y ahí la polémica. Porque si la primera comenzó a su hora fijada, la segunda se demoró más de una hora y media, con el consiguiente enfado de muchos de los presentes, la sorpresa de otros y la más que comprobada alegría de los sindicalistas.

¿Un hecho realizado a posta? ¿Una falta de respeto? A las dos cuestiones, para que a nadie le quepa la menor duda, sí.

Que los sindicatos tengan su espacio de reivindicación es pertinente, pese a que en los tiempos que corren haya quien dude de su utilidad. Los sindicatos han obrado, en un alto porcentaje de la historia de la España reciente, de una manera muy digna defendiendo los derechos de los trabajadores.

Quizá ahora no se entienda tanto su función. La culpa es suya, que no hacen por explicarse. Cualquiera que haya sufrido un despido, por ejemplo, sabe que cuenta con un apoyo básico para que sus derechos no sean vulnerados.

Pero es que el sindicalismo ahora tiene mala prensa. Y la culpa es suya. Un ejemplo, lo del otro día. Se necesita ser torpe para pretender boicotear una celebración popular. El efecto que se consigue es el contrario de lo que se pretende.

Su empeño por protestar y por ser escuchados en la calle supuso una auténtica falta de respeto por la demora que generaron. Se hizo esperar a pleno sol a miles de cordobeses, entre los que se encontraban niños, abuelos, minusválidos, empleados y desempleados, entre otros.

Seguramente, la mayor parte de los citados, quedaron muy satisfechos de las denuncias ensayadas por la acción sindical. Seguramente, sí. Fue un buen acierto molestar a pleno sol a cientos de personas. Sí, sí…

Señores sindicalistas, no todo vale para pretender ser escuchados. Existen otros mecanismos para llegar a la opinión pública. Un mal gesto lo del miércoles. Una mala acción. Llamésela  una especie de escrache floral, pero en realidad, una descortesía con sus conciudadanos.

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