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Córdoba sí puede

Alfonso Alba

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En las calles de España, en las “mareas” ciudadanas, en los múltiples conflictos laborales y justas reivindicaciones que en nuestro país se desarrollan últimamente, se escucha un lema muy reiterado: “sí se puede”. En realidad, es un canto a la esperanza, a la solución de los conflictos y problemas, al empoderamiento de la ciudadanía frente a la injusticia social, frente a la pérdida de derechos y libertades, frente al recorte de los contenidos del Estado social. Es un aliento positivo y optimista ante la cruda realidad social y económica que nos ha tocado vivir en la última década, de una ciudadanía responsable que quiere empoderarse, hacerse responsable de la solución a sus problemas.

En nuestra ciudad también padecemos y sufrimos una tremenda realidad, que no es nueva. Somos una capital en la que el problema principal es el desempleo, y como digo, no es una situación nueva. Tras un grave proceso de desindustrialización en los años ochenta del pasado siglo XX, al que siguió una parálisis de nuevas inversiones industriales generadoras de empleo intensivo, nos encontramos actualmente con una economía local muy dependiente del sector servicios (comercio) en general, y del sector turístico en particular, vinculada a nuestro extraordinario patrimonio cultural y artístico, con nuestra Mezquita como seña de identidad simbólica de trascendencia universal.

Como digo, en estos primeros años del siglo XXI es el desempleo el drama de nuestra capital. En el pasado mes de febrero se han contabilizado un total de 46.573 personas en desempleo, con una tendencia ascendente en los últimos meses. En el actual mandato municipal, que se inició en junio de 2011 (en esta fecha estaban registras 39.212 personas en desempleo), se ha incrementado el número de desempleados en casi un 20% (un total de 7.361 personas más en desempleo) Y siguen sin llegar nuevas inversiones empresariales que hagan a nuestra economía local más dinámica y generadora de empleo, que el actual gobierno local anunció en campaña electoral.

Es importante el sentimiento de unidad en la Ciudad en torno a este drama, a esta lacra social, y a sus posibles soluciones. Es un tema de ciudad con respecto al que debemos desterrar polémicas inútiles que la ciudadanía no entendería. Lo que reclama la sociedad cordobesa es unidad, soluciones, trabajo en común, entendimiento, acuerdos, pactos que faciliten nuevas inversiones empresariales, esfuerzo de todos,

administraciones, empresarios, partidos políticos, fuerzas sindicales, colectivos sociales y ciudadanos, colegios profesionales, medios de comunicación locales, o de la propia Universidad. Un esfuerzo de imaginación y propuestas, pensando en esas 46.573 personas y sus familiares, que sufren día a día con desánimo este drama, con pocas esperanzas en muchos casos de salir de él, y con multitud de jóvenes cordobeses muy formados que se ven obligados a abandonar Córdoba.

En nuestra ciudad no podemos dejar caer más proyectos empresariales, no nos lo podemos permitir. Hemos de generar oportunidades de desarrollo local desde nuestras fortalezas, poniéndolas en valor sobre nuestras debilidades y amenazas. Es mucho más los que nos une, y son más importantes nuestros puntos fuertes y nuestras posibilidades. La perspectiva de una convocatoria electoral municipal para mayo de 2015 debe ser una oportunidad de generar propuestas para un nuevo modelo de desarrollo local que ponga en valor nuestras potencialidades. Nuestro extraordinario patrimonio cultural y artístico, la producción científico-técnica de nuestra universidad, o nuestra extraordinaria situación estratégica, deben ser elementos que fundamenten el desarrollo de nuestra tierra.

Personalmente creo que, con el objetivo común del empleo, sí se puede en Córdoba. Debemos poder articular acciones de unidad de todos frente al desempleo. Sí se puede, y se debe, tener en cuenta a la ciudadanía que sufre. Sí se puede trabajar en común por generar planes de promoción de nuestra ciudad que la vuelvan a convertir en destino atractivo de nuevas inversiones empresariales que posibiliten la inserción laboral de estas 46.573 personas, que reclaman y esperan un compromiso intenso desde lo público para facilitar que el sector privado, las empresas, se vinculen de nuevo a la ciudad.

Esa es la responsabilidad y la obligación que tenemos todos los que de alguna manera incidimos o podemos incidir en que el rumbo de nuestra capital cambie. La ciudadanía espera realidades, no promesas que se incumplen. Espera un compromiso de ciudad para el bienestar general. Está en nuestras manos.

Ángel B. Gómez PuertoJurista

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