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Diogénesis explosiva

Alba Ramos

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No sé de quién fue la idea de la tinta (el papel, o quizás ambos) mágica de las entradas de cine, pero el caso es que todos hemos picado en guardar una como recuerdo de un momento vital (con lo que valen ahora habría casi que enmarcarlas o poner en el CV que fuimos a ver una película) para NADA. Y es que, pasado un periodo de tiempo no medido con exactitud hasta el momento, todo el maldito texto se BORRA.

¿Qué viste y con quién? Ya da igual.

Supongo que hay películas tan vergonzantes de haber sido siquiera realizadas, que la idea no es mala.

Lo mismo hacemos con las entradas de los festivales (pregunta: ¿soy la única que se raja viva con esas pulseras en las “duchas” de los recintos festivaleros? ¿Están hechas con el plástico del polo flash o algo así?), conciertos, museos… ¡No vayamos a olvidar nuestras vidas! Ah no, si ahora tenemos nuestra vida en un minuto en Facebook. Pero no, cuidado, si no puede almacenar polvo no nos genera interés.

El caso es que guardamos cantidades industriales de cosas a modo de recuerdos. ¿Tan mal tenemos la memoria que si no nos quedamos con una bolsa vacía de cheetos belgas se nos va a olvidar que estuvimos allí? ¿Acaso esa bolsa contiene alguna imagen del país o es representativa de aquel viaje? No.

Es la diogénesis la que nos lleva a todo esto. Explosivamente.

Nos ocurre con las colecciones de cosas absurdas que una fuerza sobrenatural nos impide tirar: desde las más ‘adultas’ de dedales, monedas o sellos, hasta las ‘juveniles’ como los lowcos que mantienen sus cartas magic en fundas individuales (basta), las carpetas llenas de sobres y cartas de olor (pedazo de campaña de marketing subliminal tuvieron que marcarse para que esa moda se mantuviese décadas) o el que no tuvo huevos de tirar sus 100 tazos conseguidos ‘honradamente’ en las horas de recreo.

Por no mencionar a los que piquen con alguna de los innumerables coleccionables “originales” que desbordan cada septiembre los quioscos de todo el país. ¿Estás contento con tu colección de abanicos de diseñadores españoles? Fantástico.

En serio, ¿por qué guardamos todo esto? ¿POR QUÉ?

También nos pasa con cosas que originariamente eran útiles. La primera, sin lugar a dudas, son las montañas de ropa que ya no usamos. Muchos diréis “eso sólo las chicas” y yo os diré (hermanos): vale, sí, pero esto es debido claramente a la relación cantidad-precio, que muchas de las prendas de tía son casi regaladas. Claro que contienen un hilo especial fabricador de bolitas que comienza a generarlas por toda la prenda desde la misma bolsa en la que te la llevas. Gracias.

¿Y para qué donar esos zapatos que te destrozan la vida? No, no. A ti el destino te dice que en algún momento van a aumentar ligeramente su tamaño y abortar el plan dejarte cojo. Por favor. ¿Qué nos pasa?

O los recuerdos de la infancia: notas, dibujos, juguetes rotos (Macaulay, no sabes lo que me alegra que hayas salido del hoyo), ropitas, mantitas, peluchitos… Y ya todo lo que tenga  diminutivo cuqui y tiernamente ñoño (menos los dientecitos, eso da cierta grima).

Luego están los recuerdos que no ocupan espacio físico pero igual exceden el cupo de espacio mental. La gente rencorosa (todos, en mayor o menor grado lo somos) necesitaría poder subir algunas de estas historias mentales a la nube (el cloud, para los listos). Para cuándo, me pregunto.

Así todo quedaría almacenado en el ciberespacio dejando nuestras casas libres de los chupetes de cuando éramos niños (y no me refiero a los de bebés sino a estos), de revistas (si alguien tiene algún ejemplar de ‘El Oso Bussi’ aún en su poder le pongo un piso, va venga, sólo con que alguien más recuerde esta publicación podré dejar el tratamiento en grupo) o de cualquier otro accesorio que nos haga pensar que todo tiempo pasado fue mejor.

Los tazos de Chiquito niegan la mayor.

Tiremos los pins. Van a volver o ya volvieron y se marcharon y volverán de nuevo, pero podemos fundirlos para fabricar varios astilleros y dar la vuelta al mundo.

Eso sí, yo mis cassettes con canciones grabadas de la radio y las voces de los locutores acompañando SIEMPRE al principio o al final de un tema no me deshago.

En verdad, ¿por qué iba a hacerlo?

http://www.youtube.com/watch?v=kJizV-d3sEQ

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