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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Del cartel... y la carta

Magdalena Entrenas

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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Me niego a aparcar el sentido común y dejar de expresar lo que pienso, por más que eso me cuelgue un cartel unos días y otro, el siguiente. Estoy llegando a una bipolaridad externa terrible. Yo sé quién soy. Los demás, según. Tan pronto soy roja como Caperucita, como una facha total. No me importa. La mayor censura que existe es la que nos autoimponemos para no ser criticados por nuestra opinión. ¡Que critiquen!

La idea de un cartel anunciador (ferias, festejos, eventos o lo que sea) es una importación francesa de finales del XIX que tuvo su mayor exponente en el pintor Toulouse Lautrec. Seguro que les viene a la mente aquel primer cartel del Moulin Rouge. Nuestro Julio Romero, del que celebramos este año su 150 nacimiento, fue tan moderno como para salir corriendo de Córdoba a buscar inspiración fuera y así fue. Realizó una serie de carteles de las Fiestas de Mayo que son ya míticos. El de 1905 es puro modernismo. Aún hoy sería perfecto.

Tengo colgado en una de las paredes de mi despacho el cartel original que para el Carnaval de Córdoba de 1990 Ginés Liébana presentó. Los políticos de turno, tan acertados siempre, no lo escogieron y eso me permitió años después comprarlo. Cumple las reglas básicas de un cartel. Es sintético en el mensaje, posee las connotaciones de forma y color que te obligan a mirarlo. Atrae al espectador, es impactante, novedoso y atractivo. A nadie le pasa desapercibido. La belleza y la sutil elegancia, cumpliendo su función de forma diferente, me fascinan.