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El camino menos frecuentado

Miguel Ángel Luque

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Érase una vez un maestro oriental apostado en la orilla de un río, que vio cómo un alacrán se debatía por permanecer a flote en la superficie y no ahogarse. Atendiendo a su requerimiento natural decidió sacarlo del agua, pero nada más hacerlo el alacrán le picó. Por la reacción refleja al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua pereciendo de nuevo entre las aguas. El maestro intentó sacarlo una y otra vez, y una y otra vez el alacrán intentaba picarlo. Alguien que lo había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: “Maestro, cómo estás tan ciego. ¿No entiendes que cada vez que intentes sacarlo del agua el escorpión intentará picarte?”. El maestro plenamente consciente de lo que hacía, le respondió: “La naturaleza del alacrán es picar, pero eso no va a cambiar la mía, que es la de comprender y la de ayudar de manera incondicionada a los demás”. Y entonces, sirviéndose de una hoja, el maestro logró sacarlo del agua salvándole la vida.

Esta vieja historia me recuerda el momento trascendental al que tuvo que enfrentarse Mandela, cuando, en 1991, 27 años después,  es excarcelado el preso 46664  de isla-prisión de Robben Island. Una encrucijada de caminos se le presentaba y tenía que tomar uno de ellos: el primero, la opción de la revancha  y sed de justicia para empezar a cobrar parte de la deuda pendiente que tenían con él;  vengar y seguir combatiendo violentamente el durísimo régimen de Apartheid, que costó la vida de miles de personas por un motivo que escapa a la razón: su color de piel. El segundo, el más difícil que pone de manifiesto que hay hombres hechos de otra pasta y se rebelan contra la historia, contra su destino y finalmente consiguen transformar el mundo: el perdón y la reconciliación. En un país abocado a una guerra civil y a la autodestrucción, una persona tras 27 años en prisión, apuesta por el perdón y la integración como punto de partida  para conseguir cambiar los acontecimientos. Y afortunadamente hoy podemos contar como terminó el viaje por ese segundo camino: libertad para todos los sudafricanos sin importar el color de su piel. Los que pensaban que la habían arrebatado la libertad a Mandela por estar casi un tercio de su vida  en una celda se equivocaban. El siempre fue libre, la libertad era Madiba, y nos demostró a todos que ésta no depende del entorno, o de lo que otros decidan por ti, está en uno mismo.

Robert Frost escribió “Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, yo tomé el menos transitado, y eso hizo toda la diferencia”. Nelson Mandela tenía claro que sus circunstancias no condicionarían ni su identidad ni su conducta, a pesar del gran coste que ello supondría. Para romper un paradigma has de apostar fuerte y permanecer inalterable, constante. Eso es lo que marca la diferencia.

La sonrisa de África, el alma de África, desde su nueva atalaya contempla su legado: El camino menos frecuentado. BE TIM.

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