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Revisionistas y melancólicos

Aristóteles Moreno

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"Podemos se ha convertido en un escándalo"

           (Manuel Monereo. Diputado de Unidos Podemos por Córdoba)

 

El momento Pimpinela con que nos están obsequiando Pablo Iglesias y Errejón es un clásico de la literatura política. Por ese lado, desde luego, no inventan nada nuevo. El típico flechazo ideológico que degenera en un despecho amoroso en medio de la vía pública. Tú y yo podemos cambiar el mundo, cariño, nada podrá detenernos, gira la primera a la izquierda hasta la victoria siempre, no, mejor tomamos la calle de enfrente, de eso ni hablar, zoquete, bájate del coche que te aguante otro. Y así de congreso en congreso hasta la derrota final.

De todo este folletín retrofuturista, lo que más nos conmueve es la velocidad supersónica de colisión y el impudor con que se arrojan los electrodomésticos a la cabeza. Si se trata de una puesta en escena para focalizar el interés mediático en Vistalegre 2, se están pasando de frenada. Si no es así, están aburriendo al personal y desconcertando a su hinchada.

Más allá de la trifulca matrimonial que protagonizan a la vista del respetable, lo que subyace es la misma disputa ideológica que se perpetúa en cierta izquierda desde hace ya más de un siglo. Aquella que enfrenta a posibilistas y revolucionarios desde que Eduard Bernstein y Rosa Luxemburgo litigaron por el liderazgo del PDS alemán. Los primeros desembocaron en la socialdemocracia y el parlamentarismo europeo. Los segundos, en el rupturismo melancólico.

Desde entonces, la izquierda encalla una y otra vez en este dilema infinito al modo en

que en el interior de una muñeca rusa aparece otra nueva y así sucesivamente. Espoleado por el 15-M, Pablo Iglesias parecía haber encontrado el camino de salida con

una nueva gramática política en el contexto de la Europa de nuestros días. Quería llevar a la gente al Congreso de los Diputados y ahora parece preso de un ataque de vértigo parlamentario.

¿Volvemos al punto de partida?

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