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Todo el mundo al suelo

Alfonso Alba

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"Yo soy la autoridad"

           (Verónica Pérez. Presidenta de la Mesa del Comité Federal del PSOE)  

En todas las asonadas militares, hay un Tejero que toma el Parlamento y un general Armada que aguarda en el salón de casa fumándose un puro. En el golpe, como en la vida, todo es cuestión de escalafón y de reparto de papeles. Es el teniente coronel el que se sube al vehículo, aparca en la Carrera de San Jerónimo, trepa por la escalera del Congreso y levanta la mano con el arma reglamentaria. Que se sienten, coño.

A la tal Verónica Pérez no la dejaron ni entrar en Ferraz. “Yo soy la autoridad”, bramó dibujando una estampa tipo Luis XIV pero en plan chusco como de caída de antiguo régimen. No es de recibo dar un golpe estatutario y que no te dejen ni entrar a secuestrar el Congreso de los Diputados. Resulta estrafalario y haces el jilipendi. Ya lo describió Borrell con su verbo cartesiano. “Si esto es un golpe, está organizado por un sargento chusquero”.

Y tanto. La sargento de todo este tinglado (¿o era general?) aguardaba en Triana recontando el número de guarniciones sublevadas. Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha, Valencia, Canarias, etcétera. La doña podía haber esperado cuatro días al Comité Federal para batirse el cobre por la vía preceptiva. Pero la señora Díaz ha preferido sacar al secretario general vivo o muerto de Ferraz aunque para ello haya tenido que dinamitar todo el edificio.

Ahora se ofrece para coser el traje que ella misma ha triturado con sus propias manos. Lo típico de los fontaneros de partido. Primero llenan de cadáveres el hall y luego le dan el sentido pésame a los familiares. Podemos admitir (y admitimos) que el señor Sánchez ha perpetrado una cadena de errores y se ha atrincherado en una ecuación absurda de difícil salida. Si no te abstienes, ni quieres terceras elecciones ni eres capaz de armar un gobierno alternativo es que te has metido en una obra de Ionesco sin darte cuenta.

Pero claro: ese es precisamente el mandato que le dio la doña y sus huestes en el Comité Federal de enero. Toma, Sánchez, aquí tienes este guión incongruente para que escribas la historia de tu defunción. El señor Sánchez ha tardado nueve meses en darse cuenta de que el autor de su propia obra se estaba fumando un puro la mañana en que ordenó a la tal Verónica Pérez pronunciar la frase más ridícula de la historia. Yo soy la autoridad. Todo el mundo al suelo. Que se sienten, coño.

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