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Postmodernos vintage

Elena Lázaro

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Dice Juan que nunca vio el pasado tan cerca del presente y del futuro. Esa reflexión, leída en un grupo de whatsapp la misma semana que llegan noticias de ataques xenófobos en Inglaterra y cinco días después del sorpasso de Mariano, produce un poquito de vértigo. El fascismo floreciendo en Europa y España devolviéndole la sonrisa a Aznar. Visto así, sí, el presente empieza a parecerse sospechosamente al pasado, pero ¿de verdad es el futuro?

A Eusebio escuchar las canciones de 091 más que nostalgia le provoca cierta rabia. Recuerda que la banda granadina sonaba todos los días en Canal Sur, la misma emisora que hoy aplaude esperpentos adolescentes como Abraham Mateo. Dice que la transformación de la cadena andaluza fue la renuncia de esta tierra a la modernidad. Yo le digo que no fue una renuncia, fue una decisión consciente del régimen socialista, convencido de que la ignorancia sería la mejor garantía para su perpetuidad. No es lo mismo que un quinceañero se encierre en su habitación a escuchar letras que digan:

“Eres una fiesta pa mi mamasita /Midnight/ Ella está en mi cabeza you,re my cenicienta/Pronto acaba la fiesta voy a enloquecer/ We only wanna rumba/And dance tumba que tumba/You know you are my /Sexy señorita/”

a que piense oyendo al Pitos cantar

“Hemos aprendido la lección / hemos rellenado formularios/ y nos limitamos a pensar lo que antes gritábamos/ las ideas que el sistema ha devorado”.

No es lo mismo, pero, ¿es que si no tendrían alguna explicación fenómenos como el que Antonio Cambril llama Susana Díaz de Vivar?

A mí, contagiada del optimismo crónico de mi amigo Víctor, me ha dado por pensar que el futuro en el que estaban pensando Juan y Eusebio no era el de Mariano ni el de Susana. El de Eusebio es el de las mil y una bandas que sigue pariendo Granada y que, aunque no suenen en la radio del régimen, siguen llenando salas de conciertos y teatros al aire libre. El de Juan es el futuro de Hugo, de Antonio, de Pilar, de Hisae y de los científicos con los que han convivido para crear la exposición colectiva “El Arte que Ama a la Ciencia”, en definitiva, de artistas e investigadores que buscan juntos el Conocimiento, con “c” mayúscula, como lo hicieron el Equipo 57 y el biólogo Diego Jordano a mitad de aquel siglo XX al que cantaba 091.

Ése, y no el de Mariano y Susana, es el presente que se parece al pasado y que dibuja el futuro, según Juan Serrano, un hombre del futuro con el que compartir el presente y aprender del pasado, la única forma de prepararse para “Todo lo que vendrá después”.

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