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Relájate...

Rakel Winchester

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Tumbada en aquel diván, el terapeuta susurraba...

-Y ahora... relájate...

Respiré profundamente e intenté desconectar de todo mi entorno, menos de su voz...

-Tu mente se queda en blanco... tus músculos se extienden de pura calma, como si se volvieran líquidos...

Para llegar a ese estado de coma, borré cualquier cosa física de mi cuerpo... Incluída la ropa...

Noté la leve brisa del ventilador del techo de la consulta en mi piel, y me imaginé suave y lisa, como cuando me acaricio...

-Imagina un lugar...

No dudé... Ya estaba en el mar...

-Imaginate en un lugar que te llene de paz...

Tumbada boca abajo en el agua cristalina, sujeta tan solo por mis manos en la arena, desnuda... Con esa magia que tiene la sal, dejándome llevar, ingrávida...

-Permanece ahí y siente... siente... siente... siente...

El mar rozaba mis muslos con ese vaivén misterioso que me turba... chocaba el agua golpeando por entre mis piernas abiertas que flotaban al ritmo perfecto, haciéndome sentir en mi medio favorito natural...

-Escucha a tu alrededor... siente...

La música del romper de las olas... el sonido pausado del viento... Metí la cabeza bajo el agua y respiré como un pez... y floté... floté... al son del capricho de la brisa...

-Aguanta todo el tiempo que puedas y no pienses en nada... sólo siente... siente...

Mis ojos bajaron curiosos por todo mi cuerpo y al verme desnuda me excité...

La voz del terapeuta susurrando “siente... siente... siente...” erizó mis pezones, pero no me importó... temblé... Humedecí mis labios con la lengua y suspiré...

-Ahora, ha llegado alguien... ¿lo ves?

Noté unas manos que sujetaban mis pies con sumo cuidado, y se acercaba a mis muslos... Me acariciaba, como el impulso de las olas, y presentía su cintura... deseando encadenarla entre mis piernas... aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh...

-Observa a esa persona y espera... no importa si no la reconoces... siente... siente...

Con la cabeza aún bajo el mar cristalino reconocí unas piernas de hombre, amadas hacía años... Vi mis labios bailar al son del empuje del mar... Como una medusa que coge impulso para avanzar...

Maravillosa visión la de un cuerpo desnudo bajo el agua, mi cuerpo, como con filtros de luz, como pintado a la acuarela, terso... Suavidad que se ve sin tocar...

Me gusta verme desnuda cuando estoy caliente, porque me siento desde otros ojos y me enciendo a lo bestia sin esperarlo...

-Esa persona, ¿te habla? ¿sabes quién es? ¿qué sientes al verla? ...

“Siente... Siente...” Esa persona ya me estaba penetrando bruscamente desde atrás... “Siente... Siente...” Mi cuerpo sentía un placer infinito... Siente... Amarrado a mis tobillos me empujaba levemente atrás y alante, como sólo se puede mover un objeto en el agua del mar... Donde nada pesa, donde se funden los cuerpos y se convierten en sal... y se convierten en uno...

Con una mano agarré su muñeca forzando la penetración a la velocidad que me pedía mi ansia, y con la otra manejé mi clítoris recreándome en suaves movimientos, con la experiencia de la que conoce sus sentidos en cada centímetro... “siente...” y más rápidos en el momento exacto del clímax...

Debí cabalgar como una yegua en el diván del terapeuta... debí aullar de placer mientras me masturbaba poseída... No lo pongo en duda... Ni que grité, convulsioné, jadeé... y desperté empapada en sudor, mientras me resbalaban por las mejillas las lágrimas que me caen cuando follo y siento amor...

¿Y el terapeuta? No estaba... ni se cuantos actos de mi función soportó...

Nunca supe de él.

Todavía lo recuerdo con rubor cuando muerdo mis labios y me saben a sal...

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