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Berges y los momentos de una vida de fútbol

Formación del Córdoba en 1989, Berges, en un once con otros exentrenadores blanquiverdes como Paco Jémez o Portugal.

Paco Merino

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Han pasado poco más de cinco años desde que compareció para despedirse de un sitio del que nunca se fue. Pertenece al selecto grupo de presencias imprescindibles en el imaginario cordobesista. Siempre están ahí, cercanos... aunque trabajen en Indonesia. El club ya tiene a un director deportivo que nunca lo fue. Si hay que arriesgarse, que sea uno de los nuestros. Llega otra vez a El Arcángel un tipo con conocimientos y carácter. Berges se ríe menos que el hombre de negro, aunque también tiene sus momentos. Lo hace a veces -hay testigos-, pero nunca en horas de trabajo. “Esta profesión es muy jodida. Me marcho con ganas de seguir”, dijo en su forzado adiós al club un hombre cuya imagen siempre estará asociada a la de un profesional entregado, exigente hasta límites crueles consigo mismo y solitario por vocación. Así fue desde que entró en el Córdoba siendo un niño, cuando el cazatalentos Abelardo Sánchez le reclutó con 11 años en el Figueroa, hasta que a principios de abril de 2013 se sentó ante los periodistas para despedirse como primer entrenador del Córdoba, un club en el que ha jugado en todas sus categorías y donde ha dirigido desde el banquillo al juvenil de División de Honor, el filial de Tercera y, finalmente, el máximo representante en Segunda.

Berges, que abrió su trayectoria como entrenador en el mismo año (2004) que su amigo Paco Jémez firmaba su último contrato como futbolista profesional en el Rayo Vallecano, presenta anotaciones espectaculares en su hoja de servicios. El destino le deparó una carrera corta, frenada de modo brutal por una lesión a los 28 años (en un amistoso veraniego ante el Betis, el Memorial Quinocho), pero le reservó episodios intensos.

El único oro olímpico

No hay un cordobés que pueda presumir de tener en una vitrina de su casa una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos aparte de Rafael Berges, que logró el título de campeón en la memorable edición de Barcelona’92. Como interior zurdo fue uno de los integrantes de la Quinta del Cobi, aquella formación a las órdenes de Vicente Miera proporcionó a la sufrida afición española la primera gran alegría en color y el único referente de éxito hasta que Iker Casillas levantó el Europeo de 2008 en Viena. Compartió vestuario con jugadores como Luis Enrique, Guardiola, Toni, Alfonso Pérez, Amavisca, Mikel Lasa, Juanma López, Solozábal, Abelardo, Ferrer o Kiko Narváez. La selección española, a la que nadie llamaba todavía La Roja, venció en la final por 3-2 a Polonia.

Las 'ligas de Tenerife'

Recién llegado desde el Córdoba, con apenas 20 años, Berges asistió como actor destacado a dos momentos históricos para el club chicharrero y para el Real Madrid. De gloria para los isleños y de trauma para los madrileños, que aún recuerdan con ramalazos de pavor aquellos dos batacazos en las últimas jornadas de las Ligas 91-92 y 92-93. Entraban al Heliodoro Pérez con las botellas de champán metidas en el congelador y salían con ganas de lanzarse al consumo de psicotrópicos. En la primera ocasión, el cordobés salió al campo en el minuto 64 de esa última jornada del campeonato para dejar su sitio a Pierluigi Querubino, conocido como Pier, quien fue el autor del 3-2 que aniquiló al equipo blanco, adiestrado por Leo Beenhakker. En la campaña siguiente, en la reedición del desastre, el Madrid de Benito Floro sufrió el excelente partido del carrilero cordobés durante los 90 minutos. Dertycia y Chano firmaron el 2-0 para el Tenerife de Jorge Valdano. Ése fue el último partido de Berges en el Tenerife.

El legendario 'Eurocelta'

Llegó con 22 años, en la temporada 93-94, y se convirtió en una de las piezas maestras de la mejor época en la historia del club vigués, del que llegó a ser capitán. Debutó a las órdenes de Chechu Rojo con un empate en el derbi gallego ante el Depor en Riazor y concluyó su etapa siete años después con un partido ante el Atlético en el Vicente Calderón, el mismo estadio en el que debutó en Primera. En Vigo tocó el cielo con campañas memorables a las órdenes de Irureta o Víctor Fernández, participando en hazañas europeas como los triunfos en Anfield ante el Liverpool o la goleada por 7-0 al Benfica. Aquel conjunto llegó a alcanzar una reputación brillante por su estilo de fútbol, con jugadores como Mazinho, Mostovoi, Karpin, Makelele, Penev, Dutruel, Revivo… y Berges.

El Córdoba, para bien y para mal

Aquí empezó y aquí terminó todo. Crispi estaba en el banquillo cuando en 1989, recién salido de los juveniles, debutó en Segunda B. Crispi estaba en el mismo lugar cuando, en 2001, Berges se puso por última vez la camiseta blanquiverde. Fue ante el Elche, una victoria por tres a cero en El Arcángel a la que Berges contribuyó de forma tangencial. Salió al campo a falta de cuatro minutos para suplir a Alfonso, uno de esos jugadores sobrevalorados -en la teoría y en la práctica, pues sus sueldos dejaron arruinada a la entidad- que llegaron al lado de Fabao, Whelliton, Lawal o Chirola Romero. Era la jornada 10 y Berges se despidió sin saber que ésas serían sus últimas carreras en El Arcángel. No aplaudió al público ni hubo reconocimientos especiales.

Se fue con discreción, todo lo contrario que sucedió cuando en el año 2000 retornó al Córdoba y Rafael Gómez, el presidente, le presentó como a un hijo pródigo en una mítica rueda de prensa que dio la vuelta a España. Sí, aquella en la que el empresario cordobés habló sobre la filiación futbolística de los sevillanos -que son “del Betis o del Sevilla desde que salen del coño de su madre” (sic)- para contraponerla al desapego que los cordobeses sienten hacia su equipo. ¿Les suena? Vino a ser lo mismo que el propio Berges explicó -con unos términos menos gráficos- tras ser puesto en la calle por el presidente Carlos González. “Si no hay unidad, será la batalla de unos contra otros”, dijo ante los micrófonos sin reparar en que estaba batiendo un récord más. Ha sido el entrenador al que el Córdoba ha despedido estando situado el equipo en el puesto más alto y más lejos del descenso en toda su historia. A partir de ahora, es el director deportivo de un Córdoba que está, por qué no decirlo, en un momento crítico.

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