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César Brandon y Sani Laden: dos pequeñas personas haciendo cosas grandes

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Marta Jiménez

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Existe un principio sagrado que dice que si no sabes adónde vas, pregúntate de dónde vienes. Seguramente así conocerás la forma de encontrar el camino. A la sombra de este principio se reencontraron ayer dos amigos africanos, ambos residentes en España, para reflexionar sobre las oportunidades de origen y cómo influye el lugar de nacimiento en el futuro de las personas.

Sani Laden, camerunés, estudiante de Relaciones Laborales y con familia de acogida cordobesa, y su amigo César Brandon Ndjocu, guineano, escritor y ganador de Got Talent 2018 (Telecinco) gracias a la poesía, acabaron trazando sus travesías vitales y analizando cuestiones de la actualidad como la inmigración, los derechos humanos o el expolio de África desde el lado del que los blancos occidentales nunca escuchamos opiniones: el de dos jóvenes africanos que ahora viven entre nosotros.

“Somos dos charlatanes que vienen de esos lugares que juegan al escondite con Europa”, ironizó Brandon ante el puñado de personas que los acompañaron en un acto organizado en La República de las Letras. Él es autor de Las almas de Brandon (Espasa), un libro de poesía y cuentos que ha arrasado en ventas desde que el escritor se hizo famoso recitando una poesía de tres minutos en el show televisivo que le cambió la vida, “un poema que no se llama cero, sino Miedos a la izquierda”, puntualizó.

Historia de una amistad

Brandon y Sani se conocieron en Ceuta en 2011. El escritor había llegado en avión, gracias a una beca universitaria, mientras que el segundo lo hizo medio inconsciente y a nado por la playa de El Tarajal. “Este las ha pasado más canutas que yo”, bromea Brandon, a quien Sani fue a ver a una charla en la Universidad de la ciudad autónoma y saltó la chispa de la amistad entre ambos. “Ver a Brandon fue un referente para mí”, explica Sani sobre el amigo con el que aún comparte aspiraciones y pasión por las letras. Brandon acabó dando  clases de español de forma altruista para Elin, la asociación de la que Soni es vicepresidente. Ambos han estudiado, y estudian, han triunfado sin abandonar la lucha porque las cosas cambien y dejando muy claro que “no os queremos dar pena”.

Sani confiesa que Córdoba se lo dio todo “y me lo sigue dando”. Tras haber tenido como techo un cajero del Banco de Sabadell de Ronda de los Tejares y prepararse el examen de la ESO cada mañana en los jardines de los Patos, este actual estudiante de Relaciones Laborales en la Universidad Loyola encontró a su primera familia de acogida. Y después a la segunda. Tanto Inés como María José y Carlos, su familia actual, estuvieron presentes entre el público en la librería. “Ellos me trataron como a un ser humano”.

Su venida a España y la aventura de dejar a su familia atrás tuvo que ver con su inquietud por estudiar. “En África te venden España como si fuese el paraíso”. Pero al llegar aquí se dio cuenta de que aunque lo que equivale a la ESO en su país es mucho más complicado de sacar allí, aquí ni se la homologaron ni tampoco lo dejaron matricularse en ningún instituto al no tener papeles. Tan solo en el bachillerato de arte de la Escuela Dionisio Ortiz.  “¿Dónde está la universalidad de la educación?”, se pregunta.

En el caso de la educación de Brandon sus problemas llegaron desde su país, que le concedió una beca que le canceló, por la que tuvo que volver a pelear y que acabó a los dos años. El escritor confiesa estar “muy decepcionado” con su país, Guinea Ecuatorial, que lo dejó “desamparado” y del que escribe que “está casado con otra y tiene miedo de pedirle el divorcio”. Asimismo, cómo gente a la que no conocía de nada lo ayudó cuando estudiaba en la Universidad de Granada.

Nada más pisar un aula española explica que rompió la barrera de la idea preconcebida de que era peor que los que estaban aquí. Su éxito en televisión y en la literatura parece no haberle apartado de su objetivo inicial: poder cambiar las cosas. “Ahora para la gente de mi país soy un peligro. He tenido hasta amenazas de muerte”, dice el escritor, que estaba desempleado y viviendo en Ciudad Real cuando la televisión lo hizo famoso.

“Dejarán de venir pateras cuando acabemos con los dictadores africanos”

Esta contundente frase la pronuncia Brandon ya no solo hablando de inmigración, sino de la riqueza intrínseca de África, “donde lo tenemos absolutamente todo”. Sani lo explica con un ejemplo elocuente: “Cuando un niño nace en el Congo está condenado a extraer coltán para que un niño occidental pueda estar entretenido con la tablet mientras come”. Y ni siquiera tenemos que irnos tan lejos. En una ciudad como Córdoba, las diferencias entre un niño nacido en Las Palmeras y otro en El Brillante son abismales, también en palabras del camerunés.

El drama de las muertes en el Mediterráno y las políticas de migración europeas es otro de los temas que emergen en la conversación; las vías inseguras para venir a Europa aunque tengas dinero y seas un turista, así como la gran mayoría hostil a un mundo diverso y el auge del odio con el ascenso político de líderes como Salvini u Orbán; también se reflexiona sobre el colonialismo monetario aún vigente en 14 países africanos –“para que un país se desarrolle la economía tiene que estar en sus manos”- y del poco aprecio que ambos amigos tienen tanto a la palabra tolerancia como a hablar de racismo, ya que ambas cosas implican una jerarquía inferior.

Orgullo africano

“Me emociona hablar de África. La humanidad debe mucho a este continente”. Brandon y Sani están seguros de que las cosas tienen que cambiar, “tarden lo que tarden”. “¿No estuvo Mandela 27 años en la cárcel?”. A ellos dos les ha costado “el doble o el triple” que a cualquiera llegar adonde han llegado, pero tal vez no son conscientes de la mirada diversa que van sembrando. Porque lo que trasciende de escucharlos con tanta pasión y compromiso es que no conocer ni entender la cultura africana es no conocernos ni entendernos a nosotros mismos.

Dos personas pequeñas en lugares pequeños, como lo es Córdoba una mañana de domingo bajo el sol, haciendo cosas grandes.

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