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Sanz: “El que quiera más, que se ponga él”

Rafa Sanz da instrucciones en su último partido con el Yosiquesé en Vista Alegre | TONI BLANCO

Paco Merino

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Pudo ser mejor o peor, pero fue lo que fue. Y desde ahí habrá que empezar a preguntarse qué pasos hay que dar (y quiénes han de darlos) para que el baloncesto en Córdoba salga de la semiclandestina Liga EBA y se parezca un poco más a lo que se vivió hace ya demasiados años para que las generaciones jóvenes lo recuerden. En su tercer curso consecutivo en su tierra -uno en el Bball, dos en el Cordobasket-, Rafa Sanz hace balance. A su estilo.

El equipo verdiblanco no ha desatado pasiones, pero ha experimentado un proceso de maduración interna por debajo de la cáscara de unos resultados poco llamativos para el gran público. Así lo considera su técnico, que valora el papel de los suyos en una temporada 17-18 que concluyó oficialmente hace pocos días. Para que se dispute el próximo partido oficial quedan aproximadamente cinco meses. Un verdadero desierto en el que sucederá -no les quepa duda- casi de todo. De momento, todos los componentes del plantel -diez cordobeses y dos extranjeros: el estadounidense Sanders y el venezolano Arias- ya están en casa. “Aquí el concepto de postemporada no existe”, lamenta Sanz.

El Yosiquesé salvó la primera fase con cierta holgura y entró en el grupo de clasificación para el ascenso, donde apenas tuvo opciones. Entró con un discreto balance y un aluvión de derrotas -el peor del último trienio- acabó sepultando sus posibilidades de engancharse por tercer año consecutivo al Top 16 Nacional. “Lo primero es tener en cuenta quiénes somos, de dónde partimos, qué se hizo en la fase de cimentación del edificio (mayo, junio, julio y agosto), qué objetivos marcamos, qué clima... Todo me lleva a calificar el año como positivo, bueno. No sobresaliente, pero sí notable”, indica Sanz, quien expone el catálogo de logros: “Clasificados entre los mejores, salvados en febrero, séptimos de veinte equipos, mayor protagonismo al jugador joven y cordobés, afianzamiento con más de 25 minutos por juego en varios de ellos y aparición de otros con más de 10 minutos. No es poco”, dice.

Sanz insiste en que la filosofía del equipo va a contracorriente de lo que ha imperado en las dos últimas temporadas -y especialmente en ésta- en la Liga EBA, en la que la mayor parte de los clubes han apostado por fichajes extranjeros. En ciertos casos, los foráneos llegan a formar casi el setenta por ciento de la plantilla. “A este proyecto se le debe juzgar por lo que siembra de oportunidad para el jugador joven cordobés que no va al profesionalismo, que es cortado en club ACB, que quiere estudiar y jugar en un sitio exigente y con preocupación por su mejora”, resalta el entrenador cordobés, quien recuerda que la competición es “todo amateur, liga EBA”, pero “con mentalidad profesional y ambición”. “Desde esa óptica hemos vuelto a hacerlo bien. Con más derrotas, que forman parte del proceso, y con menos elogios, pero temporada útil y provechosa”, expone Sanz, quien se muestra claro a la hora de atajar las críticas: “El que quiera más que se ponga él o que busque dinero, que ya le digo yo cómo invertirlo. Ahora toca esperar y sufrir los silencios tácticos y los complejos varios”.

Sobre su continuidad al frente del proyecto del Cordobasket, Sanz se mantiene enigmático. No es una situación nueva. Los dos últimos veranos fueron particularmente intensos. “Un entrenador va donde le quieren. Lo que pasa es que el enamoramiento primero dura tres noches. Y luego, yo debo sentir que estoy en un lugar serio y noble, coherente en la victoria y en la derrota”, manifiesta el entrenador cordobés, de 41 años y 20 como profesional de los banquillos en LEB -mantiene un récord nacional de 466 encuentros en esta división-. “En estos tres años he vivido muchos momentos felices. El día a día con el equipo ha sido excelente. Ahora no tengo ni idea de qué pasará”, reconoce a día de hoy.

Sanz, más allá de su destino, reitera que su idea es “seguir desarrollando la profesión de entrenador de baloncesto”. ¿En Córdoba? “No sé. Lo que sí pido es que no dejen morir la idea ésta porque hay chavales aquí y fuera que valen la pena y porque el basket en Córdoba gusta. Falta alguien que quiera liderarlo desde el palco, que pueda y sepa gestionarlo. Ojalá esto no se extinga y perdure. Y los que deben sentarse que lo hagan y miren hacia delante y no siempre hacia atrás”.

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