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La Palma, 3: un patio con arte

Propietario del patio de La Palma, 3 | TONI BLANCO

Redacción Cordópolis

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Un ángel, un pequeño caracol, un caballo, un torero con capote... todo hecho en acero inoxidable y la ayuda de tijeras para cortar chapa y diferentes tipos de alicates. Son solo algunas de las creaciones que salen del patio de la calle La Palma número 3, donde tiene su estudio y reside Manuel Cachinero, de 72 años y que de nuevo este 2018 está concursando en mayo en la modalidad de Arquitectura Antigua. Pese a su edad, sigue haciendo de vez en cuando artesanía con acero, latón, cobre o aluminio. “Mientras las manos me respondan sigo aquí trabajando”, explica.

Su casa es un antiguo palacete barroco fechado en 1782 con una portada señorial y bellísima, totalmente distinta a cualquier otra de los patios que se presentan al certamen. Allí lleva Manuel 40 años, pues antes vivía con su familia, oriunda de Villanueva de Córdoba, en la cercana plaza de Aguayos. Al entrar al recinto nadie queda indiferente por lo que allí hay, por la fuente en el centro del patio rodeada de flores, por un capitel visigodo y otros del siglo XVIII o el pozo con brocal árabe.

Además, entre las macetas coloca Manuel algunas de sus esculturas, de las que destacan un San Rafael y un torero de gran tamaño, ambos hechos con hierro laminado en frío. Así, a la belleza de las plantas se une la originalidad de la decoración con artesanía. Y el patio es “un atractivo para mis trabajos”, reconoce. Él lo tiene abierto todo el año mientras se encuentra en el interior trabajando para que entre quien pase y se sienta interesado. Lo hace para el “disfrute de la gente”, porque puedan “disfrutar de lo que tengo y de lo que disfruto yo, por compartir”, dice. Los visitantes lo pasan bien y él doblemente de verlos.

Cuenta que, por lo general, quienes entran respetan que están en una casa particular, aunque durante el concurso, con la masificación y las mochilas que llevan algunos siempre hay alguna planta que cae al suelo. Manuel es el encargado de arreglar y cuidar el patio todo el año y asegura que no le supone mucho esfuerzo pues le sirve “de distracción, de relax, compensa el trabajo que se hace y me satisface mucho”, comenta. Claro que para ello hay que tener cierta sensibilidad. “Con las plantas no te aburres, estar tocándolas y contemplando la flor es muy bonito”.

Y le encanta que quienes entran a su casa le pregunten por las flores y las atenciones que requieren. “Yo lo disfruto y les explico el agua que necesitan, cómo se cuidan...”, dice. Es toda una satisfacción, aunque recuerda una ocasión en la que se presentó un hombre “algo despistado” con una navaja para cortar un espárrago de la esparraguera del patio. Un patio que “en el día a día es regarlo y barrerlo, sobre todo en primavera que se caen hojas, quitarle lo seco y lo viejo, pero es de una forma distraída dando un paseo”. Eso sí, “en verano con tanto calor tienes que regarlo y le pongo unos toldos para mantener mejor las plantas”, añade.

El motivo de que se presente al concurso no es económico aunque reconoce que el premio es un estímulo para ayudar a pagar plantas nuevas que compra o insecticidas para tratarlas, pero él lo abriría igualmente si no hubiera competición. Sin embargo, su hermana María, que le ayuda a prepararlo para mayo, tiene otra visión de las cosas y asegura que “salimos a ganar”, si bien es sabedora de que hay mucha competencia. Los resultados de estos treinta años que llevan concursando han sido buenos. En 2014 recibió un primer premio, tiene también dos quintos y un sexto, varios accésit y diversas menciones por el uso artístico del agua, que tanto aporta a cualquier patio y relaja a quien la escucha mientras pasea entre las celindas que dan olor a esta casa, el abutilón, la buganvilla o un geranio al que María cuenta que los expertos del Jardín Botánico han bautizado como “Geranio Cachinero” en honor a su propietario.

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