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Pastora, 2: apasionada defensa de la tradición

Propietario del patio de Pastora, 2 | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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La tranquilidad reina en la calle. Así es desde la fuente de la Piedra Escrita, lugar éste en que confluyen de manera especial tres barrios. Abrazados están los de San Agustín y Santa Marina entre sí, así como con el de San Lorenzo. Es en este último donde la calma crece en la relativa lejanía con la parroquia que le da nombre. Entre sus muros se esconde buena parte del tesoro que cada mayo muestra Córdoba. Como ejemplo aparece en la estrechez de Pastora una de estas joyas en el número 2. De manera discreta, una puerta abierta permite lanzar una primera mirada al interior del inmueble. El color sobresale desde más allá del zaguán, en el que espera sentado el propietario de una vivienda de reciente construcción pero que mantiene el sello propio de las más antiguas. Es Rafael Barón quien aguarda, y quien responde amable a las preguntas de propios y extraños.

Guarda la casa un patio con, igual que los demás, aspectos que lo definen de forma especial. Uno de ellos es la capilla que preside una imagen de Nuestra Señora de la Salud. Este detalle es sólo otro de los muchos que componen este espacio, que cuida con gusto el presidente de la Asociación Claveles y Gitanillas. Hombre que junto a su pareja un día decidiera apostar por este tipo de vivienda. “Nosotros adquirimos un solar en 1998 y después de unos años recogiendo cosas antiguas decidimos empezar a construir. En diciembre de 2000 se derribó lo poco que quedaba y en enero de 2001 empezamos a construir”, explica Rafael Barón el origen del que hoy es su hogar y el de su familia.

Arrancó entonces una apasionada defensa de la tradición por parte de Rafael Barón y su mujer, que tenían muy claro el modo de vida que deseaban. “A mí me encantaban los patios desde muy joven, que iba con los amigos a visitarlos, y mi mujer viene de una familia que ha vivido siempre en una casa-patio en San Lorenzo, en la calle Roelas”, relata. Al sueño se unieron otros factores. “Además yo necesitaba taller para mi trabajo y pensé siempre en una casa que ofreciera las dos opciones, vivienda y taller. Estuvimos unos años buscando por todo el casco histórico y al final fue un amigo mío el que nos avisó de que había un solar. Vinimos a verlo y nos encontramos que era una antigua casa de vecinos ya derrumbada pero con posibilidades”, continúa.

No lo pensaron dos veces llegada la ocasión. Como tampoco la dedicación al patio, que participa en el Festival de Córdoba en la modalidad de arquitectura moderna. Un cuidado que Rafael Barón advierte de que es posible sólo por pasión. “Tú lo haces porque te gusta, por obligación no puedes hacer esto. Es por propia voluntad, si luego mantienes una tradición, pues mejor”, expone el dueño del número 2 de Pastora. Con todo, este reconocido artista del dorado tiene claro su respaldo a la costumbre de la casa-patio y del Concurso. Y ahí el deseo es que alguno de sus hijos les releve a él y a su mujer llegado el momento. “Alguno se la tendrá que quedar (la vivienda) si quiere, y es difícil porque a una casa de éstas tienes que dedicarle mucho tiempo”, afirma.

“A mis hijos les inculco el cariño por las plantas, les obligo a que colaboren porque lo que quieren es jugar. Llegando a acuerdos al final colaboran, porque les gusta y están acostumbrados, son niños que han vivido entre plantas y las respetan”, explica Rafael Barón sobre el día a día en su familia. “Me encantaría que siguieran la tradición o que uno siguiera en la casa y la siguiera abriendo y el otro buscara otra, pero yo no puedo obligarles, como mis padres no me obligaron. Nosotros hemos iniciado esta tradición, a la que apoyaremos no sólo con nuestros hijos sino con mucha otra gente a la que podamos ayudar para que se incentive un poco el relevo generacional”, añade.

El presidente de la Asociación Claveles y Gitanillas refuerza su pensamiento con el hecho de que los visitantes aprecien el trabajo de los cuidadores en cada casa-patio. “En general la mayoría todos te lo agradecen y valoran el esfuerzo, asumen el trabajo y la dedicación que tiene mantener todas estas plantas. Eso lo ve la gente, cualquiera que tenga ojos en la cara entiende la labor que tiene”, expresa antes de aseverar que lo importante de un patio “no es sólo mantenerlo, sino abrirlo, compartirlo”. Del mismo modo, Rafael Barón destaca que habitar en una de estas viviendas “supone calidad de vida”.

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