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Júbilo en flor rumbo al Santuario de Linares

Romería de Linares | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Éste es el primer domingo de mayo. Amanece con cielo claro, pero un tanto turbio. Las nubes este 2018 tienen afán de protagonismo. Aunque en esta ocasión no consiguen más que oscurecer el manto azul que cubre Córdoba. Ni siquiera es capaz de generar la más mínima incertidumbre entre quienes están dispuestos a disfrutar de una de las citas más clásicas. Porque a pesar del inquietante gris allá arriba la ciudad vuelve a llenarse de color y alegría con la segunda romería, en tiempo de Gloria, que recoge su calendario. Ésta no es otra que la que celebra la hermandad e Nuestra Señora de la Purísima Concepción. Como cada año por estas fechas brota el júbilo en flor rumbo al Santuario de Linares.

Arrancó este domingo, primero del mayo festivo cordobés, con un celeste nítido. A las ocho de la mañana los representantes de la hermandad de la Purísima Concepción, celebraban en la Mezquita Catedral la bendición del camino y de los romeros. Fue una hora después cuando el ambiente festivo comenzaba a inundar definitivamente la ciudad. A las nueve, las carrozas mostraban su florida presencia en la avenida de la República Argentina, desde donde partió la romería. Allí se daban cita además no pocas personas que a pie habrían de cumplir con el trayecto hasta el Santuario de Linares.

La romería, que siguió a la de Santo Domingo y recordó el diferente tiempo del que disfruta Córdoba, recorrió un año más el centro de Córdoba. Después de recorrer el Paseo de la Victoria, el cortejo continuó por la plaza de las Tendillas para buscar su senda hasta la avenida de la Agrupación Córdoba. Lo hizo, con un colorido en todo momento llamativo y el jolgorio de quienes ocupaban alguna de las trece carrozas que formaron parte de la comitiva, por las calles San Pablo, Santa María de Gracia y María Auxiliadora. Con los patios abiertos de par en par, la ciudad destapó su felicidad al ritmo de sevillanas y camino de la casa que guarda a Nuestra Señora de la Purísima Concepción.

Fue sobre las doce del mediodía, ya superadas, cuando personas a pie y carrozas comenzaron a llegar al Santuario de Linares. Allí, en el interior del templo, se celebró el segundo día de triduo en honor a la Virgen, coronada canónicamente años atrás. Era el final de la romería, en lo que al trayecto se refiere, pero el principio de una jornada festiva que había de continuar a lo largo de la tarde.

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