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El valor de lo nuevo y lo de siempre

Hermandad de la Agonía | ÁLEX GALLEGOS

Redacción Cordópolis

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Lo de siempre y lo nuevo. Lo cotidiano y lo extraordinario. De la mano fueron estos conceptos el Martes Santo de 2018 cordobés. Se contrapusieron en las calles de la ciudad estas realidades como se distanció el sello de negro de la hermandad Universitaria de las formas de ser del resto de corporaciones y los de Sangre y Buen Suceso de las improntas de Agonía, Prendimiento o Santa Faz. Fue una jornada para no olvidarla por lo que suponía la muy digna primera salida a carrera oficial en Semana Santa de la Madre del Redentor, Nuestra Señora de la Salud, o la renovación importante, hecha con mucho gusto, del paso de palio de la Virgen de la Trinidad. En la calle, mucha gente y muchas ganas de ver cofradías como las hubo los días previos. El sol se daba ya por supuesto y ahí estuvo una tarde más el cielo sin más amenazas de lluvia que las de las petaladas y las calles con la escolta de los naranjos del patio de la Catedral, San Fernando o Lope de Hoces.

La jornada comenzaba a las cinco y cuarto en la plaza de San Andrés con la hermandad del Buen Suceso. Capirotes rojos de elegante longitud, misterio con cornetas en el que el Señor se ha encontrado con su Madre en la calle de la Amargura que no tardaba en salir a la calle y palio también rojo que cobija el dolor de María Santísima de la Caridad, que talló Miguel Ángel González Jurado, un autor cordobés que el Martes Santo ve procesionar en su capital a tres de sus imágenes de María, que son grandes obras, ésta de la Caridad y la Virgen de la Presentación y la de la Salud. Iba la Virgen de la Caridad con rosas en jarras y friso, algo que no pasa de moda y que pudieron contemplar quienes se habían dado cita en la puerta de la parroquia que la hermandad rodea para buscar la Corredera por Gutiérrez de los Ríos. Los costaleros, que iban con paso decidido de frente en el misterio, mecían son suavidad a la titular de la cofradía al son de la marcha que le dedicara Miguel Herrero Martos.

De la Catedral salía poco antes de las seis de la tarde la hermandad de la Agonía, que sin ninguna duda fue la protagonista de la jornada al poner en las calles de Córdoba bajo palio a su Virgen de la Salud. El Naranjo y la ciudad entera aplaudían al abrirse la Puerta de las Palmas pues se congregó muchísimo público, gran parte del cual eran vecinos del barrio que se trasladaron allí. El patio estaba expectante por ver llegar a la Dolorosa que por primera vez no estaba esperando en Santa Victoria al Crucificado agonizante, a cuya hermandad acompañaron más nazarenos de lo habitual. La banda de cornetas de la hermandad iba con Él en lo que para sus miembros como para toda la corporación era una jornada de muchas emociones. Esta vez el Cristo cedió el protagonismo a la que le dio la vida, para la que la cofradía quiso bulla. Solo el tocado, puesto por Francisco Mira al más puro estilo trianero, ya lo anunciaba y se notaba también en la flor variada en tonos rosas y malvas del paso o el movimiento del palio. La Virgen salió con el Himno de Andalucía, el Himno Nacional y con Madre bendita de la Salud, de Francisco José Lozano, marcha dedicada a Ella.

A las seis y media ya había cuatro hermandades en la calle puesto que habían salido también la hermandad Universitaria y la Sangre. La primera de ellas, formada por un pequeño cortejo, que rápidamente recorrió la distancia entre la iglesia del Juramento de San Rafael y Cardenal González, donde estaba su cruz de guía a las siete de la tarde. En la procesión, dos grandes imágenes contemporáneas. La primera en el tiempo, la Virgen de la Presentación, que apareció ataviada como de costumbre en lo que es una apuesta de esta hermandad por un estilo distinto a lo habitual en la ciudad. El Crucificado, en su caminar en su sencillo paso, iba atravesando corazones y conciencias, una de las grandes virtudes de este Santo Cristo de la Universidad en cuyo cuerpo lacerado están los pecados del mundo marcados en llagas, moratones y heridas de la flagelación.

La hermandad de la Sangre, el Císter, bajaba la calle San Fernando envuelta en puro clasicismo desde la música al exorno floral con claveles y el andar de sus pasos, que iban por una vía que se ha convertido desde el año pasado en una de las más transitadas y que es el camino que esta cofradía elige tanto para ir como para volver de carrera oficial hasta su templo. El Señor de la Sangre cumplía sus 40 años de bendición y los 20 de su primera salida en Semana Santa e iba acompañado por la banda sevillana de San Juan Evangelista, mientras que para el paso de palio en el que el apóstol más joven consuela a Nuestra Señora Reina de los Ángeles la hermandad cuenta desde hace años con la banda cordobesa de la Esperanza. A ella había pedido la corporación que la primera marcha que le interpretara en Capuchinos fuera Soleá dame la mano, que celebra el centenario de su composición por Manuel Font de Anta.

Y por el Campo Santo de los Mártires se acercaba a la Catedral la Santa Faz, también protagonista del día por el estreno del paso de palio. Nueva bambalina bordada en oro con diseño de Rafael de Rueda, autor también del dibujo del respiradero frontal en el que llamó mucho la atención la cartela de la Adoración de los Magos. También gustó la solución que la cofradía dio a los respiraderos laterales provisionales. Azul plomo y rojo cardenal en un conjunto creado para la Virgen de la Trinidad que estaba siendo muy esperado por la Córdoba cofrade. A Ella la antecedía al pasar junto a las palmeras de la entrada del Alcázar de los Reyes Cristianos el Nazareno con un color de flor poco visto en tonos ocres y para el que la agrupación musical de la Pasión de Linares volvió a poner sus prestigiosos sones como ya hizo el Domingo de Ramos con el Señor de las Penas.

La jornada la cerraba una jubilosa hermandad del Prendimiento, que llegaba desde María Auxiliadora con sus nazarenos de blanco y azul. Se ponían los dos pasos salesianos bajo la Puerta del Puente con la noche cerrada ya sobre la ciudad desde hacía un buen rato. El paso de misterio de Nuestro Padre Jesús Divino Salvador estrenaba el respiradero trasero tallado por el taller Ortiz-Jurado, que ha diseñado el paso y lo está ejecutando en varias fases. Iba acompañando al paso con el característico olivo una banda cordobesa, la del Cristo de Gracia que interpretó Alma de Dios para acceder al recorrido oficial. La Virgen de la Piedad estaba completamente iluminada por su candelería, como encendidos iban a esa hora por distintos puntos de la carrera oficial y de la ciudad el resto de cirios de los palios cordobeses, a los que respetó el tiempo sin viento en una noche en la que las cofradías regresaban a los templos acompañadas por el gentío que una jornada más disfrutó de lo nuevo y de lo de siempre, de lo original y de lo clásico.

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