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Abierto el cielo para el Señor del Buen Suceso

Vía Crucis de Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Insiste el cielo. La lluvia no cesa desde días atrás. Mantiene su presencia en Córdoba, como en muchos otros lugares, al tiempo que la Semana Santa se aproxima cada vez más. Desluce la Cuaresma, y bien pudiera haberlo hecho con este sábado. En esta ocasión, sin embargo, la meteorología concedió una tregua. Poco más de dos horas que fueron más que suficientes para que la hermandad del Buen Suceso pudiera llevar a cabo el Vía Crucis con su titular por las calles de San Andrés y en Santa Marina. Un acto público de fe que no efectuó la cofradía de la Sagrada Cena, que realizó el rezo en el interior de la que es su sede canónica, la parroquia Beato Álvaro de Córdoba.

La mañana del sábado transcurrió de manera poco alentadora. Y no sólo por la lluvia, sino por el fuerte viento que acompañó a ésta. Pero el paso de las horas hizo que el día mejorara. El agua había desaparecido definitivamente a las ocho de la tarde, sólo media hora antes de que la hermandad del Buen Suceso tuviera que iniciar el trayecto por su feligresía. Las miradas a las nubes se tornaron en el instante previsto, cuando las puertas de San Andrés se abrieron, a las parihuelas sobre las que marchó Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso. De manera sencilla, como es habitual en la corporación del Martes Santo en esta cita, el Señor caminó con un exorno floral de color rojo y acompañado de un trío musical de viento.

No pocas personas aguardaron en Hermanos López Diéguez, Enrique Redel o Santa Isabel al paso del cortejo, que puso rumbo a la parroquia de Santa Marina. Esta vez la hermandad radicada en San Andrés quería rendir visita a este templo, en cuyo interior continuó con el rezo del Vía Crucis. Posteriormente, Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso inició, gracias a los pies que le guiaban, su camino de retorno a San Andrés. El trayecto se desarrolló por calles como Zarco, Parras o Manchado. Superadas las estrecheces, en Realejo arrancó el verdadero inicio del regreso. La cofradía del Martes Santo pudo finalizar su devoto acto sin problemas, antes de que la lluvia rompiera otra vez sobre las diez de la noche.

En Poniente, la hermandad de la Sagrada Cena no quiso correr riesgo alguno. Así, tras el besapiés en el que permaneció expuesta la imagen y la misa posterior, el rezo del Vía Crucis con el Santísimo Cristo de la Luz se realizó en el interior de la parroquia Beato Álvaro de Córdoba. La salida de la comitiva estaba prevista a las nueve de la noche, y sólo un par de minutos después ya se conocía la decisión de la cofradía del Jueves Santo. La oración en el templo estuvo, lógicamente, presidida por la imagen del Crucificado.

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