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Palomas y buganvillas para la nueva saya de la Virgen de la Paz

Bendición de la nueva saya de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Conocida es popularmente como la Paloma de Capuchinos. Es éste precisamente el título de la marcha que en 1951 compusiera Francisco Melguizo para Ella. Rededor de su templo las buganvillas son parte del patrimonio de la ciudad. Juegan las flores con el blanco de las paredes que conducen a la empedrada plaza, también de encalados muros. Ante el Cristo de los Faroles se levanta el templo en el que aguarda siempre a Córdoba Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, que desde este sábado posee nueva saya. Una pieza ésta que une al rico patrimonio de su titular la hermandad a la que da nombre, y es fruto de la devoción de los costaleros que cada Miércoles Santo son sus pies en las calles de la ciudad. Bendecida está ya esta prenda, que reúne palomas y buganvillas en un paisaje blanco pero dorado.

La iglesia conventual del Santo Ángel (Capuchinos) fue escenario este sábado de la presentación y bendición de la nueva saya de la María Santísima de la Paz. Tuvo lugar el acto tras la misa de 19:00 y éste permitió conocer de primera mano esta joya, cuya hechura fue posible gracias a la cuadrilla y el equipo de capataces de la Virgen. Ellos son quienes donan un elemento ideado por Rafael de Rueda. El artista cordobés, hoy por hoy uno de los más reconocidos -por mérito propio- del panorama cofrade, fue el encargado de proyectar esta pieza que goza de un diseño original y muy cargado de simbolismo. Los dibujos ya permitían adivinar la espectacularidad final de la obra, una vez realizada.

Es el taller del astigitano Jesús Rosado, otro de los más reputados nombres actuales en el arte cofrade, el que asumió, y llevó a cabo, la ejecución de la saya. En la saya se pueden apreciar los detalles del barroco juanmanuelino, que fue el estilo elegido. Todo con la combinación perfecta de tonos áureos y argénteos que se han utilizado para un atuendo que recupera de manera especial y significativa las palomas que se asociaron y asocian a Nuestra Señora de la Paz y Esperanza. La simbología tiene por tanto un peso específico, esencial, en la prenda que vestirá ya el Viernes de Dolores -en su tradicional besamanos- la imagen que tallara Juan Martínez Cerrillo allá en 1939. Aunque antes podrá ser observada en la Fundación Miguel Castilleja, donde permanecerá expuesta entre el 12 y el 16 de marzo. El horario será de 9:00 a 14:00 y los días 14,15 y 16 por la tarde de 19:30 a 21:00.

Pero si importantes son los elementos, por simbólicos, que dibujan la saya, no menos lo es la riqueza del conjunto. La saya está bordada principalmente en hilo de plata, por reflejar el color blanco que es propio de la Virgen y, por ende, de la hermandad de la que es titular. Así es cómo en los talleres de Jesús Rosado se dio forma a las palomas para la Paloma de Capuchinos en una pieza realizada con diversas técnicas, que van de la hojilla al milanés. Del mismo modo, cuenta el atuendo con bordado en hilo de oro que resalta más si cabe la magnífica joya diseñada por Rafael de Rueda.

No termina ahí la suma de detalles dentro de la obra, tanto en simbología como en la riqueza de este elemento patrimonial. El morado se suma a la plata y el oro en la fase de bordado. Éste aparece en alusión a esas buganvillas que crecen en la emblemática Cuesta del Bailío y que cada primavera -no sólo, pero sí mucho más entonces- ofrecen más belleza si cabe a este punto de la ciudad. De esa reconocible estampa cordobesa saltan las flores en su tonalidad más habitual a la saya de la Paloma de Capuchinos, que también recoge elementos alusivos a su advocación. Son la rama de olivo de la Paz y el ancla de la Esperanza de María Santísima en el Santo Ángel.

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