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Éxito rotundo del Nuevo Testamento cofrade de Pascual González

Espectáculo 'Cristo, Pasión y Esperanza' | TONI BLANCO

Redacción Cordópolis

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La Pasión de Cristo comienza en Córdoba con un rotundo éxito. El Señor vive en Cantores de Hispalis y en Pascual González, que vuelve a los escenarios en la capital cordobesa con su nueva obra sobre Jesús de Nazaret. Y lo hacen con la colaboración especial e indispensable de Álex Hernández y Diego Benjumea, cuyas voces se funden a la perfección con las de los Cantores, Juan Luis Calceteiro y Carlos Ruiz, y el creador del espectáculo titulado ‘Cristo. Pasión y Esperanza’ que este martes 6 de marzo se puso en escena en el Teatro Góngora en lo que supone el comienzo de la gira nacional de la obra, en la que se unen pasajes más populares y otros más espirituales.

Con un Teatro Góngora totalmente lleno de público, el espectáculo se pudo ver en dos funciones, a las seis de la tarde y a las nueve de la noche, por lo que fueron 1.200 cordobeses los que pudieron disfrutar de la nueva creación del cantautor sevillano en la que sus composiciones, poemas y adaptaciones confluyen con grandes obras de reconocidos autores. En la obra musical se canta y alaba sin complejos al Hijo de Dios en lo que es la representación de los Evangelios con perspectiva cofrade. Y es que la obra tiene como hilo conductor y principal tema la vida de Jesús de Nazaret desde su nacimiento, si bien el protagonismo lo tienen su etapa como predicador y su Pasión, Muerte y Resurrección.

Ésta es la historia de Cristo, según los Evangelios, que ha transformado en obra musical Pascual González después de su dura enfermedad y acabar laringectomizado y su viaje decisivo a Tierra Santa. Con su dirección general y la musical de Héctor Pérez, en el espectáculo se reconoce a Cristo como Salvador e Hijo de Dios sin ningún tipo de pudor ni complejo como puede ocurrir en algunos ámbitos de la sociedad actual, tan laicista que reduce a Jesús de Nazaret a un mero personaje histórico. En ‘Cristo. Pasión y Esperanza’ Pascual González llama a las cosas por su nombre, se basa en las Escrituras y en la tradición de las procesiones de Andalucía y otros puntos de España, dando como resultado un espectáculo, muy bello y recomendable, vibrante y que transmite, que puso al respetable numerosas veces en pie, ovacionando a los artistas y dedicándoles palabras de cariño desde el patio de butacas. Especialmente a Pascual González, que hizo un gran esfuerzo al introducir con su narrativa algunos temas y cantar también varios de ellos.

Fueron casi dos horas y media de espectáculo que comenzó con la Banda de Cornetas y Tambores Caído y Fuensanta interpretando la marcha Llora María, de Rafael Vázquez y José Manuel Reina. Esta formación saldría en tres ocasiones más durante todo el recital. A continuación entró en escena Pascual González, quien se refería sin hacerlo directamente a la enfermedad vivida y cómo le pedía a la Virgen volver a su barrio para agarrarse a su paso de palio y enlaza con la primera pieza de la obra: ‘El Milagro’ en el que la música de la banda que actúa en directo entra en acción y Pascual González se encomienda al Señor del Gran Poder. A partir de lo cual la música toma fuerza y viveza, comenzando con magnificencia lo que es el prólogo de la obra, la Creación del Mundo. La banda está formada por cinco músicos a cargo de pianos, teclados, violonchelo, guitarras, bajo eléctrico y percusiones clásicas, sinfónicas, étnicas y ancestrales. También participó el coro gaditano La Caleta.

Aires navideños

Y es entonces cuando comienza a narrarse, con las voces potentes, experimentadas y magníficamente conjuntadas de quienes cantan, la historia de Jesucristo. Los artistas salen a escena recibiendo el aplauso del público, al que introducen en el Nacimiento de Jesús en Belén a modo de villancico, cosa de la que el emblemático grupo de Cantores de Hispalis sabe bastante, pues ha dejado un importante legado musical en la materia. Se puede reconocer fácilmente en esta parte la música de los Campanilleros que se cantan en Navidad: “Mientras toda la tierra dormía, la joven María a un niño parió. Al que todos llamaban Mesías, Jesús, qué alegría, el Hijo de Dios”, cantan. Y después llegan aires de Semana Santa con Pasan los Campanilleros, de Manuel López Farfán, marcha a la que ponen letra para hablar del pesebre y la adoración de los pastores y cómo se viven los gozos de diciembre en Andalucía hablando de “palio de Nochebuena” mientras en una pantalla aparece la Esperanza Macarena, siguen cantando quienes dicen “¡Aleluya, que al Rey de los cielos lo alumbra el lucero de la salvación!”.

El escenario se convierte a continuación musicalmente en una carpintería. Se suceden ahora los acontecimientos, la huída a Egipto de la Sagrada Familia, la vida de Jesús en Nazaret donde cultiva la Palabra de Dios y el mandamiento del Amor. El Bautismo por su primo Juan y las tentaciones del demonio, la Cuaresma en el desierto, dan paso ahora al inicio de la Redención del Señor, acompañado por “doce guardianes cabales”, “sembrando la tierra de esperanza con sus bienaventuranzas” antes de hacer su Entrada Triunfal “a hombros de costaleros por toda la Cristiandad”, cantan sobre el escenario.

Ya en Jerusalén tiene lugar la Última Cena y se hace un canto a la amistad. “Bebamos el vino de la Esperanza”, dicen Cantores de Hispalis y Álex Hernández y Diego Benjumea, que cuentan cómo Cristo manda a los discípulos que vayan por el mundo “predicando su amor y profecías en cofradías de fervor y pasión”.

Con música de la marcha de procesión Mater Mea, de Ricardo Dorado, a la que Pascual González pone letra, comienza la traición de Judas Iscariote, y llega el Prendimiento “con saña y sin piedad”. Ante Anás, la bofetá de Malco. Suena ahora otra marcha: Ione, de Enrico Petrella, en la que cantan describiendo un paso del Señor ante Caifás “al son que manda el capataz por calles que huelen a azahar” haciendo un recorrido por los Cristos de varios puntos de España antes de que Pedro lo niegue.

‘Yo soy Cristo’ es el título de la siguiente parte en escena, quizá la más bella de todas en rica prosa poética que está presente en toda la obra pero que aquí hace saltar las emociones de manera especial y provoca el primero de los varios grandes aplausos del público. Pascual González relata, al igual que introduce otros muchos pasajes con su narración a lo largo de la obra, como el Señor, “al alba, fue conducido a casa de Poncio Pilatos”. Y Cristo habla por boca de Cantores de Hispalis, Álex Hernández y Diego Benjumea, que se van alternando y luego se unen. “Yo soy el pan de nuestras vidas, yo soy el Maná, la fuente inagotable de la eternidad, la puerta de los cielos de la bendición, yo soy el Buen Pastor [...] Yo soy el Mesías de mi gente, soy Cristo. El hijo del Dios viviente, el Profeta de la gente, el Mesías penitente”.

Continúa la Pasión en la Madrugada de la ignominia. Una Pasión que en otros escenarios será representada por un grupo de teatro pero que en Córdoba no pudo llevarse a cabo por las dimensiones del proscenio del Góngora, única alternativa al Gran Teatro en obras. Pero el público sigue todo lo que le van cantando a través de una gran pantalla en la que se reproduce un audiovisual del realizador Carlos Valera por el que desfilan en todo momento decenas de imágenes de Cristo y de la Virgen en imágenes de películas, pinturas y de costumbres y momentos de la Semana Santa andaluza y de otras muchas regiones españolas desde la zona del Levante a Galicia, Extremadura, La Mancha y Castilla. No faltan pasos de Córdoba y algunas de las imágenes que forman parte de la obra son el Prendimiento, el Perdón, Coronación de Espinas, la Virgen de las Angustias, el Resucitado, Jesús Caído, Remedio de Ánimas, Descendimiento, Caridad, Paz, Amargura y Dolores.

Jesús, el amigo

Va Jesús ante Herodes, ante quien guarda silencio y es tomado por loco, por lo que lo devuelve a Pilatos. Dicen ahora sobre el escenario los cantantes “Dios perdone a Pilatos. Tú eres mi amigo, cautivo de mis desvelos, Dios de mi casa, de mi raza y de mi cielo”. Y Jesús es presentado al pueblo y sentenciado. Amarrado a la columna lo azotan con malicia y lo coronan de espinas. Exclaman los artistas: “Gloria a ti Señor”, al que siempre seguirán “en la cofradía de su amor”.

La intensidad y la emotividad se elevan conforme avanza el espectáculo. Y así llega el momento de que suene el cante por excelencia de la Semana Santa: una saeta. La canta Álex Hernández. En ella dice frases como “lavándote las manos sentencias a todo el pueblo cristiano” y “con Cristo te perdonamos, Pilatos, allá tú con tu conciencia”, lo que provoca los olés y la ovación del público.

‘Camino del Gólgota’ se titula la siguiente escena en la que se hace un repaso a la Semana Santa española. Se nombran sobre el escenario a los armaos macarenos de la vieja Hispalis, de Moriles y Puente Genil, de Emerita Augusta, de Baena, de Úbeda y Marchena, de Tarraco, Tercio Romano de Cieza, de Munda (Montilla), pretorianos de Valencia. Y se describe cantando cómo es el camino al Calvario. Hablan de cornetas que suenan de Cádiz a León, gaitas de Viveiro y de Ferrol, saeta en Valladolid, bocinas de Murcia y timbales de Jaén. Suenan gaitas y tambores. Este camino al Gólgota lo sigue la Virgen y se hace un canto a María: “Por ti seré, mujer...”, para después poner sobre la escena la salida de una cofradía con la interpretación de Silencio, uno de los mayores éxitos de Sevilla reza cantando que llega a poner a todo el teatro en pie. Pascual González se une al canto de estas míticas sevillanas haciendo un gran esfuerzo.

Cristo es clavado en la cruz: “florece el árbol de la vida”. Y se dicen y se cantan las siete palabras del Señor antes de morir, cuando la Tierra “palpitó de dolor”. Para la Muerte del Salvador toma como base Pascual González El Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, seguido de La muerte no es el final. Más tarde la música describe el momento de la Resurrección del Señor en el Sepulcro. La orquesta reproduce las notas del ‘Coro de los esclavos’ en la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi. “Cristo vive, su cruz es nuestra libertad”, cantan, y siguen diciendo: “Tu pasión, Señor, es la oración de nuestra fe”, “por tu muerte y tu resurrección, el mundo seremos clamor”.

El culmen de todo es la frase “Tú eres la cruz del Amor”, que exclaman los artistas para terminar el que es otro gran éxito de Cantores de Hispalis y Pascual González, que toma de nuevo la palabra para testimoniar que “no hay nada más bonito que vivir” y ofrecer los dos siguientes temas por los necesitados de la Tierra y la paz del mundo. Suenan entonces el Credo y el Padrenuestro de la misa cofrade del mismo autor que la obra que se acaba de representar.

Pero el espectáculo llega a las dos horas anunciadas y sigue con sorpresas. Suenan sobre el escenario ocho sevillanas incluidas en la anterior producción de Pascual González: ‘La Pasión según Andalucía’. Hay sevillanas e imágenes en la pantalla de todas las capitales, se canta parte de la Salve marinera con el público participando, suena el solo de la marcha Rocío y, como es lógico, cuando se cantan las sevillanas a las hermandades más significativas de Córdoba los artistas reciben un gran aplauso.

El espectáculo termina poco antes de las ocho y media con la Marcha Real, pero antes Pascual González y su grupo interpretan Nazareno y Gitano, del álbum Sevilla reza cantando, y lo que es todo un himno: La saeta, que eriza el vello a muchos de los presentes. “Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escalera para subir a la cruz...” cala en lo más hondo del alma de quienes aplauden antes de acabar el tema ya en pie dando fe con sus ovaciones de que, como el título de la obra que acaban de presenciar, Cristo no es solo Pasión, sino también única Esperanza.

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