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Juan Carlos Rubio: “Hay mucho acoso a hombres en esta profesión”

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Alejandra Luque

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Juan Carlos Rubio (Montilla, 1967) lleva toda su vida forjándose entre guiones. Con muy pocos años, su familia viajó a Madrid, donde establecieron su residencia. Fue allí donde empezó a labrar su trayectoria, primero como actor y ahora como director, guionista y productor. Sin embargo, sus progenitores regresaron a Córdoba, lugar al que Rubio se escapa siempre que puede.

En un período relativamente corto de tiempo, Rubio ha recibido el premio Asecan a la Mejor Dirección novel y el pasado 19 de enero estrenó en el cine su primerA película, Las heridas del viento, basada en su obra teatral homónima. A sus 50 años ha hecho de todo. Y de cada uno de sus trabajos ha exprimido lo mejor y ha aprendido de lo peor. Entre sus guiones televisivos están Farmacia de Guardia, Pepa y Pepe, Manos a la obra o Adolfo Suárez, el Presidente. Entre sus proyectos teatrales, El príncipe, Iba en serio, Sensible o La correspondencia personal de Federico García Lorca, una de sus obras culmen que ha ofrecido una nueva visión del poeta granadino.

La situación de la mujer en el cine y en el teatro será una de las temáticas de esta entrevista, que se realizó apenas dos día después de la gala de los Goya. Aunque reconoce el desequilibrio existente entre hombres y mujeres, a su juicio, la solución no pasa por establecer cuotas. “Que cada uno esté donde esté por su valía. Nada más”, apunta el dramaturgo.

PREGUNTA. Autor, director, productor. Forma parte de ese grupo tan privilegiado de persona pluriempleada y, encima, en el sector en el que se ha especializado.

RESPUESTA. Todo tiene mucho que ver. Admiro mucho a la gente que de repente es actor. Luego, además, es piloto de Fórmula 1 y, más tarde, cocina bien y tiene un máster en Historia, por ejemplo. Yo realmente sé hacer muy pocas cosas y tampoco tengo certeza de que las sepa hacer bien. Pero todo lo que hago tiene que ver con lo mismo: contar historias. Antes contaba historias de otro porque era el actor y luego pasé a ser quien las escribe y las dirige pero, en el fondo, es seguir en la continua comunicación con el otro. Mi sector es muy reducido y tengo la suerte de trabajar mucho pero me cunde porque me deja tiempo para hacer otras cosas. La vida no puede ser únicamente el trabajo ni he estado dispuesto, desde hace tiempo, a que fuera lo único que hiciera. Tengo mucho tiempo libre. Soy un privilegiado.

P. Trabajar para vivir.

R. Vivir. Hay que vivir siempre y en esta vida, a veces, tienes que trabajar para vivir porque hay que pagar una serie de cosas. Pero está bien medir el tiempo. Ahora que estoy dándole vueltas a hacer un proyecto sobre Séneca por la grandeza de su figura y su vinculación tan grande con Córdoba, estoy releyendo su obra y estoy centrado en la realidad de su vida y en ella hay algo muy significativo que él apunta: el mayor bien que tenemos es el tiempo y nunca nos damos cuenta de ello hasta que no lo tenemos. La mayor propiedad es el tiempo e intento cuidarlo con la mayor dignidad y responsabilidad posibles. El trabajo es fantástico y me encanta lo que hago, pero hay una parte más importante que tiene que ver con la gente a la que quiero, conmigo, con mis aficiones... Con disfrutar de este corto espacio de viaje. Hay gente que no puede elegir. Hay situaciones dramáticas en este país y fuera y hay gente que tiene que subsistir minuto a minuto y que no tiene elección. Dios mío. Por suerte, otra mucha gente tenemos las necesidades básicas cubiertas. Entonces, creo que hay que subir a otro estadio y ser capaz de disfrutar de la vida y aprovecharla.

P. ¿Se ha encontrado en esa situación en la que ha primado pagar facturas que hacer lo que realmente quería en ese momento?

R. (Silencio) Hombre, hay que pagar facturas, eso nos pasa a todos. En general, he tenido bastante suerte y siempre me ha gustado mucho trabajar. Cuando lo hago estoy encantado y tengo mucha energía. Me gusta embarcarme en todo. He hecho televisión, cine, teatro... En todo lo que he hecho me lo he pasado muy bien y no puedo recordar un proyecto que diga: “Pues no me ha gustado”. Algunos proyectos han salido mejor y otros peor porque no hay matemática en lo que hacemos; es una suma de ingredientes que no siempre da el guiso que uno espera. Pero sí que es verdad, que en toda vida, todo el proceso de trabajo ha sido muy agradable. Y, como te decía antes, no me arrepiento de ninguno de esos proyectos. Los disfruté.

"Siempre pienso que el trabajo se puede mejorar, pero sin caer en la agonía"

P. ¿Es meticuloso?

R. Eso, quizás, lo deberían responder los demás porque una cosa es lo que pensamos que somos y, otra, lo que realmente somos. No he escuchado a nadie decir “qué tacaño soy” o “qué hijo de puta soy”. Yo intento ser meticuloso pero, a lo mejor, alguien ve mi meticulosidad como obsesión o hay gente a quien le puedo parecer un meticuloso de mierda porque no lo soy comparado con el grado de precisión de esa persona. Todo depende del rasero con el que se juzgue algo. Intento hacer mi trabajo lo mejor que puedo y siempre pienso que el trabajo se puede mejorar pero sin caer en la agonía. Creo que ahí hay un paso en el que el creador puede caer en un estado agónico. Quizás los más grandes necesitan de ese estado para llegar al éxtasis, pero es que a mí la agonía no me gusta. Hay un momento en el que hay que pararse, valorar y darte una palmadita en la espalda y disfrutar. La palabra disfrute, para mí, es importante en la vida.

P. ¿Ha recibido críticas muy duras?

R. Sí. He recibido críticas duras y muy buenas. Pero es que estamos en un sector en el que es parte fundamental la opinión de los demás. Ahí [señala el escenario del teatro] no se sube nadie para que no se le juzgue. Y, además, ahí no sólo se sube el actor, sino el autor, el director, el escenógrafo, el iluminador... Estamos ahí exponiendo un trabajo para que 500 personas lo juzguen. Es normal que nos critiquen porque no podemos gustar a todo el mundo. Esa lección hay que aprenderla en la vida. Es imposible que todo el mundo te quiera porque, primero, desgastas mucha energía. Segundo, es mentira. Da igual que hagas cosas porque siempre habrá alguien a quien no le vas a gustar y hay mucho desgaste en intentar que a todo el mundo le parezca bien lo que haces. Yo intento no herir con mis comportamientos ni a mis colaboradores, ni a la gente ni a quien no conozco. Pero siempre vas a herir a alguien aunque no quieras.

P. La mejor recompensa al éxito es el reconocimiento. Premios al Mejor Cineasta de Andalucía y Asecan a la Mejor Dirección Novel. ¿Buena manera de despedir y de empezar un año, no?

R. Es maravilloso. No sé a quién no le pueden gustar los premios, a mí me encantan. Es lo que hablábamos de las malas críticas. Yo las leo y las acepto. Un premio es lo mismo pero al contrario. Te están dando esa palmadita en la espalda tan importante para nosotros. Que consideren que una película es tan especial, tan íntima y tan contracorriente como Las heridas del viento, estoy muy agradecido por ello a Asecan. Es lo que dije cuando recogí el premio: hacer una película ya es un premio y estrenarla ya es una lotería. Quise compartirlo con aquellas personas que todavía no han hecho una película. Los que estamos trabajando estamos premiados.

"La palabra disfrute es importante en la vida"

P. ¿Cuánto ha costado estrenar Las heridas del viento?

R. Muy poco y gracias a la labor de Bernabé Rico y a la distribuidora Versión Digital, que vieron la película hace unos meses y les encantó. Esta productora está dedicada a explotar en salas obras de teatro en el extranjero y vieron en Las heridas del viento un tipo de película que se alejaba de la corriente habitual y que exploraba otros caminos. La película entroncaba mucho con la línea que la productora quería llevar. Hemos estrenado y ha sido relativamente... Bueno, espera porque este productor nos mata (risas). Bernabé Rico ha trabajado mucho por conseguir este proyecto pero es que hay muchas películas que no se estrenan comercialmente. Ha sido una labor que, desde luego, es de Bernabé Rico principalmente. Las heridas del viento nace en 1999, cuando escribo el texto, que está dedicado a mi padre. Pero lo guardé en un cajón hasta que por los avatares de esta aldea global que tenemos, llega a manos del Hispanic Theater Guild y se estrena en 2005. Yo ni los conocía. Me contactaron por Internet y me pidieron los derechos. Fui a Miami al estreno y aluciné muchísimo. Es una producción maravillosa, me encantó el trabajo que habían hecho, me transmitieron la energía del texto y los actores estaban deslumbrantes. De Miami luego fueron a Nueva York y me gustó tanto que dije: “Tenéis que venir a España”. Fue en ese momento cuando monté mi productora Mutis junto con mi primo Carlos, con sede en Montilla. Con esa productora trajimos a los actores y, con tanto éxito, que estuvieron viniendo a España tres años seguidos. Al tiempo, la obra se fue estrenando en muchos países y en 2013 decidií dirigirla yo y estrenarla en España con los actores Kiti Mánver y Daniel Muriel. De ese proyecto luego surge la película. Y, más tarde, esta entrevista (risas).

P. ¿Cuál es la cara que se le queda a uno cuando le llaman desde Miami por una obra que usted mismo guardó en un cajón?

R. En Madrid había una librería muy especial, La avispa, que era un lugar de encuentro de dramaturgos. Era una especie de agencia de autores camuflada porque la llevaba gente de teatro que hacía una labor maravillosa. Todo el mundo que llegaba a Madrid desde Hispanoamérica iba a La avispa a buscar textos y allí, Charo [la mujer que regentaba la librería] conocía mis obras y cuando llegó gente, ella les dio mis textos y los leyeron. Luego, el director del montaje español, Juan Manuel Cifuentes, también lo había leído... Se dieron una serie de circunstancias. Fue mucha alegría que te llamen para estrenar tus obras porque, además, te das cuenta de que estás conectando con audiencias no cercanas. También hay una cuestión: intento que el teatro que hago sea de sentimientos. Humano, más que de momentos concretos. Intento hablar de la condición humana y, en el fondo, todos somos iguales. Tantas cosas de las fronteras y las diferencias... Eso es una chorrada como un templo. Tenemos costumbres distintas en la gastronomía, en la ropa, en la manera de relacionarnos... Pero somos todos iguales y buscamos lo mismo en la vida: el amor, sufrimos con el desamor y nos duelen las cosas. Ya lo decía Federico García Lorca: “Estoy más cerca del chino bueno que del español malo”. Los sentimientos están a nivel mundial y es muy gratificante ver que los textos que escribes en un determinado lugar del mundo se pueden representar en cualquier lugar del planeta.

P. En una de sus obras, Arizona, usa el humor para acercar la xenofobia y el racismo. ¿Es la mejor arma?

R. El humor es un arma fantástica para todo porque descongestiona, relaja y hace que por un momento bajemos las barreras y nos contagiemos de algo colectivo. Escuchar una sala que ríe con una situación, con un chiste o con una ironía es maravilloso. Pero hay temas que son más delicados. De hecho, en Arizona traté un acontecimiento real que ocurrió en Arizona pero, en el fondo, estoy hablando de la intolerancia, la xenofobia y lo que nos pasa en el Estrecho o en Grecia con Turquía. Habla del miedo del ser humano a lo desconocido. La situación me interesó que fuera en el desierto de Arizona y me pareció potente a nivel dramatúrgico pero habla, de nuevo, del ser humano. A mí me gusta que el humor siempre esté presente de una manera u otra en mis textos, pero luego hay situaciones e historias que son más difíciles de culminar con el humor.

"Intento que el teatro que hago sea de sentimientos"

P. Volvamos de nuevo a su obra estrella el pasado año: Las heridas del viento. Seis nominaciones en Asecan pero ninguna en los Goya, y eso que presentó hasta 13 candidaturas.

R. Hay 150 películas cada año en España. Hay muchísimo nivel y competencia. Hay muchísimas afinidades también porque los premios son, a veces, una lotería. Yo no me puedo considerar ni mejor ni peor que los otros finalistas ni que todos lo que no han sido finalistas. Sería fatuo e irresponsable por mi parte. ¿Que te agrada que a tus compañeros y a la gente les gustes? Pues sí. Yo muchas veces voto por impulsos que tienen que ver con tu momento vital. No pasa nada. Está muy bien estar pero no pasa nada cuando no estás. Hay que tomárselo con esa deportividad, con esas ganas y esa alegría de que ha estado gente fantástica en los Goya.

P. Al fin y al cabo, los premios de esta misma gala están sujetos a aspectos muy subjetivos.

R. Todo en esta vida, ¿no? Todo es subjetivo: el amor, el odio, la elección de alguien para que trabajes con él... Es que somos seres subjetivos.

P. ¿Qué le pareció la gala?

R. No la vi entera. Sólo los primeros diez minutos y la quité.

P. ¿Por qué?

R. Porque no me estaba gustando. He dirigido muchas galas y es un formato muy ingrato porque, hagas lo que hagas, la gente va a decir: “Qué coñazo”. Aparte, los Goya es una gala de entrega de premios y se intenta convertir eso en espectáculo. Y se intenta, además, echar los demonios sobre el que recoge el premio porque nombra a toda su familia. ¡Pero si eso es lógico! Es una entrega de premios y hay gente que quiere nombrar a su niño, por ejemplo. Pero si es que es normal. El concepto propio de una gala es un formato poco televisivo. Se requieren rapidez, impactos y humor. Eso va a en contra de los sentimientos de una persona que desea agradecer su premio. Cuando he dirigido galas siempre me he negado a quitarles el micrófono o a darles tiempo. Sí les aconsejas que no se enrollen pero llega un momento en que la emoción les desborda y eso es lo bonito de una gala.

Si me hablas del aspecto formal de los Goya, a ver. Todos los humoristas que han pasado por los Goya son fantásticos pero las galas las deben presentar presentadores. Eso para empezar. Porque un presentador es quien sabe presentar y que conoce un formato. A mí me encantan Muchachada Nui y Joaquín Reyes, pero creo que el vivo y el directo requieren de otros mimbres. Pero no solamente por ellos [se refiere también a Ernesto Sevilla, copresentador de los Goya] sino porque una gala es un producto muy complejo. La quité porque me pone muy nervioso. Como he hecho galas, sé lo difícil que es hacerlo y me solidarizo con los compañeros que están ahí. Entonces, como no me gustó lo que estaba pasando y me pareció que había muchos errores, preferí no verla.

"Escuchar una sala que ríe con una situación es maravilloso"

P. Fue una gala altamente reivindicativa, tanto antes como durante, sobre todo en lo referente al papel de la mujer en el cine.

R. Cada uno debe hacer lo que quiera. Siempre es un buen momento para reivindicar cosas en esta vida y los Goya son una plataforma. Cuando recojo un premio intento dar las gracias a quien me lo ha dado, agradecer muchísimo lo que ha pasado y luego, si quiero lanzar una pincelada reivindicativa, lo hago. Yo respeto mucho la libertad de cada uno.

P. ¿Llegó a ver el gesto de los abanicos rojos?

R. Sé que hubo abanicos rojos a favor de la presencia de la mujer en el cine. Es un tema muy complejo. Evidentamente, hay una realidad pero yo soy contrario a las cuotas aunque creo que, en este caso, hay tanta desigualdad que la mujer viene arrastrando desde hace tantos años... Es verdad que hay que hacer algo. Pero es que creo que, quizás, debería de haber un 80% de mujeres y un 50% de hombres. Es que la que debe estar es la gente que deba estarlo. Me parecería perfecto un mundo en el que no hubiera una cuota por ser negro, mujer u homosexual. Nada. Que lleguemos a ese estado de igualdad, aunque es verdad que hasta que se alcance, algo habrá que hacer. Pero a mí no me parecen las cuotas como un objetivo, pero sí que no haya desequilibrio salarial. De todas formas, yo debo ser un marciano, pero mi madre era peluquera, trabajó toda la vida y en mi familia, yo llevo toda la vida trabajando con directoras, guionistas, actrices... En mis propias carnes, he vivido la igualdad. En mi vida, en mi cápsula, no siento esa desigualdad entre hombres y mujeres... Es que me da igual que seas una mujer. Pero no sé cómo arreglar esa situación. Igual en un gobierno tiene que haber más ministros que ministras o al contrario. Marcar una línea para todo... Lo que tiene que haber es igualdad de oportunidades para todo el mundo. Igualdad salarial y de trato y que, luego, cada uno despunte no por su sexo, sino por su valía. Por eso me encantan los concursos de textos Complica. Tú mandas un texto, lo metes en un sobre y nadie sabe quién eres. Lo ganas y lo pierdes y no se tiene esa subjetividad que en la vida se aplica a cada cosa. Es verdad que hay un machismo y un feminismo instalados, pero el desequilibrio es verdad. Ojalá en un futuro lejano pueda desaparecer. Repito. Mis obras son para mujeres. En mi caso, vengo de un matriarcado. Mi mundo es muy femenino y que yo no viva ese desequilibrio no quiere decir que no exista. La realidad está ahí aunque yo no la viva en mi burbuja.

P. El año pasado se cumplieron 20 años de su primera obra como autor, Esta noche no estoy para nadie. ¿La ha vuelto a releer?

R. La volví a montar con Kiti Mánver y lo estrenamos en el Gran Teatro en 2012. Y, de nuevo, una protagonista, dos mujeres separadas a la vez, madre e hija. En todas mis obras hay personajes femeninos. Me gusta mucho escribir para mujeres y para hombres. En cada historia surge un protagonista y no voy predispuesto a buscar una cuota. No creo que haya que tener la mitad de personajes femeninos y, la otra mitad, masculinos. La casa de Bernarda Alba la hacen todo mujeres. Trabajo igual con hombres y mujeres. He trabajado con Kiti Mánver, Fernando Cayo, Toni Cantó y José Sacristán. Yo voy buscando buenos actores y buenas actrices. Es como lo de ciudadanos y ciudadanas y todo este tema de la paridad. A mí es que me da igual que me llamen ciudadana. Creo que el idioma es para comunicarnos. El respeto es otra cosa; un estado emocional que debe estar instalado y que los niños tienen que aprender. Habría que hacer hincapié en que desde la educación salgan seres sensibles, respetuosos y que vean al otro como un ser humano. Que no exista todo lo que estamos viviendo de este acoso y de esta violencia. Y yo digo violencia, y no violencia machista. También hay mucho acoso a hombres en esta profesión.

Juan Carlos Rubio | MADERO CUBERO"Hay mucho acoso a hombres en esta profesión"

P. ¿Cómo se produce el acoso a los hombres?

R. Pues de la misma forma que a las actrices. Si un director o quien sea es homosexual... Es que el acoso es acoso. Acosar a alguien y querer conseguir de alguien algo sexual a cambio de darle trabajo... Esto ocurre con hombres a hombres, con hombres a mujeres, con mujeres a mujeres. El acoso en el teatro o en el cine no es un patrimonio de género. Lo que pasa es que en el caso de la mujer es evidente y puede que sea más cantidad. Pero no por que una cosa sea menos deja de ser importante. Ya que estamos en la lucha de la igualdad, habría que quitarle la etiqueta a la violencia. La violencia es violencia.

P. Los altos datos de asesinatos de hombres a mujeres es lo que ha obligado a catalogar este tipo de violencia como machista.

R. Quizás se hace porque es tan brutal lo que está pasando... Cada año, las cifras de mujeres asesinadas es tan grande que llega un momento en que uno tiene que colocarse en una posición. Pero, dentro de esa brutalidad, creo que hay que seguir manteniendo la perspectiva. Con que haya un solo hombre en el mundo que haya muerto a manos de su mujer, que lo hay, hablamos también de violencia, crimen y asesinato. A mí no me gusta excluir. Evidentemente, cero tolerancia a la violencia sea de quien sea a quien sea. Es más necesario decir eso, creo.

P. ¿Por qué recurre a una mujer para encarnar el papel de Lorca en La correspondencia?

R. Mi cuota la vivo siempre y la participación de la mujer, igual. Al hablar de Lorca quería que Gema Matarranz fuera la mitad de ese Lorca. También teníamos necesidades a nivel práctico. Histrión [compañía de teatro] es Gema Matarranz y queríamos colaborar. Pero, aparte, creo que dentro de cada ser humano hay lo que se denomina más masculino y lo que se suele decir que es más femenino. Ha llegado un momento en el que hay que romper moldes y dejar que un niño juegue con muñecas o que haga guisos y que la niña juegue con los coches. Pero qué más da. Esto es, de nuevo, etiquetas que hemos colgado. Quería entrar en la mente de un ser tan complejo y extraordinario como Lorca desde muchos ángulos. Su connotación homosexual, que se toca mucho en el montaje, es algo que hace 80 años se vivía de una manera muy distinta. Mariquita era el afeminado. En la obra hay un intento de posicionar al personaje en ese momento histórico. Aparte, el hecho de que este personaje fuera hombre y mujer me parece que proporcionaba a Lorca esa dualidad casi divina, alguien que fue tocado por Dios porque para escribir así...

"Federico [García Lorca] me parece un creador y un autor indispensable como director, dramaturgo, español y andaluz"

P. ¿Cómo llegó hasta Lorca?

R. Fue hace muchísimos años, desde que estudiaba leía textos suyos. Quería hacer algo con textos de Federico, que me parece un creador y un autor indispensable como director, como dramaturgo, como español, como andaluz. Como terrícola. Histrión me ofreció hacer Yerma pero yo no soy muy paternal. Y esta obra, aunque hable de muchísimas otras cosas y utilice ese instinto como metáfora, sí que es la historia de una mujer obsesionada con ser madre, y yo no comparto esa obsesión. Además, Yerma se ha hecho ya mil veces y muy bien. Así que, revisando los textos de Lorca, encontré su correspondencia personal y es maravillosa. Es el nexo de unión entre el artista y la persona. Me encuentro con cartas en la que su poética y su surrealismo se filtran, pero también emergen el hijo, el hermano y el amante. Me pareció un material maravilloso que además nadie había llevado nunca a un escenario. Y a mí, como dramaturgo, me interesa mucho la investigación y hacer cosas que no se han hecho antes para aportar una visión. A Histrión le gustó mucho la idea, además son dos mujeres maravillosas: Gema Matarranz e Inés Carrascal. Es un montaje en el que todo ha encajado y el público lo está disfrutando muchísimo.

P. ¿Qué fue lo que más le impacto al leer todas las cartas del autor?

R. Lo que más me impacta una y otra vez es, primero, su grandeza como creador. Lo terrible del crimen que se cometió, de destruir a un ser. En él hay una admiración infinita porque un hombre que con 37 años lo matan, qué no hubiera hecho con 50. Pensar que ese hombre hubiera hecho tantas cosas... En La correspondencia sí he intentado que el público, aunque sabe cómo la historia termina, se vaya contagiando de esa sensación del destino terrible y la mala suerte que tuvo Lorca. La obra me permitió comprender mucho a Federico como hombre viviendo su homosexualidad, su creatividad, su familia... Me interesa mucho la vida y la obra de alguien. Por eso hice Maquiavelo y en televisión escribí la vida de Adolfo Suárez o de Concha Velasco. Me interesa mucho lo biográfico porque en esta sociedad tenemos la maldita manía de que lo viejo no vale, cuando eso es lo más valioso que tenemos. Maquiavelo lo dice en El príncipe: Si echas la vista al pasado, comprenderás mejor el presente. Nuestros mayores están para enseñarnos cosas.

P. ¿No buscar los restos de Lorca es síntoma de ignorancia o de inoperancia política?

R. Es síntoma de todo. Para mí, de crueldad emocional. Pero no solamente los de Lorca. Qué menos que alguien pueda enterrar a sus muertos. Esto es algo ancestral e intrínseco al ser humano. A esa gente que aún no sabe dónde están sus seres queridos, que mucha se está muriendo sin saberlo, la dejan morir sin saldar esa deuda pendiente. Da igual el bando en el que estuvieran los muertos. Hablamos de hermanos, padres, hijos... Ya está bien. Hay que pasar página en cuanto a rencores políticos pero no en algo tan fundamental como es saber dónde está enterrado alguien. Hay una deuda histórica que, de una vez, deben solucionar. Éste es un país lleno de zanjas con muertos. No entiendo por qué no se ha aplicado más contundentemente la Ley de Memoria Histórica.

"Éste es un país lleno de zanjas con muertos"

P. Me hablaba antes de Adolfo Suárez y de cuando escribió su vida para una serie televisiva. ¿Cómo se describe a un personaje que, actualmente, se encuentra en una profunda revisión política?

R. Hay que tratar a los personajes en su marco. Por ejemplo, tratar la figura de una mujer por cómo estaba situada hace décadas no es un ejercicio de machismo sino es que la sociedad de aquel entonces era así. Era terrible pero era así. Menos mal que el ser humano va a mejor por muy catastrofistas que seamos con el planeta, por ejemplo. Pero este nivel de cordura, de respeto y de democracia que estamos consiguiendo nunca lo han tenido estas tierras. Hace 80 años, la gente estaba matándose a tiros. Suárez me parece un hombre que lo hizo muy bien. Creo que era muy complicado y complejo el momento histórico y la realidad es que este país pasó de una dictadura a una democracia, con sus problemas y sus revisiones, pero ole porque toda la gente de aquel momento estuvo luchando por conseguir que esta transición fuera un momento de cohesión y de pensar en un país, cosa que ahora mismo no se está haciendo por parte de muchos políticos. Hay más de “me guardo el puesto” en lugar de pensar realmente en qué es mejor para el interés general. Siempre hay interés personal, no somos santos. Un político no puede serlo si no tiene ambición, al igual que un actor o un dramaturgo. Hay un ambición en lo que haces, pero también hay muchos políticos que trabajan mucho por la sociedad. Y otros que roban y otros que no. Por eso, la transición fue un momento ejemplar. Así que, a los que ahora tengan 20, 25 o 30 años hay que decirles una cosa. Puedo votar a un partido político u otro, pero esto que vivimos actualmente no es franquismo. No estamos viviendo en un régimen dictatorial. Eso es mentira. Puede que la justicia pueda ser más justa o no, que tenga interferencias políticas o no. Todo eso lo podemos debatir, pero España no es una dictadura. Eso es así. Decir lo contrario es realizar un insulto hacia las personas que vivieron la dictadura, que estuvieron en las cárceles o que tienen a su gente en las zanjas. Ni siquiera yo sé lo que es el franquismo. Yo tenía apenas ocho años, pero le tengo respeto. Por favor, vamos a respetar a la gente que estaba antes aquí y que sabe lo que es un dictador.

P. ¿Se banaliza el franquismo cuando se hace una serie televisiva sobre un ministro franquista en la que sólo se tratan sus escarceos amorosos?

R. Te refieres a...

P. Serrano Súñer y la serie Lo que escondían sus ojos.

R. A ver. Un documental es una cosa, que también tiene un sesgo determinado, y una serie es una cosa. Con Suárez intentamos ser lo más rigurosos posible pero tú tienes que teatralizar, televisar o ficcionar una realidad. Y le das un tinte...

"España no es una dictadura"

P. Pero en la serie de Suárez sí se percibía un tinte estrictamente político.

R. Sí. A mí me interesaba más el aspecto político que el otro. Hoy en día tenemos la biblioteca de Alejandría en Internet. Si alguien quiere saber cosas, que se meta y que coteje fuentes. Poner en alza una figura, sea quien sea, está bien porque es una manera de darlo a conocer. Lo que falta hoy en día es un poco de juicio. Nos creemos las cosas tal y como nos vienen. Vosotros sois periodistas y sabéis lo que son las fuentes y la información. Pero hay que tener un juicio de valor más allá de los que nos digan. Hombre, yo una exaltación de un asesino... Es que, entonces, tampoco podríamos hacer una película sobre Napoleón. ¿A cuándo nos remontamos para exaltar románticamente a alguien? Si empiezas a escarbar, la historia está plagada de asesinos: en la Iglesia, en la política, en los reyes... Haces una serie sobre Isabel La Católica y ¿qué hacía ella? Mandar a matar a gente porque eran los tiempos en los que el valor de la vida dependía mucho de en qué clase nacieras. La ficción es la ficción y un estudio histórico es otra cosa.

P. ¿Qué queda en usted de aquel primer papel de Julieta?

R. (Risas) No soy nada Julieta ni Romeo. Él está enamorado de otra al comienzo de la obra. Automáticamente ve a Julieta y se enamora. ¿Perdona? Lo que pasa es que te has puesto caliente (risas). Creo que el amor es otra cosa y tiene que ver con una serie de estados. Me encanta la pasión pero no. Romeo y Julieta es una obra muy violenta y todo muy extremo. El diálogo es la vía para solucionar los problemas. Esos odios de las familias Capuleto y Montesco. Todo es muy tremendo. No me gusta entender la vida así. Soy conciliador.

"El diálogo es la vía para solucionar los problemas"

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