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Vía libre para el 'rescate' cultural de la nave descubierta tras la pantalla de cine del Fuenseca

Pantalla del Cine Fuenseca tras la que se localizan los antiguos almacenes de Carbonell | TONI BLANCO

Alfonso Alba

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Pocas veces el consejo rector de la Gerencia Municipal de Urbanismo tiene la posibilidad de leer informes en los que se destaca la intención de un promotor de la ciudad. Es lo que acaba de pasar con el informe que este miércoles aprobarán los consejeros de la Gerencia sobre el proyecto de Esplendor Cinemas, la empresa de Martín Cañuelo que cuando se hizo con la titularidad del Cine Fuenseca descubrió un pequeño tesoro tras su pantalla: la primera nave industrial que usó la familia Carbonell en su floreciente negocio de venta y exportación de aceite de oliva allá por el siglo XIX.

Este miércoles, la Gerencia le dará vía libre a las intenciones de Esplendor Cinemas, la rehabilitación de esta antigua nave industrial y su puesta en uso como un espacio cultural más de la ciudad, que persigue el objetivo de que la Fuenseca sea cine de verano y lugar de encuentro también en invierno.

Actualmente, la ficha urbanística del Cine Fuenseca concreta que este espacio solo puede acoger cine en verano y una pista deportiva pequeña y muy ajustada, que nunca se desarrolló. Ahora, la propuesta de Esplendor Cinemas pasa por ampliar los usos, y que la ficha permita también rehabilitar la antigua nave de 300 metros cuadrados perteneciente a la finca del cine de verano, ubicada entre la pantalla y el vecino convento de Santa Marta, con entrada por la calleja del mismo nombre, que Marín Cañuelo le gustaría convertir en “un espacio cultural multiusos”.

Los técnicos de la Gerencia ya han avalado la propuesta e incluso la han aplaudido en su informe. Ahora, tras la aprobación del consejo rector se iniciarán los trabajos para la modificación de la ficha.

El espacio descubierto tras la pantalla fue depósito de aceite de la empresa Carbonell -cuya familia habitó la casa de la Fuenseca desde el último cuarto del siglo XIX hasta mediados de los años ochenta del XX, ya convertida en varias viviendas para los directivos de la firma-, y por ello posee un laberinto de depósitos en el subsuelo de la nave: once trujales con una profundidad de 3,25 metros.

“Es un espacio lleno de posibilidades. Queremos seguir la línea de los espacios europeos que han reconvertido edificios de la arquitectura industrial del siglo XIX y XX en equipamientos culturales que poseen vestigios de sus antiguos usos”, para lo que Cañuelo pone de ejemplo el Concert Hall de la ciudad inglesa de Aldeburgh, una antigua fábrica para maltear cebada que hoy es escenario de un festival de música clásica; o el más cercano ejemplo, salvando las distancias, de la sala capitular de Orive.

“La inversión no es tanta, se trata de aplicar un criterio arquitectónico económico, el de picar las paredes y embellecer, aprovechando las vigas de madera y las tirantas de hierro. Solo es cuestión de apostar por la cultura”, afirma el empresario. De hecho, está documentado que la antigua nave estuvo a punto de convertirse en cine de invierno en 1963 por parte de la empresa que explotaba el de verano, “pero se denegó”.

Esplendor Cinemas es propietaria de los cines Fuenseca, Olimpia y Delicias desde noviembre de 2014 gracias a su compra en una subasta pública de la Agencia Tributaria, que los embargó a su anterior dueño, Rafael Gómez, Sandokán. La primera acción que la empresa ha acometido sobre sus inmuebles ha sido la rehabilitación integral de la casa de la Fuenseca, una mítica postal de Córdoba gracias a su torreón y a la fuente adosada al muro, que la empresa encontró con los techos a punto de caerse y apuntalados “in extremis”.

La obra ha recuperado la fachada, el torreón y la portada del cine, destruida por la empresa Montealto, con el permiso del gobierno de Rosa Aguilar, para permitir la entrada a sus camiones a la construcción del residencial Santa Marta, que también se llevó por delante la taquilla del año 1945. Nada de ello fue repuesto por la empresa. Esplendor Cinemas también ha rehabilitado las dos plantas de la casa de la Fuenseca y ha realizado las catas arqueológicas, no obligatorias pero sí pertinentes, para obtener más información de un edificio que tiene su origen en el siglo XV. Trozos del antiguo muro en sus paredes encaladas dan fe de todo ello.

Los arqueólogos Víctor Bracero y Francisco Peña, director y técnico respectivamente de la empresa Hispania Arqueología y Patrimonio, se han encargado de los trabajos arqueológicos en la rehabilitación de la casa. Entre sus hallazgos se encuentra, en la planta baja de la casa, el arco de carga del torreón de la Fuenseca datado en el siglo XV. Para los arqueólogos, el arco fue utilizado con posterioridad para sostener el torreón de la casa, pero entre las hipótesis de cuál pudo ser su origen se plantea que pudo ser “un pasadizo por su morfología exenta y sin prolongaciones”. Una zona de paso para sortear el arroyo de la Fuenseca o bien el paso a una vivienda. “Se conservará en ladrillo visto y con iluminación”, explica Martín Cañuelo, en el interior de una pequeña estancia que se destinará a uso cultural y que también tendrá acceso por la calle Juan Rufo.

La planta baja tendrá vitrinas y espacio expositivo, al igual que la escalera, que conservará el muro primitivo en dos alturas, además de maderas y dinteles antiguos embellecidos. El segundo hallazgo arqueológico se encontró por casualidad, ya que por parte de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía se sugirió hacer una cata -no obligatoria- para fechar mejor el torreón, a lo que accedió el empresario. Así apareció la antigua escalera de acceso al torreón, fechada en el siglo XVII, “muy bien conservada ya que fue colmatada al construir la escalera que pervive, por lo que conserva los encalados originales del muro”, según los arqueólogos. Cañuelo ha decido dejarla a la vista tapada con un cristal porque “además de dejar constancia de la antigüedad de la casa, tiene un aroma daliniano, de sueño, al ser un trozo de escalera que no va a ninguna parte”, explica el empresario.

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