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Un diario de sensaciones

'Una comparsa de diario' | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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El escenario permanece a oscuras. Ni siquiera es posible adivinar que el telón ya está descorrido. Un traqueteo especial suena de fondo. Parecen ser las teclas de una vieja máquina de escribir. La de cualquier redacción. La del despacho de un escritor. Puede ser la de aquel que por febrero, aunque sea enero, quiebra su cabeza para dar forma a un buen puñado de letras. Letras y palabras que se adentren en las entrañas del que escucha. Letras y palabras que cobran luz en el escenario ante figuras hechas con páginas de periódicos. Un barco de vela permite soñar con la navegación por historias muy diversas, por el mar de un mundo más amable. Ese navío con el que surcar las aguas del Carnaval. Esa nao que es en sí un diario de sensaciones. Como todas las que salen a flote en el Teatro Góngora.

Hecha la luz en el ecuador de la última semifinal del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas se descubrió sobre las tablas a un muñeco hecho hombre a fuerza de ilusión infantil. Páginas de prensa le visten, como al tipo de la Comparsa de Aguilar. Un grupo éste que en su tercer año en el certamen demuestra seguir en su línea de crecimiento, la cual ya le valió el quinto premio de la modalidad el pasado año. Lleno de historias apareció en esta ocasión con ‘Una comparsa de diario’. Con un sonido, tanto vocal como musical, de los atrayentes. La formación se postuló para la final con una gran tanda de pasodobles. “Sonríe desde el cielo […] no te dijo adiós, porque sigue contigo”, concluyó el primero, el relato de un padre que cuenta a su hija -de cuatro años- la muerte de su abuelo. En el segundo, la noticia versó sobre la figura de los segundas y los tenores en las comparsas: “Parece que en Carnaval se premia sólo al que llega más alto”.

En el penúltimo turno de la noche se pasó de la prensa a la caja tonta, que en este caso fue divertida. Destacada fue también la actuación de la Chirigota de Chache, que realizó un pase para llamar a las puertas de la final -que se le escapó el pasado año por los pelos-. El tipo, un conjunto de las tradicionales figuras de flamenca para posar sobre las televisiones y una legionaria Marilyn muy particular. Genial el Merlo en todo momento. El grupo hizo reír de principio a fin con ‘Odio las teles de plasma’, que tiene un magnífico estribillo. “Ay, echo de menos las Telefunken, y si me caigo de aquí, y si me caigo de aquí, odio las Smart TV”. Porque mantener el equilibrio sobre un televisor plano es complicado, y menos si se hace un guiño a ‘Los equilibristas’ de Subiela. El popurrí fue el broche dorado para un repertorio completo y simpático.

Otra historia diferente fue la que escribieron, al comienzo de la sesión, unos griegos que en realidad venían de Pozoblanco. Con el Partenón de fondo, ‘Una chirigota clásica’ regresó a las tablas del Teatro Góngora con buen sentido del humor y una pizca de maldad. Pero de la que se estila en Carnaval, que al final resulta ser buena o, cuando menos, simpática. La ironía de este grupo, que accedió a semifinales en su vuelta al Concurso, impregnó sus dos cuplés, dedicados al compañero de una emisora. Y en el fondo, por el mensaje, a los medios. “Tenemos que darle un diez a los locutores de nuestra radio, en el pase de preliminares nos describieron sin ningún fallo”, señaló esta agrupación tras escucharse un audio en el que se les citaba con vestimenta romana. El tema terminó con un guiño sobre las obras del Gran Teatro, “que van para largo, porque las hacen los mismos que en El Arcángel”. En el segundo de la tanda, tras hablar de un concierto de Manuel Carrasco culminó la formación con un enlace al anterior: cantó una bulería y hubo quien dijo que era un fandango. “Seguro que los periodistas eran los de la radio”.

El relato continuó después con más acento de la provincia, que en los últimos años es tan importante. Es la ilusionada presencia de agrupaciones de otras localidades la que da más vida al Concurso. Como ejemplo téngase la Comparsa de Belmez, que se coló en la segunda fase con ‘Los charlatanes’. Su tipo, con pantalón y sombrero alto de color marrón, camisa blanca y chaleco rojo, venía a representar un buscavidas de un siglo anterior. Un buscavidas que lo es a base de habladurías. “Soy lo que quieres escuchar”, dijo el conjunto en su popurrí, con el que coronó su actuación. En su tanda de pasodobles la agrupación habló del bullying. El final resultó trágico: con un suicidio que ojalá nunca más deba repetirse. En el segundo piropeó a la capital. Por cierto, que el periodismo recibió también en este caso: “Hay charlatanes que se esconden en la prensa”.

La historia cambió de nuevo por completo de la mano de la Chirigota de Finito, con buena parte de los integrantes del grupo de Rafalín Castilla. Esta vez sólo hubo que dirigir la mirada a la Mezquita Catedral, con un Puente Romano ante el que aparecía la playa soñada del Guadalquivir. En su arena esperaban desde primera hora ‘Los Pole Position’, esos tipos que plantan su sombrilla cuando las calles aún no están puestas. Estos playistas madrugadores reivindicaron el nombre de Andalucía en su segundo pasodoble. “Manda huevos, 40 años ya de lucha, reclamando nuestra tierra y libertad […] siguen riéndose de nosotros”, cantó la formación para después recordar varios de los tópicos que sufre la comunidad y recordar a Cataluña los tiempos en que migrantes españoles acudieron allí a trabajar. Tras una entretenida tanda de cuplés, el conjunto de cordobeses en Los Boliches de la Calahorra repasó su experiencia vacacional.

El siguiente capítulo de la narración trajo consigo a la Chirigota de Lopera. Mufasa, Dumbo o Bugs Bunny fueron algunos de los personajes animados que subieron al escenario del Teatro Góngora. En ese momento la afluencia de espectadores cayó de manera notable en una noche en la que quizá en algún instante se alcanzó la media entrada. Una lástima, de nuevo. Entretenidos estuvieron los jiennenses con ‘Los que tienen mucho cuento’, que dedicaron un emotivo pasodoble a la figura de la madre. En el primero de sus cuplés hablaron del tamaño de una determinada parte del cuerpo… que era la cabeza.

Terminó el diario con una última página que escribió la Comparsa de Puente Genil. La última actuación de la noche colocó sobre el escenario a un bufón y un grupo de tipos que parecieran salir de Versalles en un baile de máscaras. En realidad esos hombres eran la representación del príncipe del mal. Así era ‘La corte’ de una agrupación que cada año va a más vocal y musicalmente, y que en su primer pasodoble trató el tema de las muertes de ciclistas en la carretera. “Vidas que se cruzan”, y una que acaba por la falta de consideración existente para con quienes pedalean en los arcenes. En el segundo de la tanda este conjunto criticó la situación social y laboral del país.

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