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De la capa de Luis Oliver al abrazo de Carlos González y Jesús León

Oliver, pieza básica en la negociación, esta mañana en Madrid | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Una mañana en el barrio de Salamanca da para conocer, más o menos, el perfil de sus vecinos. Muy ricos, pero nada ostentosos, pasean perros pequeños por sus cómodas avenidas, con pocas preocupaciones por llegar a final de mes pero con muchos asuntos cotidianos que parecen preocuparles mucho. “Esta tarde nos vamos a Málaga y no nos apetece nada”. Una señora hablaba por teléfono en la calle Diego de León, ante la notaría de Miguel Yuste, por la que taciturno caminaba Luis Oliver.

Poco antes de las 10:00 de la mañana hacía frío en Madrid, pero no tan crudo como en otros eneros. Para cubrirse del frío, Luis Oliver lucía una capa roja y unos pantalones a cuadros. Peinado hacia atrás y luciendo ricitos en el cogote, caminaba meditabundo en dirección a la notaría, justo en frente de la sede de la CEOE. Dentro lo esperaba Miguel Yuste con un legajo de escrituras de Aglomerados Córdoba. Luis Oliver se resignaba, levantaba su pluma estilográfica y firmaba. Salía del accionariado de Aglomerados Córdoba, la condición impuesta por Carlos González para venderle el club al constructor cordobés Jesús León.

Unos minutos antes de las 13:00, en otra notaría de Madrid, en la calle Serrano, con la Puerta de Alcalá de fondo, los acontecimientos se precipitaban. Dentro, Carlos González, hasta el mediodía de este viernes propietario del Córdoba Club de Fútbol, dirigía una cita que ya sabía clave. Asistía su hijo y todavía presidente del Córdoba, Alejandro González, junto a Andrés Delgado. En frente, solo, Jesús León. A esas horas, lo único que hacían era esperar. ¿A qué? A que Luis Oliver firmara definitivamente las escrituras en las que salía del accionariado de Aglomerados Córdoba. Si seguía dentro, Carlos González se negaba a firmar.

Mientras esperaban, hablaban. Y hasta se reían. González lograba que Jesús León firmase una cláusula muy parecida a la que en su día asumió de Prasa para garantizarse que en un futuro Luis Oliver no sería propietario de ninguna acción de la Sociedad Anónima Deportiva del Córdoba Club de Fútbol.

Poco antes de las 14:00 llegaron los papeles. Luis Oliver ya no era socio de Jesús León. Se dio entonces orden al notario de la calle Serrano número 1. Que preparase las escrituras. Que iban a firmar y que el acuerdo estaba cerrado. A las 15:00, Jesús León y Carlos González salieron a la calle Serrano a estirar las piernas. González, a fumarse también un cigarrillo. Se dieron un paseo, llegaron a una esquina y volvieron. En la puerta ya había fotógrafos y ante sus objetivos se mostraron hasta risueños. Hablaron de la vida, de Córdoba, de sus periódicos y del futuro. Minutos después subieron, firmaron y se dieron un abrazo. Un trozo de Córdoba cambió en una mañana de viernes en Madrid.

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