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El Córdoba de las realidades paralelas

Alejandro González, en el palco de El Arcángel el domingo ante el Rayo | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Con el equipo colista y batiendo récords negativos, el tercer inquilino en el banquillo, la afición en desbandada y un panorama de lo más sombrío en todos los frentes posibles, el Córdoba vive una de las etapas más críticas de su historia moderna. ¿Hay salida a todo esto? Con la estadística, la experiencia y el corazón en la mano, solo cabe la construcción de un milagro a base de inversión económica y una comunión brutal entre todos los estamentos que empujan a un club deportivo: desde el que se sienta en el despacho enmoquetado al hincha que observa desde la esquina más alta de un fondo.

A día de hoy, esa vía resulta francamente difícil: al declive del equipo se une una fractura social que se apreció con toda su crudeza el domingo en el partido ante el Rayo Vallecano. Más allá de las manifestaciones en el exterior -el abrazo a El Arcángel-, las protestas contínuas durante el partido y el horrible silencio resignado a la salida, el aspecto de las gradas lanza un mensaje revelador. Otra vez hubo menos de ocho mil seguidores para un partido clave. Más de tres mil abonados se quedan en casa. Éste es el peor síntoma de la enfermedad.

El club realizó este lunes su tradicional comida de Navidad, en la que el presidente Alejandro González leyó una sentida carta en la que pidió, sobre todo, “unión”, porque “junto al esfuerzo y el trabajo diario” son “la mayor fuerza que poseemos para levantarnos y superar los obstáculos que la vida pone en nuestro camino”. El mandatario blanquiverde se dirigió a los componentes de la plantilla. “Como dijo Henry Ford, llegar juntos es el principio, mantenerse juntos es el progreso y trabajar juntos es el éxito. Muy pronto conseguiremos la ansiada victoria, que por la caprichosa fortuna se nos está resistiendo. A seguir trabajando duro, porque no hay otro camino”, les expresó.

Las fiestas navideñas traen para el Córdoba un significado muy especial: la apertura del mercado. Y ahí se prevén movimientos. De salida y de entrada. Nombres como los de Javi Noblejas -cedido por el Rayo-, Loureiro y Esteve Monterde, todos ellos fuera de los planes de los técnicos, parecen destinados a tomar nuevos aires ya sea de forma transitoria o definitiva. Las operaciones de impacto llegarían abriendo masa salarial con la salida de alguno de los pesos pesados -por nómina- del plantel. Los nombres de algunos de los fichajes deslumbrantes del verano figuran en el escaparate. En cualquier caso, hay que manejar otras variables en este asunto: faltan tres partidos para el final de la primera vuelta y el equipo suma 13 puntos. Llegar con menos de veinte al ecuador del campeonato deja la salvación como una quimera. Además, sigue en el aire la situación en el banquillo puesto que nadie ha ratificado públicamente a Jorge Romero como técnico después de que el club etiquetara como “interina” su situación después de la destitución de Juan Merino. En episodios de crisis se necesitan certezas y el Córdoba maneja demasiadas incertidumbres y sombras. Como la de su porvenir.

Los rumores sobre la venta de las acciones -más del 98 por ciento en poder de Carlos González a través de Azaveco- han vuelto a salir a escena. El propietario se hartó de decir en los últimos años que no tenía al Córdoba en venta, aunque siempre estaba dispuesto a escuchar alguna buena oferta. Las hubo, pero no llegaron a nada. Ahora, con el producto en devaluación, la situación cambia. Y en esa marea revuelta aparece el madrileño José Miguel Garrido, que al frente de su empresa, Only One Way, estaría dispuesto a hacerse con la entidad blanquiverde según avanzó Diario Córdoba.

Garrido, que fue máximo accionista del Albacete Balompié hasta el verano pasado, se interesó por adquirir el Elche -actualmente en Segunda B- y tiene en su punto de mira -junto a otros clubes españoles y europeos- al Córdoba. Contactos ya hubo, según ha publicado el digital deportivo Cordobadeporte. “Sí hemos hablado, porque nos conocemos, pero no hay nada serio”, indicó Garrido a este medio, añadiendo que “ayer (por el domingo) no estuve en El Arcángel viendo el partido ante el Rayo y a partir de aquí no haré más declaraciones”. Se especula con una cifra en torno a los diez millones de euros.

Con el cordobesismo dividido, la propiedad enclaustrada y la dirección en una especie de estado de shock por lo inesperado de la situación -todos los presupuestos y previsiones de ingresos se ajustan sobre la base de un club aspirante a subir a Primera-, el equipo permanece como principal problema y (casi) única vía de solución. Con Romero tendrá que reaccionar de un modo fulminante porque precisa una mutación total en resultados. Con una cadena de diez jornadas sin ganar, puede superar otra nefasta plusmarca si no vence el sábado en el Estadio de los Juegos Mediterráneos al Almería de Lucas Alcaraz.

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