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Cosmos, el futuro está en el aire

Imagen de la Cementera Cosmos | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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El futuro de la cementera Cosmos, al igual que el de las partículas que emite su planta incineradora, está en el aire. Esta semana, la misma que el Pleno del Ayuntamiento aprobaba el informe de la Gerencia Municipal de Urbanismo que establecía que el impacto en la salud de la quema controlada de residuos es alto, la cementera invitaba a los periodistas a visitar la planta y a conocer de primera mano su funcionamiento.

Ocurrió este viernes, en lo que era “una jornada laboral normal”, según explicaban los trabajadores de Cosmos, solamente rota por la visita de una decena de periodistas, cámaras y fotógrafos, que han merodeado por una de las factorías más antiguas y reconocibles de la industria cordobesa. Era una visita pactada, cuyo protocolo sólo se salta cuando los periodistas insisten en preguntar al director de la fábrica, José de la Vega, por la actualidad y por la sombra que planea sobre la cementera.

José de la Vega resume en dos nociones: Cosmos es “viable” desde el punto de vista ambiental y “económicamente inviable” si se pretende su traslado a cualquier otro lugar. Una posibilidad que sólo ha leído en la prensa, aclara el director de la cementera, que añade que, hasta el momento, nadie con responsabilidad ha puesto sobre la mesa esa propuesta. Ahí acaba la tensión periodística y empieza la visita a la fábrica.

85 años de historia industrial

La de Cosmos es una historia común en muchas ciudades. La de un cinturón industrial que acaba siendo engullido por la urbe, la de barrios en las afueras que ahora son pasto de la gentrificación, la de humos que antes tragaba el monte y que ahora tragamos todos. Mucho ha cambiado la Córdoba en la que, en 1931, se levantó la fábrica de cementos que hoy es Cosmos, adquirida por una multinacional brasileña, aunque no tanto ha cambiado la forma de producir dentro de ella.

Ni siquiera su fisionomía. Cosmos es una construcción de hormigón, ladrillo y metal cubierta de polvo, que funciona, según cuentan los operarios, como un reloj, aunque sólo esté en alta producción un 25 por ciento del año -unos 3 meses-. Cuando la maquinaria está a tope, explica su director, se producen entre 2.100 y 2.200 toneladas de cemento al día. “Teniendo en cuenta que en un camión caben 25 toneladas de cemento, calcula cuántos puestos de trabajo indirectos se producen en esta fábrica”, apostilla de la Vega, que explica que, en un día de producción, trabajan en la fábrica entre 90 y 100 personas, sumando personal propio y externo.

Este viernes era un día de poca actividad, al menos durante la visita, de modo que a mediodía apenas se atisban dos decenas de empleados directos e indirectos en la factoría. Suenan y se pueden apreciar sobrevolándola bandadas de pájaros, al igual que resulta llamativo el cinturón de eucaliptos que la rodea o las pequeñas moreras que hay diseminadas dentro, islas verdes entre tanto latón y polvo amarillento. Lo más contaminante a pie de fábrica, el ruido que hace el horno y el calor que emana de su funcionamiento, mayor a cada paso que uno se aproxima al gigante cañón de color gris.

Apenas a unos metros del horno está la zona más tecnificada de la planta: La sala de máquinas, en la que un solo operario dirige toda la actividad; y el laboratorio, que cuenta con robots automatizados que toman constantes muestras del producto. Escaleras abajo, a pleno asfalto y en una mañana gris, la planta de Cosmos parece una factoría del siglo XX, aunque llama también la atención la absoluta escasez de humo o la falta de un aroma fuerte, de esos que se impregnan en la ropa.

La quema de residuos nunca fue tan limpia

El director insiste: “Cosmos ha reducido sus emisiones contaminantes en los últimos diez meses”. Concretamente desde que comenzó a sustituir la quema de petróleo por la quema de Combustible Derivado de Residuos (CDR), una mezcla de papeles, plásticos y otros materiales que han sido previamente tratados, lo que, además de ecológico, contribuye a la llamada economía circular.

De la Vega rechaza, por tanto, la vertiente ecológica entre los argumentos de quien quiera acabar con la incineración en la planta, una actividad que, según narra, se lleva haciendo desde hace décadas y nunca de un modo tan limpio.

Sin embargo, un poco antes, al director de Cementos Cosmos no le había quedado más remedio que reconocer lo evidente. “Contaminar, contaminamos todos. Cualquier acción humana es contaminante”, había dicho. “No valorizar es condenarla al fracaso”, remataba sobre Cosmos en una semana clave para el futuro de una de las fábricas con más historia de la ciudad.

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