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Más allá del lazo rosa

La cordobesa Irene Liñán, afectada de cáncer de mama | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Lo llevan los futbolistas, los artistas, los presentadores de los informativos y miles de ciudadanos durante unos días. El lazo rosa. Una llamada de atención, una reivindicación y un homenaje a todas aquellas mujeres que padecen cáncer de mama, una enfermedad de la que cada año se diagnostican 25.000 casos en España. El 19 de octubre, coincidiendo con el Día Mundial contra este cáncer -primera causa de muerte en mujeres en nuestro país-, proliferan las iniciativas solidarias para intentar recaudar los máximos fondos posibles con destino a la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Todo es rosa. Y está bien. Pero no es suficiente. ¿Qué hay más allá del lazo? La cordobesa Ireñe Liñán lo sabe. Es una de las agraciadas en la trágica lotería de una enfermedad que golpea con saña. “Esto se traduce en que la padecen 1 de cada 8 mujeres. 1,2,3,4… A mí me tocó ser la mujer número 8. Mi nombre es Irene y esta es mi historia”.

La primera noticia

“Dos días antes de cumplir mis 36 años, regalo adelantado. El resultado de la biopsia no ha sido bueno. Es cáncer. Una noticia que a priori te pega tal bofetada que te sacude y te sumerge en la más absoluta desesperación, rabia, tristeza, incertidumbre, sentimiento de culpa por hacerle pasar este mal rato a los tuyos…Tras 21 días de oscuridad, como yo los llamo (pruebas para determinar la extensión), y tras sentarte con el especialista para que te explique la hoja de ruta a seguir, tomas conciencia real de lo que está pasando. A partir de ahí, comprendo y asumo que hay situaciones en la vida que no se eligen, pero sí puedo elegir cómo afrontar ésta. Y decidí afrontarla siendo proactiva con mi enfermedad y seguir viviendo a pesar del cáncer”.

La hoja de ruta

“No todo es rosa. Se ha generado un concepto en torno al lazo que desde mi punto de vista no se asemeja a la realidad. El cáncer no es rosa, ni divertido. Hay quien se atreve a compararlo con ”un resfriado largo“ o lo ve como ”un paréntesis en la vida“, y nuestra realidad no es ésa. Doce ciclos de quimioterapia, con sus respectivos pinchazos y también los de las analíticas, una primera intervención de 5 horas donde se me practicó una mastectomía doble, extirpación de 5 ganglios linfáticos, y extirpación de ovarios y trompas. Tres semanas más tarde, tuve que someterme a una segunda operación para extraer el resto de ganglios linfáticos de la axila. Si bien esta operación fue más corta que la primera, las consecuencias y recuperación ha sido mucho más lenta. 33 sesiones de radioterapia diarias, tratamiento hormonal para los próximos 5 años y la inclusión actual en un ensayo clínico con pastillas que durará un año. Y esto es sólo lo que se ”ve“. Aparte, hay mucha letra pequeña, pero aprendemos a convivir con ella”.

La estadística y la esperanza

“Si bien es uno de los tumores con mayor tasa de supervivencia (83% a los cinco años del diagnóstico), y a pesar de todos los avances, un 20% de las pacientes acaban recayendo y desarrollando metástasis, incluso algunas son diagnosticadas de nuevo. Esto se traduce en 6.000 muertes anuales. La primera causa de mortalidad en la mujer. Así que no, no lo podemos asemejar a un resfriado largo, ni restarle importancia”.

Las invisibles del 'octubre rosa'

“De este 20% de pacientes nadie habla, son la parte invisible del cáncer de mama en este octubre rosa. Son las grandes olvidadas por el sistema y por la propia sociedad, y son el porcentaje que mayor visibilidad necesita, porque ellas también quieren vivir. Y para eso es necesaria la investigación para seguir cronificando la enfermedad cuanto más tiempo mejor, o para encontrar un cura. Casi todas las campañas se centran en la prevención, que está muy bien, pero una vez dentro, queremos soluciones. También hay mucha doble moral. Muchas mujeres luego no pueden desarrollar su trabajo por las secuelas físicas de la enfermedad (entre ellas el linfedema) y no están respaldadas por el sistema. Otras empresas hacen campaña e incluso patrocinan carreras contra el cáncer de mama, pero luego no contratan a mujeres que han padecido la enfermedad, ni las aseguran. Y aunque hoy hablamos del cáncer de mama, el cáncer es cáncer, independientemente del órgano al que afecte. Hay muchos que son minoritarios y por ello, relegados a un segundo plano en plano de la investigación y en el plano social”.

Echando el lazo al negocio

“Veo que hay mucho negocio en torno al lazo. Hay gente que intenta lucrarse de la enfermedad. Se habla del mes de octubre, el mes rosa, y empiezan a vender productos en los que en muchos casos la recaudación ni siquiera va destinada a asociaciones de pacientes o a investigación. Otras empresas realizan actuaciones de promoción y luego dedican un beneficio mínimo a la investigación. Yo sí pido que al que quiera colaborar, que es fantástico que lo haga, se informe antes de dónde va destinado su dinero. A veces no llega prácticamente nada de lo que aportan. En ese sentido hay que estar alerta”.

Cambia la vida

“Personalmente, no tengo absolutamente nada que agradecerle a esta enfermedad, pero sí me ha enseñado muchas cosas: a valorar cada segundo de mi existencia, a quejarme por muy pocas cosas, a que el pasado pasó y el futuro no existe, que la vida nos regala cada mañana 24 horas, y nosotros decidimos cómo gastarlas. Y ha reforzado también otras: seguir comprobando la maravillosa familia que tengo y lo importantes que son en mi vida. Sin este soporte, no habría sido posible”.

Un ensayo clínico: ayudarse y ayudar

“Creo que deberíamos tomar todos conciencia de que la única forma de que haya una cura disponible es participando en un ensayo clínico. Tienes todas las garantías de que si va mal, te van a sacar, porque tienes unos controles muy exhaustivos. Además, puedes acceder a un fármaco de última generación que fuera de un ensayo clínico no te administrarían. En mi caso, el fármaco que van a probar reduce la posibilidad de una recaída del cáncer de mama a largo plazo. Yo estoy en la fase tres del ensayo y tienes tus garantías sanitarias y controles. Estoy contenta de poder participar en él, no solamente por poder beneficiarme de un medicamento que puede hacer que el cáncer no regrese sino también por ayudar al avance de la ciencia y por respeto a las mujeres que ya han estado antes en un ensayo clínico, lo que nos ha servido a las demás para el uso de medicamentos más modernos y menos agresivos. Para mí es muy importante”.

Los grandes aliados

“Me gustaría agradecer a mi marido e hijos, a mi familia y a mis amistades, el apoyo incondicional recibido. Ha sido tanto amor, que me faltará vida para agradecerlo. A mi oncóloga, la doctora María Jesús Rubio, del servicio de Oncología del Hospital Provincial, por su implicación y profesionalidad sin límite; a mi médico de familia, el doctor José Antonio Prados Castillejo, por acompañarme en mi proceso y ayudarme a cultivar la mente; a mi oncóloga de radioterapia, la doctora María Dolores Gómez por su humanidad y trato, y a todo el equipo de la unidad de mama del Hospital Provincial por el trato recibido (doctor Raya Povedano, doctora Rioja, doctor Bascuñana y enfermeras). Carpe Diem”.

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