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Si no llueve habrá restricciones de agua... pero no en Córdoba ni su provincia

Morabito del pantano del Guadalmellato, en la superficie tras bajar el nivel del embalse | MIGUEL MOYA

Alfonso Alba

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La alarma la ha lanzado la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina: “Si no llueve, habrá restricciones de agua en 2018”. Lo dijo la pasada semana en el Senado, para contestar una serie de preguntas sobre la sequía que afecta a toda la Península Ibérica. Y no le faltaba razón. Si no llueve, habrá restricciones, pero no en Córdoba ni en su provincia, más allá de pequeños casos puntuales que ya están prácticamente resueltos.

Córdoba es de las provincias españolas mejor preparadas para la sequía. Posee una inmensa reserva hídrica gracias a gigantescos embalses, como el de Iznájar, fundamentalmente, pero también La Breña II o el Guadalmellato. Tan bien preparada está que incluso con un nivel de reservas en los embalses tan bajo como el actual tanto la capital como la provincia tienen el suministro de agua potable garantizado durante más de un año, e incluso cerca de dos, en caso de que no cayese ni una gota de lluvia más en los próximos 24 meses.

A saber. El embalse de Iznájar está a unos niveles tan bajos que no se recuerdan desde hace diez años. Este domingo, su reserva era apenas superior al 23% de su capacidad. En el año 2008 llegó a estar al 16%, y no hubo problemas. E incluso en los noventa se quedó cerca del 5%, y tampoco. ¿La causa? Es tan grande que incluso una reserva de agua tan supuestamente pequeña es inmensa. Por ejemplo, ahora mismo en Iznájar hay 227 hectómetros cúbicos de agua. Esa es una cantidad suficiente como para llenar y desbordar el pantano del Guadalmellato (con una capacidad máxima de 211 hectómetros cúbicos de agua).

De Iznájar bebe todo el Sur de la provincia. La población es algo menor a la que vive en Córdoba capital, sumando un total de 200.000 personas. Es decir, en el embalse más grande de Andalucía todavía queda agua para que todo el Sur de la provincia tenga garantizado el suministro durante más de dos años.

Algo similar ocurre en Córdoba capital. La ciudad bebe del Guadalmellato. Este embalse, a su vez, se complementa con el agua que aporta San Rafael de Navallana. Entre los dos pantanos, retienen actualmente 130 hectómetros cúbicos. Según Emacsa, esta es una cantidad suficiente para que el suministro de agua potable en la ciudad esté garantizado durante más de dos años. Incluso, en el caso hipotético de que estos dos embalses se vaciaran, la ciudad está preparada para coger el agua directamente del río Guadalquivir, depurarla y suministrarla por el grifo. Muy dramática y bestia tiene que ser la sequía como para que una ciudad como Córdoba sufra restricciones de agua potable.

En el Norte, la situación no es peor. Además de que la población no es tan numerosa como en el Sur, hay agua suficiente como para evitar las restricciones. En Sierra Boyera, por ejemplo, aún quedan 40 hectómetros de agua, más que suficientes como para suministrar a todo el Norte de la provincia durante dos años.

Pero la sequía sí que ofrece un problema de difícil solución. Los embalses cordobeses están tan bajos que de seguir así difícilmente van a poder aportar agua de regadío. De manera extraordinaria, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ha autorizado en esta primera quincena de octubre riegos extraordinarios, con el argumento de que no se habían superado los cupos concedidos a los agricultores. De hecho, el pasado no ha sido un año agrícola excepcionalmente seco en Córdoba, pero sí abundante en regadíos para salvar las cosechas.

Con los embalses a los niveles actuales y en caso de que el otoño y el invierno sigan siendo secos, el próximo verano no habrá regadío. La cuenca entra ya en un sistema de emergencia que prioriza el consumo humano sobre el agrícola y el industrial. Esta ausencia de regadíos puede provocar un auténtico desastre en las cosechas, principalmente en el olivar y en los cítricos. Pero el otoño acaba de empezar, y un pronóstico de si lloverá o no con más de dos semanas de plazo es hacer ciencia ficción.

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