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Los 'Sueños' de Quevedo, este otoño en la ciudad de Góngora

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Marta Jiménez

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“Al teatro se viene a temblar”. Eso opina Juan Echanove quien, desde el pasado abril, sale a las tablas totalmente vestido de blanco y con los reconocibles anteojos del autor de El Buscón, Francisco de Quevedo. Por primera vez, la Compañía Nacional de Teatro Clásico incorpora -en una coproducción con La llave maestra y Traspasos Kultur- a Quevedo a su repertorio en Sueños, en una adaptación libre de José Luis Collado, con dramaturgia y dirección de Gerardo Vera, que se instalará en el Gran Teatro de Córdoba los próximos 3 y 4 de noviembre.

“Interpretar ahora a Quevedo me ha enseñado un nuevo dolor físico y el amor desbocado: tenía una tendencia infinita a identificarlos. Duele hacer Quevedo y cada vez que termino con este papel me duele hasta el pelo: el amor doliente es el más grande impulso que puede tener un ser humano”, ha defendido el actor a Europa Press. No es la primera vez que el actor se cala las gafas, las cojera y las enfermedades del escritor del Siglo de Oro, ya que Echanove interpretó a Quevedo en la gran pantalla en 2006, en la película Alatriste de Agustín Díaz-Yanes.

Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo, es la obra filosófica más famosa de Quevedo. Fue publicada en 1627 y está considerada como una de las obras maestras de la prosa española del Barroco. Quevedo adapta la tradición humanista a su época, a través de breves anécdotas, para lograr ejercer una crítica social hacia todos los estamentos de la España de los Austrias.

Se trata de cinco narraciones cortas donde se pasa revista a diversas costumbres, oficios y personajes populares de su época. Son, por este orden, El Sueño del Juicio Final (llamado a partir de la publicación de Juguetes de la niñez, la versión expurgada de 1631, El sueño de las calaveras), El alguacil endemoniado (redenominado El alguacil alguacilado), El Sueño del Infierno (esto es, Las zahúrdas de Plutón en su versión expurgada), El mundo por dentro (que mantuvo su nombre siempre) y El Sueño de la Muerte (conocido como La visita de los chistes).

“Cada palabra sonará como un mazazo, como si fuera un telediario de hoy. Está todo Quevedo, su reflexión sobre los pobres, sobre los reyes que en vez de mandar duermen, o esos validos que son las polillas de España”, ha explicado Gerardo Vera, quien considera que los textos quevedianos suponen “un monumento filosófico y moral”.

El director de la obra ha reconocido que se ha embarcado en “esta aventura” por la necesidad de reivindicar a “uno de los grandes maestros”. “Ahora, en este momento de indignidad moral, estos grandes maestros son los que tienen que alumbrarnos el camino. Está todo tan removido como en la decadencia del siglo XVII”, ha señalado. Vera ha remarcado que la obra de Quevedo fue escrita en un momento en el que el Imperio español “se desmoronaba” y, por lo tanto, sus textos tienen algo de “viaje al futuro donde todavía se reconoce el momento barroco”.

Echanove ha asegurado que, como a Miguel de Unamuno, a él también le “duele España”, pero en este caso para reivindicar su compromiso con el teatro. “Me duele España pero a través del teatro, solo lo entiendo como una entrega absoluta y lo único que me interesa cuando me embarco en papeles como éste no es el éxito, sino hacer que alguien quiera volver a otra obra de teatro”, ha apuntado.

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