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'Picadillo y cines'. Un documental sobre la memoria oral de los cines de verano

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Marta Jiménez

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https://youtu. be/nyrkVdwSB_0

Andalucía siempre ha vivido su noches estivales al aire libre. Por eso una característica de nuestra cultura y de nuestro modo de vida es que siempre han existido muchos espectáculos en verano: musicales, teatrales, cinematográficos y hasta deportivos. Y Córdoba no ha sido menos.

Desde los años treinta hasta nuestros días en la ciudad han abierto más de medio centenar de cines de verano. Nunca funcionaron todos de forma simultánea, pero en la década de los sesenta más de una treintena, con ambiente de barrio, del centro o del casco histórico, programaron películas bajo la canícula. Y eso en una época sin apenas aires acondicionados ni televisión significó que la afluencia fue masiva. En algunos de los locales de verano hasta se llegaron a celebrar combates de boxeo y espectáculos flamencos o circenses. Pero eso ya forma parte de la historia.

Un trozo de esa historia, de la que Córdoba guarda los cines en activo más antiguos del sur de la península, es la que quiere rescatar el largometraje Picadillo y cines. Un documental sobre la memoria oral de los cines de verano, que se estrenará en alguna de las últimas sesiones de esta temporada, en septiembre, en uno -aún por decidir- de los cines de verano del casco histórico. El origen del proyecto está en una asociación de investigadores etnográficos llamada La torre del viejo, que se dedica a recopilar la historia de los barrios de Córdoba a través de la memoria oral.

“Nos dimos cuenta de que estaba desapareciendo la gente que vivió la época dorada de los cines de verano, unos espacios que forman parte de la cultura e identidad de la ciudad”, explica Pedro Pascual, miembro de la asociación y director del documental. Fue la urgencia de recoger estos testimonios la que los llevó a convertir una parte de este material en una película que mostrase al público esa memoria. En el documental, realizado por la productora Corso con un equipo de historiadores, sociólogos y antropólogos, han colaborado aportando material la UCO, a través del departamento de Ciencias Sociales y Humanidades, la Filmoteca de Andalucía, el Archivo Municipal, además del archivo particular de Martín Cañuelo, exhibidor de Esplendor Cinemas.

El documental mostrará cómo el inicio del cine en Córdoba se solapó con el de los cines de verano, y lo hará a través de entrevistas a personas de diferentes generaciones, todos espectadores, vecinos o trabajadores de los cines estivales. Testimonios, vivencias y experiencias de vida alrededor de los cines que sus creadores califican “para todos los públicos” y que quieren que sirva tanto de “documento científico como de historia oral”.

“Córdoba posee una identidad con los cines que no tienen otras ciudades”, opina Pascual. “Una tradición unida a la de comer en el cine que a los niños de ahora también les transmiten una identidad. Además, se entroncan los patios y el cine, este ocio trasladado al presente de una manera respetuosa con la ciudad. Nos enseña el pasado como presente, por eso es un hecho cultural de importancia”.

Picadillo y cines de verano también dibujará el mapa de los cines de verano cordobeses a lo largo de la historia, en los que algunos de sus empresarios rivalizaban por ver cuál era la mejor de las terrazas veraniegas, ya fuese jardín o azotea. Se cuidaba la vegetación, los árboles, el blanqueo y había cierta originalidad en la iluminación. Algunos eran patios de vecinos y la estética de estos, que debían ser grandes para albergar un cine de verano, era similar a la de los patios tradicionales.

Hay cines como el Fuenseca o el Delicias, aún en activo, que anteriormente al uso que se les dio en los años cuarenta como cines de verano habían sido jardines privados o huertos, con lo cual la arboleda que había alrededor se ha mantenido, aunque mucha se haya ido perdiendo porque molestaba a los vecinos colindantes.

El ayuntamiento, a través deñ Plan General de Ordenación Urbana del 86, logró catalogar estos espacios de utilidad pública y uso social, imposibilitando la construcción de viviendas en estos solares. Ello unido a la sensibilidad de empresarios como Martín Cañuelo y al apoyo del público de Córdoba ha hecho posible la conservación de un patrimonio tanto material como de forma de vida.

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