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Y después de Deivid... empezar de cero

Caro, en la Copa del Rey ante el Málaga en La Rosaleda | LOF

Paco Merino

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Cambio de reparto para una nueva película. Se fueron los actores principales y un puñado de secundarios. Y la purga aún no ha terminado. El Córdoba CF está reconstruyendo por completo su línea defensiva, que en los dos últimos cursos ha sido de las más vulnerables de toda la Segunda División. Ya es bien sabido que las culpas son colectivas, pero a los responsables técnicos blanquiverdes no les ha temblado el pulso a la hora de acometer unas reformas a lo bestia. La marcha de Deivid, capitán del equipo y uno de los hombres con más peso en la plantilla y entre la afición, ha dejado en estado de shock a la mayor parte del cordobesismo, aunque también ha ejemplificado el talante del club a la hora de meter el bisturí. Lo ha hecho a fondo.

Antoñito en la banda derecha, Domingo Cisma en la izquierda, con Deivid y Héctor Rodas de centrales. Así empezó todo el curso 16-17 con José Luis Oltra. De esa línea ideal solo queda Cisma, aunque el veterano de 35 años está convalente de una lesión que no le permitirá competir hasta el tercer o cuarto mes de Liga como mínimo. Los demás tomaron otro rumbo. Antoñito y Deivid están en el Valladolid. Ambos tenían contrato en vigor, pero se han ido. El ex del Albacete, inquieto ante su porvenir después de los fichajes de José Manuel Fernández (Oviedo) y Loureiro (Pontevedra), forzó su adiós y recaló en Pucela. Allí se fue, gratis tras rescindir su contrato con el Córdoba, el canario Deivid después de una operación que ha dejado perplejo e indignado al cordobesismo.

A Héctor Rodas se le terminó el contrato y no tuvo ninguna propuesta de renovación. Pudo haberlo hecho por número de partidos, pero en las últimas diez jornadas desapareció -por lesión de la que no se rehabilitó- de las alineaciones. El levantino ha fichado por el Círculo de Brujas belga. Le sustituyó el polivalente Caro, que es el único superviviente para el campeonato 17-18. El esforzado defensor de Estepa, formado en la cantera del Betis, llegó desde el Elche sin demasiados alardes y terminó ganándose el sitio por derecho. Para el medio de la defensa han llegado Josema, procedente del Almería aunque estuvo cedido el año pasado en el Murcia, y el portugués Joao Afonso, que llega del Estoril y es propiedad del Vitoria Guimaraes. En el grupo continúa Jonathan Bijimine, defenestrado desde que el pasado mes de enero se vio envuelto en un turbio asunto con un accidente de tráfico tras salir de un local de ocio nocturno. Al congoleño, que en su día renovó para ser puesto en el escaparate como un producto vendible, tratan de sacárselo de encima del mejor modo posible. No parece fácil.

En la banda izquierda hubo una pasarela sin fin. Terminó haciéndose con el puesto el argentino Mariano Bíttolo, que llegó en el mercado invernal procedente del Atromitos griego. Cumplió de forma notable y hubo un intento de renovación, pero las cantidades que uno pedía y el otro exigía estaban lejos. No cuajó. Samu de los Reyes terminó su periplo en El Arcángel y cogió la maleta. Abel Moreno, que vuelve de una cesión al Ponferradina, no parece tener demasiado porvenir. En el último partido de Liga ante el Girona debutó David Mena, aunque para tirar del carro se ha traído a Dani Pinillos, lateral en el año del ascenso a Primera que vuelve al Córdoba después de dos años en el histórico Nottingham Forest.

El caso es que la defensa del Córdoba será muy distinta a la de los dos cursos anteriores, en los que resultó violada casi todas las semanas. En la Liga 15-16, el Córdoba encajó 52 goles en 42 jornadas. Sólo hubo cinco peores en este aspecto y cuatro de ellos descendieron a Segunda B. Los blanquiverdes, con Oltra, jugaron el play off de ascenso gracias a que contaron con una delantera espectacular, liderada por Florin Andone, Xisco y Fidel. El Córdoba, con 59 tantos, fue el más goleador de Segunda. En esta pasada campaña, el equipo recibió los mismos (52), pero marcó 17 menos. La consecuencia fue que se salvó matemáticamente del descenso en la penúltima jornada. Sólo hubo tres equipos que recibieron más tantos -dos de ellos bajaron- y el mejor del Córdoba fue el portero, Pawel Kieszek, que jugó varios meses con la mano lesionada y se operó nada más certificarse la salvación.

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