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Robe ¿sentado? levanta a La Axerquía

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Manuel J. Albert

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Puede que Robe Iniesta no tenga una gran voz. Puede que Robe Iniesta no sea un virtuoso de la guitarra. Puede que Robe Iniesta no... Pero no hay nadie como Robe Iniesta.

Lleva tres décadas levantando auditorios, estadios, teatros y plazas de toros enteras a base de una poesía sencilla que se agarra al esófago y aprieta la garganta hasta conseguir rascar una voz como la suya entre el público. Lo hizo con Extremoduro y lo está haciendo con su primera gira en solitario. La misma que le ha traído al Festival de la Guitarra de Córdoba y con la que está presentando sus dos últimos discos, publicados sin la banda que le encumbró: Lo que aletea en nuestras cabezas (2015) y Destrozares, canciones para el final de los tiempos.

Este viernes Robe Iniesta, sentado, ha saltado al vacío para inaugurar el Festival. Y lo ha hecho asido, principalmente, a un violín y un clarinete tornado a veces en saxo. Un impulso catapultado por unos teclados y una batería tan sencillos como, en conjunto, virtuosos. Guiado por sus vientos, ha sobrevolado a la media entrada que ocupaba el teatro al aire libre de La Axerquía.

¿A qué Robe vamos a encontrar? Muchos seguidores de Extremoduro y neófitos del extremeño se hacían esta pregunta. Ajeno desde hace décadas a los circuitos mainstream de venta, distribución y difusión, la música de Robe pilla a algunos con el pie cambiado. Pero la respuesta a su pregunta fue clara, sencilla y directa. Como sus letras. Y además, desde el principio. Iban a encontrar a Robe. Sin más. Al de siempre. Pero eso sí, sentado.

Casi como un cuadro flamenco, cuatro de los seis componentes de la banda reposaron sus posaderas en sendas butacas. Y en el centro de todas ellas, un Robe de pelo largo, entronizado con sus pantalones multicolor y blusón anaranjado que le daba al conjunto un halo de pantocrátor pagano de lo más curioso. Sobre todo, cuando soltaba detalles como: “Sabéis que en esta época hay que tener cuidado con lo que se dice, no vaya a ser que se ofenda a los que mandan, a los políticos, a la Iglesia o a la madre que los parió a todos. Pues yo espero que esta canción os ofenda a todos”. Y arrojó Nana cruel, directa desde Lo que aletea....

https://youtu.be/vkQ0yUHx9Mk

Vítores.

Aplausos.

Gritos.

El cielo cambio de forma. Esa fue su presentación en esta noche sin dobles sentidos. Cartas boca arriba. Nada de tahúres en el concierto. Las cosas claras. Si Plasencia tiene tres sílabas, la música de Robe es igual de directa. Pero con ella hace piruetas. Siguen los cambios de ritmo de Extremoduro, aquellos acelerones taquicárdicos que dilataban -aún más- las pupilas del personal; las letras que te hacían sangrar con una sonrisa. Todo eso, no solo está presente en la nueva apuesta de Robe, sino que se hace más complejo con la sencillez de un cuchillo hundiéndose en el vientre.

Hoy al mundo renuncio fue un segundo aviso y Por ser un pervertido, una constatación de la cascada sin concesiones que aguardaba al personal. Nada más que añadir a un título que abría a todos en canal.

Si lo quieres bien. Y si no, también.

Nada más que añadir.

Hasta, claro, la segunda parte del concierto. Tras veinte minutos largos de descanso, Robe creció de sus raíces alrededor de metro y medio. De pie, agitado por una batería directa a la mollera más nostálgica del canoso graderío, gritó:

“Desde que tú no me quieres

yo quiero a los animales

y al animal que más quiero

es al buitre carroñero

es al buitre carroñero.

Desde que tú no me quieres

yo todos los días me muero

y alimento con mi carne

en Monfragüe buitres negros

en Monfragüe buitres negros“.

Y Robe lo cantó de pie. Pero de pie del todo.

Extremoduro con violín y clarinete.

Y así, más.

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