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Abogados de Oficio: un apoyo básico para los refugiados

Ponentes del curso sobre la intervención del abogado de oficio en la tramitación de los expedientes de solicitudes de protección internacional | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Es un fenómeno casi silencioso. Un goteo que no acapara la atención de los medios. Tampoco la de las administraciones. Pero está ahí. En los últimos años, al mismo ritmo que se han multiplicado las guerras, las persecuciones y las matanzas por motivos políticos, étnicos o religiosos, se ha comprobado que el número de solicitudes de protección internacional registrado a través del Turno de Oficio en Córdoba no ha dejado de crecer.

Visto que la gráfica sigue siendo ascendente, el Colegio de Abogados ha impartido este jueves un curso sobre la intervención del abogado de oficio en la tramitación de los expedientes de solicitudes de protección internacional.

La Comisión de Extranjería ha centrado la labor de formación en las cuestiones prácticas. Para ello, la Comisión ha contado con profesionales de diversas Organizaciones No Gubernamentales que acompañan y asesoran a las personas solicitantes de asilo en la provincia de Córdoba, además de letrados cualificados.

Gema Sarrión Luna, abogada y miembro de la Comisión de Extranjería del Colegio en Córdoba, destaca un primer problema. “Estamos detectando algunas carencias que es necesario solventar con una mayor coordinación con las entidades sociales y con la Policía Nacional”, comienza. “Por ejemplo, nos encontramos con que, en ocasiones, el abogado es un mero testigo de la entrevista que realizan los agentes de Policía al solicitante de asilo para tramitar su petición. En ocasiones, el abogado solo se limita a firmar el expediente y eso no puede ser”, subraya.

Carrión explica que el Colegio de Abogados busca que se dé un margen al abogado para que “sitúe el caso, conozca a la persona y se garantice así el mejor asesoramiento legal en la entrevista”, indica.

Este encuentro entre el solicitante de asilo, el funcionario que tramita su petición y el abogado es uno de los momentos más importantes en el complejo proceso al que se enfrentan los refugiados que llegan a España. Laura Serrano Huerta, abogada de Córdoba-Acoge, explica que muchos solicitantes “no están en disposición de contar todo lo que les ha pasado de una manera sencilla. En ocasiones tienen las trabas del idioma y de culturas distintas. Necesitan tiempo y confianza”.

Gracias a los tres pisos en los que mantienen a 18 refugiados, los profesionales de Córdoba Acoge tienen más fácil conocer a las personas que atienden. Pero es fundamental que los abogados lleguen también a cierto nivel de complicidad. “Tienen que conocer bien la historia del solicitante, conocer su contexto y orientarle para que lo expongan y argumenten de manera correcta y legal, aportando, preparando o solicitando los documentos que sean necesarios”, añade Serrano.

Mitad asistencia jurídica, mitad trabajo casi terapéutico, los abogados de oficio se encuentran, de repente, con personas que arrastran historias de dolor y sufrimiento que muchas veces son difíciles de imaginar en sociedades que llevan décadas sin padecer conflictos violentos generalizados.

“Hay que crear un vínculo de confianza”, insiste Teresa Santiago Prowald, abogada en el programa de protección internacional de ACCEM en Córdoba, “y para esa tarea es fundamental contar con un buen intérprete que haga que el usuario se sienta seguro delante de los policías. Porque no debemos olvidar que muchos de ellos huían, precisamente, de los policías de sus países”.

Ese goteo humano que termina en forma de expedientes sobre las mesas de los profesionales del turno de oficio está compuesto por cientos de personas que, tras un periplo a veces de miles de kilómetros y años de viajes, han recalado en Córdoba. Y ha sido en esta ciudad donde han tratado de empezar a regularizar su situación en un camino que, si no tan peligroso, puede llegar a ser enormemente largo y tedioso.

En mitad de ese proceso, si todo sale bien, los refugiados lograrán la ansiada tarjeta roja, un documento acreditativo del permiso temporal de residencia. “Pero en realidad es un cartón rojo con una foto grapada y poco más. Algo que la mayoría de las empresas no reconocen y que incluso muchas administraciones rechazan a la hora de realizar trámites”, lamenta Laura Serrano, que reclama un cambio en el formato del documento.

La de la tarjeta roja es solo una piedra más en un camino sin fin que acompaña a los refugiados y para cuya solución ya se están formando los letrados de Córdoba como este curso del Colegio de Abogados de la ciudad.

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