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Parras, 5: la vida en torno al patio

Patio de arquitectura moderna en la calle Parras, 5 | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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En los alrededores del Palacio de Viana se dan cita hasta cinco patios diferentes y son lo que conforman, principalmente, la ruta de San Marina-San Agustín. Entre ellos está el de Maribel Navajas y su marido, Pedro Montes, en la calle Parras, 5. Desde el momento en que la pareja abre su casa, son miles los visitantes que esperan a la entrada para evitar aglomeraciones.

“Está precioso. Este año, otro premio”, le asegura una turista a Maribel al salir del patio. Para estos días, el matrimonio ha eliminado del patio la mesa, los sillones y las sillas que usan a diario. “Nosotros hacemos vida en el patio. Desayunamos, comemos, cenamos... Todo. Es nuestro salón”, apunta Maribel. Le interrumpe una visitante, quien le asegura que no le “agarró” su última planta. La propietaria del patio le dice que no se preocupe, que ella le da una sin ningún problema. Maribel, tal vez, no note en demasía la ausencia de esa planta: son casi 500 macetas la que pueblan su patio.

Maribel y su pareja llegaron a esta vivienda en 1983, año en el que la derribaron y edificaron la que hoy es la casa del matrimonio y de sus hijas. Pero, para “levantar” la nueva vivienda, uno de los requisitos de la pareja era “respetar la tradición del patio cordobés. Así que, hablamos con el arquitecto, nos la diseñó y hasta hoy”. El suelo del patio es el único que disfruta del chino cordobés. El resto está formado por losetas de barro.

Desde una perpectiva cenital del patio se aprecia el sistema de almacenamiento de agua que permite que, a través de unas canalizaciones exteriores, el agua de la lluvia riegue de manera natural las macetas. Un deleite para la vista y el olfato del que también puede disfrutarse en Navidad.

Aunque la estructura original de la casa contaba con un pozo, el que hoy luce en el patio es uno artificial aunque con materiales antiguos. “Cuando compramos la casa sí tenía pozo pero al tener los niños tan pequeños, no nos fiábamos. Para evitar cualquier susto, lo cerramos”, explica la propietaria.

Tanto a la entrada como en todo el patio, y entre las macetas, el visitante se encuentra con todo tipo de antigüedades: elementos de cocina, cuadros, ruinas, máquinas de escribir de 1902 y otras de coser, que datan de 1914. Junto a una de ellas, Maribel ha colocado la planta más pequeña de la que dispone, colocada en un dedal. Frente al minúsculo tamaño de esta especie se encuentra la trepadora Costilla de Adán, que sobrepasa los más de tres metros y que en 2014 fue premiada por el Jardín Botánico de Córdoba con el galardón a la planta singular.

Y recuerdos de premios son los que inundan las columnas y las vigas de este patio que empezó a concursar en 2001. En su haber cuenta, entre otros galardones, con tres primeros premios en 2003, 1007 y 2010 y segundos en 2004, 2008 y 2009.

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