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Luis Costa: “Para demonizar la Ruta del Bacalao se aprovechó hasta el crimen de Alcasser”

DJ Lui, en el selfie que se ha hecho para este periódico.

Juan Velasco

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Luis Costa y DJ Lui. Este viernes, de la mano de Berlanga donde va a pinchar, visita Córdoba el periodista y también el Disc Jockey. Realmente uno no se entiende sin el otro y Luis vive de los dos oficios. Es el jefe de prensa de la promotora de conciertos Miles Away y de la Sala Razzmatazz, donde también pincha como residente en las salas Lolita y Rex Room, y el hombre detrás del proyecto Dancetería, un capricho con el que se permite acercar a Barcelona a sus artistas favoritos, y que un día es Techno, otro puede ser Disco, pero siempre es Vanguardia.

Este viernes, Costa estará haciendo doblete por Córdoba: Primero presentará a las 21.00 horas en Limbo su libro Bacalao, Historia Oral de la Música de Baile en Valencia, con el que desenmascara los mitos surgidos alrededor de la llamada Ruta del Bakalao, y después desplegará todos sus encantos musicales en Berlanga con una sesión de música electrónica vanguardista y canalla.

Luis viene a partir el Bacalao, y antes de desembarcar, ha atendido a unas preguntas de Cordópolis. Además, nos ha cedido una Playlist para acompañar esta entrevista que podréis escuchar en El Jukebox de Juani Cash.

PREGUNTA. Del Bakalao al Bacalao. ¿Esa “C” que va en el título es más importante de lo que parece a simple vista no?

RESPUESTA. Lo es hasta el punto de haber condicionado todo el proyecto, ya que su principal premisa siempre fue la de recuperar esta historia de entre los escombros de la “Ruta del Bakalao”, desafortunado y sensacionalista nombre con el que los medios de comunicación decidieron bautizar a aquella escena de clubs. También es verdad que aquello estaba empezando a tomar unas dimensiones importantes, pero cuando la prensa empezó a acudir al lugar para ver qué se cocía, y les hablaron de bacalao, con ce, ellos malinterpretaron su uso y origen y le dieron otro significado completamente diferente. Puro sensacionalismo.

En los años ochenta se hablaba de bacalao entre los djs para referirse a la mandanga nueva de importación que lo iba a partir sin duda. Música de calidad, de estilos muy diferentes, post-punk, rock, guitarreo, remezclas, techno pop, siniestrismos y los primeros sonidos proto-techno y luego el industrial y la EBM.., Todo esto era el bacalao. Ya me explicarán a qué diablos venía lo de “Ruta del Bacalao”.

P. En parte, me hace pensar también en el aburguesamiento del propio fenómeno: De los PunKs con K mayúscula, a los hombres de mediana edad o directamente adultísimos relatando batallas desde la distancia.

R. No te creas. Si te refieres a los protagonistas del libro, yo no he tenido esta sensación. Al contrario, me he encontrado con unos tipos en la cincuentena que siguen apasionados por la música y la mayoría siguen pinchando, tocando o al frente de sus programas de radio, seleccionando música increíble.

Carlos Simó, el dj de Barraca en la primera etapa del club –sin duda la mejor- me confesaba que es capaz de tirarse toda una semana sólo para escoger el tema con el que empezará su próxima sesión. Y tienes que oír las conversaciones que tienen Rafa Pastor –que tiene su propia tienda de vinilos en Valencia, XX, y fue residente de Spook en los noventa-, Cristian Martí –que pinchó en Espiral y Puzzle y dicen que tiene la mejor colección de vinilos de Valencia- y Luís Bonías, que pinchó en casi todas las discotecas valencianas y es un digger compulsivo legendario… ¡Son tremendas!

Creo que punk, en su más puro sentido del “do it yourself”, lo siguen aplicando todos ellos, que tienen una personalidad enorme. Mira, ahí está por ejemplo Ana Curra, que a su edad es la mujer más punk de España, sigue tocando su música con una presencia brutal en escena. Y es profesora de piano en el conservatorio. ¿Cómo te quedas?

P. ¿Cuándo te ponen sobre la mesa la posibilidad de escribir un libro sobre un fenómeno tan mitificado, qué pasa por tu cabeza?

R. Me lo tomo como un reto. Y a la vez, se convierte en una responsabilidad y sientes cierta presión. Tienes ganas de hacerlo bien y avanzar en la dirección correcta. Pero según iba haciendo más y más entrevistas, los propios testimonios me animaban y se felicitaban por el proyecto. Esto me fue dando cada vez más confianza y seguridad.

P. ¿Aquella mal llamada Ruta fue en realidad un camino por donde entró la modernidad al Levante, no?

R. No exactamente. En los primeros años sí, pero luego se armó una escena muy mezclada y más adelante masiva. Pienso fundamentalmente en la primera mitad de los años ochenta, cuando se juntan las diferentes tribus urbanas del momento: los punks, los rockers, los psichobillies, los siniestros, los mods y sobre todo los new romantics, que viene a ser los más modernos en cuanto a su aspecto. En ese momento, en Valencia, los más modernos son los primeros diseñadores de moda, como Francis Montesinos o Guayquemola, diseñadores gráficos, músicos, como la gente de Glamour, y todo ese entorno. Algunos se subían a Londres y se pillaban ropa allí, como Toni “el Gitano”, el dj de Chocolate y promotor de conciertos.

P. Como periodista, ¿qué porcentaje de culpa tienen nuestros compañeros de la mala opinión que se tuvo de la Ruta?

R. Pues una buena parte, pero sólo una parte, eso está claro. Porque hubo para todos la verdad. En la parte final del libro se exponen diferentes posibles circunstancias que pudieron llevar a aquella escena a su colapso final. La inmersión de los medios dando esa imagen segada, radical y sensacionalista de lo que allí se daba fue el principio del final. De aquella cobertura se pasó a la masificación, por un lado, y la persecución sistemática y exhaustiva por parte de las fuerzas del orden, levantando controles en todas las rotondas cercanas a las salas, cuando no en su propio párking.

Aquello se da el mismo año del caso de las niñas de Alcàsser, que al parecer volvían de fiesta de una de las discotecas de algún pueblo cercano, y se aprovecho para demonizar a la ruta. Todo muy de la España negra vamos.

P. El libro va de la España del Landismo hasta los últimos coletazos del Felipismo. Pareciera que la Ruta del Bacalao corrió una suerte parecida a la de la Transición, de quemar la modernidad pronto para volverse algo turbia antes del desembarco del Neoliberalismo.

R. Si, los tiempos definitivamente han cambiado, de la ingenuidad y buenrollismo político de los ochenta, con el supuesto compromiso social del socialismo español, se pasa a los oscuros y amargos noventa, donde se instala la filosofía del miedo y la corrupción política, que cada vez resulta menos social y más impositiva. De la fiesta se pasa a la evasión y de las drogas recreativas al abuso de sustancias de mala calidad. Se instala un ambiente muy crispado y agresivo, poligonero, y las cosas se van poniendo cada vez más feas. La música es cada vez más rápida, más dura y de peor calidad. Se les va completamente de las manos.

P. Siguiendo este símil, ¿Chimo Bayo podría ser el Roldán de la Ruta del Bacalao, ese personaje que hizo que todo implosionara?

R. No lo sé, hay opiniones de todo tipo al respecto y quedan recogidas en el libro. Yo no sé si diría tanto, si bien es cierto después de sus hits nunca más se supo. Pero había movidas mucho más degradantes, como lo de Los Pitufos Maquineros o toda la onda “mascachapas”...

P. ¿Qué es lo más bonito que queda de aquella época en ti?

R. La música, sin duda. Cientos de canciones y constantes descubrimientos de grupos o artistas maravillosos que añado a mi colección o a mis sesiones. Es un no parar. Al principio de mi trayectoria como dj, la influencia valenciana fue muy fuerte, me marcó de un modo definitivo. Yo escuchaba toda esa música en cintas que me pasaban colegas de sesiones de Spook, Chocolate o A.C.T.V que eran increíble. Esa manera de mezclar era muy nueva y estimulante. Todo aquello fue muy inspirador para mí y me inoculó en las venas las ansias por pinchar. Y hasta hoy.

P. ¿Qué nos vamos a encontrar esta noche en tu sesión de Berlanga? ¿Bacalao o Mandanga?

R. Jajajaja. Mandanga dancetera de la buena. Los amigos de Berlanga me han invitado a su cabina para pinchar todo lo que vengo soltando en mis fiestas Dancetería, donde partiendo de una base tecnoide de ambientes post-punk (el rollo Weatherall, Smagghe y compañía), me voy moviendo a otros estilos como el acid, el disco más bizarro o italero, electro o el house menos evidente. Me gusta mezclar diferentes estilos y variar la intensidad y energía de mis sets y los planteo como un viaje con diferentes paradas y paisajes.

P. Últimamente andas liado con ese proyecto ¿no?

R. Sí. De hecho el próximo mes de julio Dancetería cumple 4 añitos y me traigo a Cosmo Vitelli para celebrarlo. Han sido unos años muy intensos con multitud de invitados nacionales e internacionales que han dado forma a este particular invento. En realidad, la idea de la fiesta, que se completa con la serie de mixes que cuelgo en Soundcloud, es muy amplia y versátil. Algunas fiestas son más disco y otras más techno, unas más oscuras y otras más luminosas. Unas más locas y otras más tranquilitas, va como va. Pero la idea es que suene todo tipo de música nueva que me gusta. Y en el futuro me gustaría incorporar directos. De hecho, el próximo 26 de mayo organizo una Dancetería en Barcelona con un directo de Fernando Lagreca. Y en eso estamos.

P. ¿Estás muy ligado a la escena de Barcelona? ¿Crees que modelos como el de Dancetería son exportables a otras latitudes o tienen un componente arty que lo alejan un poco del público general?

R. La música electrónica y el baile son lenguajes universales. Y mi Dancetería, con ese espíritu abierto, aún más si cabe. De hecho, conecto muy bien con la escena de Madrid, del norte, Donosti o Bilbao y por supuesto con la de Valencia.

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