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Planeta Jondo, fluido diálogo musical con epicentro flamenco

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Francisco Martínez Sánchez

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Hay que tentarse la ropa cuando se anuncia un espectáculo flamenco con la prerrogativa de fusionar diversas músicas con la mejor intención artística, porque el resultado en numerosas ocasiones es decepcionante. El pasado jueves en la Sala Polifemo del Teatro Góngora, los onubenses que forman el sexteto Planeta Jondo se presentaron ante un reducido pero atento público para dar a conocer su propuesta “inspirada en la música de raíz como la música argentina, la música cubana, el jazz o la electrónica”, con la intención de que el espectáculo fuese asumido sin complejos ni juicios preconcebidos, actitud habitual en el sector rancio del flamenco.

Comienzo con sonido austero, vibración evocadora en la flauta travesera (Francisco Roca) despejando incógnitas, abriendo paso a los campesinos cantes de trilla expuestos con desenvoltura por Israel Moro; preámbulo desde el terruño de unos cantes de origen folklórico y aflamencados, en esta ocasión imbuidos en sugerente atmósfera musical. La proyección audiovisual sirvió para estructurar el contenido del espectáculo, señalizando lugares de procedencia para la pauta musical a seguir, familiarizando de antemano al espectador. Argentina y el tango para acomodar la farruca, y la vidalita de Marchena con seductoras melodías; el jazz para encajar armoniosamente zambras y alegrías dando paso a los sones cubanos con los tangos del Piyayo y la popular canción “el manisero”, que en clave flamenca y por bulerías popularizó Manuel Vallejo.

Pasado el ecuador de Planeta Jondo nada hubo que objetar dado que lo escuchado hasta el momento correspondía a los planteamientos musicales presentados por el grupo, sin transgresiones ni provocadoras mutaciones que son habituales en otros. El tramo final por soleares apolás, fandangos de Huelva y bamberas, concluyedo la experiencia con “La tarara”, corroboró y puso de manifiesto que se puede emprender experiencias musicales, que sin llegar al eclecticismo ni a la huera fusión, resultan enriquecedoras por el diálogo y maridaje musical dado. El cante de marchamo tradicional se mantuvo latente en todo momento, pero adobado con música armonizada en diversos registros partiendo de la solvencia y profesionalidad musical que, junto a la honestidad artística, contribuyó para que la fluidez y precisión de cada uno de las piezas alcanzase lo prentendido, que no es otro que el objetivo de exhibir la capacidad para desarrollar sólidos argumentos sonoros recurriendo a diversos lenguajes, sin emplear el forzado descalzador para adaptar hormas imposibles.

El cantaor Raúl Moro mantuvo la apropiada dicción para cada estilo realizado, colocando la voz desde la mesura y buen gusto. Francis Gómez ejercitó de guitarrista flamenco preciso y moldeable al discurso sonoro, abordando con virtuosismo el tres cubano. En la batería Manu Pinzón sustentó el latir y tensión requerida, fluctuando por diversas técnicas en plena sintonía con la rotunda percusión de Lito Mánez. Las notas del contrabajo por Juanmi Guzmán imprescindibles para subrayar acentos sonoros. Vital Francisco Roca, deletreando y perfilando melodías, bien con la flauta travesera o la armónica.

Hora y media de música con raigambre flamenca en correpondencia y afinidad con otras que Planeta Jondo ha sabido hilvanar sin mayores alardes que la de vivir la música sin trampatojos. El público que a bien tuvo asistir a la Sala Polifemo del Teatro Góngora, reconoció la valía del incipiente y joven sexteto onubense.

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