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El Calorro quiere lo suyo en Francia

Nacho Ramos Soler 'El Calorro'.

Paco Merino

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Lo suyo es un combate permanente. En el ring y en la vida. Nacho Ramos, El Calorro, tiene señalado en rojo el mes de mayo. Y no por las fiestas -que también-, sino porque los días 12 y 13 afrontará una cita especial lejos de su país. El púgil se está preparando a conciencia para acudir al Handi-Boxe Gilbert Joie, un campeonato de boxeo para discapacitados que se organiza en Francia. Alli se puede optar a un título de carácter oficial, algo que resulta imposible en España.

Será la cuarta vez que participe. En la primera, en 2013, fue cuarto. Al año siguiente, subcampeón. Y en 2015 levantó el título, en lo que fue uno de los momentos más intensos de su carrera deportiva. Después de un año de paréntesis por una lesión, se ha propuesto regresar y subir de nuevo a lo más alto. Su esfuerzo diario está a la altura de las exigencias que se ha marcado. Para sufragar los gastos ha puesto a la venta unas camisetas con un diseño especial. No quiere dejar ningún cabo suelto.

Nacho Ramos Soler El Calorro fue en 2013 el primer boxeador discapacitado español que intervino en un campeonato con carácter oficial, algo imposible de acometer en nuestro país pues “la Federación considera que no debemos hacerlo”, según ha venido declarando en varias ocasiones durante unos años de reivindicación que cayeron en el vacío. El cordobés de sangre y adopción -nació en Cataluña-, que vive en la localidad de Valenzuela y se desplaza cada día a la capital para entrenar, sigue con un combate pendiente. Quiere pelear en su país en un torneo de carácter oficial, algo que hasta ahora sólo ha podido hacer en Francia. A pesar de padecer una enfermedad rara -la artogriposis degenerativa, que debilita los músculos y las articulaciones-, Nacho Ramos ha seguido un exigente plan de preparación física y técnica que le ha colocado en disposición de dedicarse al boxeo. Ya está acostumbrado a que no se lo pongan fácil.

A sus 30 años, El Calorro encarna una historia de superación que fue llevada al cine -en el documental No fight, no life, premiado en distintos certámenes- y que alcanzó eco mediático. Su lucha, sin embargo, continúa sin encontrar ese momento que busca desde que ser inició en el boxeo: disputar un combate oficial en su país, en su casa, con los suyos. El Calorro ha recibido los ánimos de afamados púgiles como Petr Petrov o Wilfredo Vázquez Jr., que le alentaron para seguir adelante. A través de su página de Facebook, en la que cuenta con miles de contactos, Ramos estuvo pidiendo firmas para ejercer presión ante la Federación Española con el fin de que ésta autorice los combates entre discapacitados. Mientras tanto, él no se rinde. Y si hay que ir a Francia, pues se va.

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