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“El cáncer es una carrera de fondo”

Irene Liñán, impulsora del grupo 'Ejercita tu ilusión'.

Paco Merino

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Las ves en chándal por El Patriarca. O en una marcha senderista en Trassierra. O subiendo la cuesta de Las Ermitas. O participando en una carrera popular de la capital. O trotando a buen ritmo por el Circuito del Cola Cao en el Parque Cruz Conde. Siempre en movimiento. Algunas llevan un pañuelo en la cabeza. Como Irene, quien impulsó en el mes de febrero un proyecto, Ejercita tu Ilusión, que bajo la inspiración de una iniciativa forjada en Madrid -Corre en Rosa- aspira a convertirse en un arma eficaz para combatir contra el cáncer.

El grupo nace “para acercar el deporte mediante el trabajo de cuerpo y mente al paciente oncológico, para esforzarnos, superarnos y mostrar que sí se puede, aún con las adversidades que nos pone la vida”, al tiempo que confía “en que esta familia siga creciendo, y con ella ayudar a personas que estén transitando por la enfermedad o que la hayan padecido. Porque aparte de hacer deporte, nuestro grupo también será una puesta en común de emociones, de vivencias, de compartir nuestros sentimientos, de empatizar y de poder darnos ayuda mutua durante el antes, durante y después de nuestro proceso”. Así lo explica la principal promotora de esta iniciativa en un blog en el que estas mujeres comparten sus experiencias desde hace unos meses.

Irene Liñán, de 36 años, está casada y tiene una niña de ocho años y un niño de cinco. El pasado mes de septiembre fue diagnosticada de cáncer de mama y desde entonces ha recibido sesiones de quimioterapia. Ahora la operan de una mastectomía doble. “He tenido que parar el deporte, pero en cuanto esté lista volveré”, indica haciendo un ejercicio de coherencia absoluta entre su actitud y el nombre del grupo que ha fundado: ella ejercita su ilusión. “El deporte supone un momento de bienestar físico que hace desconectar de las rutinas del día a día. Una conexión conmigo misma que aporta superación y descarga de adrenalina”, explica.

Durante los últimos meses ha ido forjando una relación muy especial con un grupo de mujeres -“en su mayoría de 30 a 45 años que estamos en proceso oncológico o han pasado por él”, apunta- que fijan en su calendario citas para hacer carrera, senderismo o lo que se tercie en cada momento. El asunto es mantener una actividad constante. Irene recuerda que en Madrid escuchó a una oncóloga de la Unidad de Mama del Hospital Quirón hablar sobre running y cáncer. Ahí saltó la chispa. Cuando regresó a Córdoba se puso manos a la obra. “Aparte de la carrera en circuito, también tenemos senderismo en la sierra y próximamente yoga. Confiamos en ir aumentando el grupo y que cada vez se animen más pacientes”, señala, al tiempo que recalca que “el correr ayuda a prevenir otras patologías como cardiopatías o la obesidad, sobre todo después de operaciones para evitar la reaparición de tumores”.

A juicio de la oncóloga María Jesús Rubio Pérez, la práctica del deporte resulta altamente beneficiosa por un amplio abanico de razones. “Los efectos derivados tanto del diagnóstico de cáncer como de sus tratamientos oncológicos pueden hacer que las pacientes se sientan tristes, con cambios en el estado de ánimo, con insomnio, cansadas... En la actualidad sabemos que la actividad física mejora la calidad de vida de los pacientes que reciben tratamiento de quimioterapia y su pronta recuperación tras finalizar éste”, explica la doctora, quien reseña que “existen estudios que demuestran que en aquellos pacientes que realizan alguna actividad física como caminar, gimnasia de mantenimiento, etc., los efectos derivados del tratamiento oncológico como náuseas, vómitos, dolores osteomusculares, astenia, alteraciones del sueño, inestabilidad emocional o cuadros depresivos, mejoran de forma significativa respecto a aquellas personas con vida sedentaria”.

“Otro aspecto importante durante los tratamientos es el mantenimiento de la figura corporal, la cual puede empeorar por ganancia de peso que se puede controlar con una dieta sana y equilibrada junto con la realización de ejercicio físico varios días a la semana. En definitiva, el deporte es beneficioso no solo para prevenir el desarrollo de determinados cánceres, sino también para conservar la calidad de vida y disminuir los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos”, concluye María Jesús Rubio.

Pero más allá de esos réditos físicos, el atletismo conlleva una buena dosis de sensaciones que alimentan el espíritu. “Mucho. Supone ir superando retos, viendo tus progresiones, vencer barreras, y en nuestro caso, con las salidas a la sierra, tienen el añadido de disfrutar de paisajes y entornos preciosos que hacen conectar con la naturaleza. Es sentirte libre”, dice Irene Liñán. “Otra cosa no, pero supervisión médica las pacientes oncológicas tenemos muchas, pero relativas al deporte no. En ese sentido somos como cualquier otra persona. Hacemos deporte y también predomina el sentido común. Si nos acabamos de dar un ciclo de quicio y no nos encontramos bien, esperamos unos días. Igual que cuando una persona no oncológica tiene un resfriado y decide parar unos días para reponerse”.

En su programa deportivo, la “única pauta es no hacer esfuerzos físicos el día antes de una analítica de sangre (como cualquiera), y no fatigarse demasiado. No vas a hacer entrenamiento de calidad estando con tratamiento (series, cambios de ritmo), pero sí un trote cómodo que permita mantener una conversación. Aparte de adaptar el entrenamiento al nivel de cada una. Para ello contamos con un entrenador del Club de Atletismo Levante, que nos da nuestras pautas para entrenar acorde con nuestra forma física”, apostilla Irene, quien considera que el gen competitivo que conlleva la práctica de un deporte tiene bastante que ver en la actitud como pacientes, aunque en este asunto se muestra brutalmente sincera: “La mejor arma es el gen de la supervivencia, pero sí es verdad que en ocasiones se pueden hacer ”símiles“. El deporte te hace ver que eres capaz de conseguir cosas que antes no podías. Y el cáncer es una carrera de fondo”.

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