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La música cofrade toma el Gran Teatro

Concierto de Cuaresma de la Orquesta de Córdoba | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Trece son los días -catorce si se cuenta este lunes- que restan para el comienzo de la Semana Santa. El Domingo de Ramos está cada vez más cercano. De ahí que resulte creciente la intensidad de la espera en una Cuaresma de incesante actividad. En ese sentido, la música tiene relevante presencia desde el Miércoles de Ceniza. Mucho más el día en que las notas son el preludio primero de los días de Pasión. Porque de nuevo los sones aparecen como un anuncio que realmente llegará el próximo sábado con el Pregón, que en esta ocasión pronunciará Francisco Mellado Calderón. Una cita ésa que tendrá lugar en el Gran Teatro, que antes fue escenario de otra arraigada en la que violines, violonchelos u oboes, todos en armonía, tomaron el lugar de cornetas o tambores.

El principal espacio escénico de la ciudad acogió en la tarde del domingo el tradicional Concierto de Cuaresma organizado por la Agrupación de Cofradías. La Orquesta de Córdoba cobró protagonismo de esta forma con la colaboración de componentes de la Banda de Música María Santísima de la Esperanza. Bajo la dirección de Manuel Pérez Rodríguez, la formación completó un recital en el que predominaron las composiciones clásicas sin olvidar obras de más reciente creación. De esta forma, en la primera parte del repertorio sonaron las marchas Virgen de las Angustias, de Enrique Báez Centella; Lágrimas y Desamparo, de Francisco Melguizo; Corpus Christi, de Braulio Uralde; Santa Vera Cruz, de José Belizón Pérez; Estrella sublime, de Manuel López Farfán; y La Sangre y la Gloria, de Alfonso Lozano Ruiz.

Del mismo modo que en el primer tramo del concierto, el segundo reunió otra escogida selección de seis composiciones. La interpretación de la Orquesta de Córdoba arrancó en esta ocasión con Salve Regina Martyrum, de Pedro Gámez Laserna. Después de la marcha dedicada a Nuestra Señora Reina de los Mártires fue turno para Jesús de las Penas, de Antonio Pantión; El Alma de mi Alma, de Juan Gómez Navarro; La música del Silencio, de Francisco Melguizo; y Virgen del Valle, de Vicente Gómez-Zarzuela Pérez en la adaptación de Miguel Urbano Lasarte. El cierre del tradicional Concierto de Cuaresma llegó con la obra Saeta cordobesa, también de Pedro Gámez Laserna.

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