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Los nuevos ojos de las nuevas guerras llegan a Córdoba

Samuel Aranda, Manu Brabo, Pablo Juliá y Emilio Morenatti | ALEX GALLEGOS

Alfonso Alba

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Sus fotos ya no aparecen en periódicos arrugados o en revistas ilustradas. La mayoría son compartidas por miles de personas en Twitter o Facebook, casi siempre sin su firma. Algunos periódicos, agencias y revistas las publican en papel, con su firma. Muchos medios digitales, también. La vorágine de las redes sociales hace que sean fotos aparentemente sin autor, pero lo tienen, y son diferentes a todos los anteriores. Las nuevas guerras tienen nuevos ojos, y este sábado han pasado por la XV edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba.

Los fotógrafos Emilio Morenatti, Samuel Aranda y Manu Brabo han participado en la mesa redonda 'Fotógrafos en guerra: Fotoperiodismo contemporáneo en zonas de conflicto'. Manu Brabo es premio Pulitzer, Samuel Aranda ganó el World Press Photo y Morenatti tuvo una mención de honor. Los tres han participado en la sala de conferencias de Vimcorsa en una conferencia repleta de público, con la humildad con la que (pese a estar cargados de premios) llegan a las nuevas guerras en el mundo.

Manu Brabo fue detenido en Libia, Morenatti perdió un pie en Afganistán y Samuel Aranda ha pisado los países más peligrosos del mundo. Justo sobre sus cabezas, decenas de personas acudían a la exposición de la Maleta Mexicana, los negativos perdidos de tres de los mejores fotoperiodistas de guerra de la historia: el más famoso de todos Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour. Todo gracias a la programación de Óscar Fernández, como se encargó de recordar el también fotógrafo Pablo Juliá, que moderaba la mesa.

La conferencia fue más visual. Los fotógrafos hablan con sus cámaras, con lo que retratan y publican. Pero también incidieron en las condiciones del nuevo periodismo de guerra, un apellido que el jerezano Morenatti rechaza ya que “nosotros vamos a donde pasan cosas”. “El objetivo de la nueva fotografía es que no caiga en el olvido”, reflexionó Pablo Juliá.

Los tres fotógrafos mostraron su trabajo. Aunque traían un pen drive con formato Mac (no compatible con los PCs municipales) lo hicieron a través de internet. Todo su trabajo está ya ahí, en imágenes mil veces compartidas y comentadas. Muchas, con indignación detrás. Otras, desgraciadamente muy pronto olvidadas. Pero están ahí, en color, el mismo horror que muestra, unos metros más arriba, La Maleta Mexicana. Todas las guerras se parecen, y necesitan periodistas para contar sus horrores.

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