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Pobreza farmacéutica: cuando el dinero no llega ni para medicinas

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Carmen Reina

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La crisis de los últimos años ha dejado al descubierto una cara más de la pobreza que afecta directamente a la salud de las personas. Se denomina pobreza farmacéutica y afecta a quienes sus recursos no les permiten ni siquiera comprar los medicamentos ni otros productos necesarios para seguir un tratamiento médico.

El último informe publicado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDH) sobre derechos sociales ya ponía sobre la mesa datos generales de este tipo de pobreza que se viene asomando a la realidad de muchas familias desde hace varios años. Sus cálculos indicaban que el 20% de los hogares andaluces no compraron medicinas por cuestiones económicas ya en 2014.

Y esa realidad, año tras año, sigue existiendo sobre el terreno concreto de Córdoba. Solo Cruz Roja se hizo cargo el año pasado de la ayuda económica que 367 familias necesitaron para comprar medicamentos, pañales, gafas o acudir al dentista. En total, en 2016, la ONG aportó 18.340 euros a quienes no podían hacer frente con sus propios recursos a estos gastos básicos de salud.

“No existe un perfil único. Hay perfiles muy variados” de afectados por la pobreza farmacéutica, cuenta a este medio el responsable de estas ayudas en Cruz Roja, Ángel Córdoba. Son personas de todo tipo, nacionales o inmigrantes, de mediana edad o mayores, mujeres y hombres que acuden a Cruz Roja en busca de ayuda para poder obtener los medicamentos que necesitan. La ONG realiza una valoración de cada caso, con documentos que certifican la prescripción médica del tratamiento y, a partir de ahí, interviene para ofrecer la ayuda a cada una de estas personas.

Un convenio de Cruz Roja con varias farmacias de Córdoba permite que las personas necesitadas de este tipo de ayuda acudan al establecimiento con su tarjeta sanitaria o la prescripción médica y puedan retirar los productos necesarios sin tener que pagarlos. Luego, la ONG se hace cargo de ese gasto que, desde 2014, ha debido establecer en su presupuesto como una partida específica para la pobreza farmacéutica.

El año pasado, se hicieron cargo de 398 ayudas de farmacia a 134 familias; otras 375 para la compra de pañales; 26 prestaciones económicas para que 20 personas pudieran acudir a una óptica a comprar sus gafas; y 3 ayudas más para que otras tantas personas fueran atendidas por un odontólogo.

Desde Cruz Roja explican cómo los casos de pobreza farmacéutica abarcan también distintas situaciones: desde el caso puntual en el tiempo de un tratamiento para curar una enfermedad pasajera o poner una vacuna a un niño, hasta quienes padecen una patología crónica como puede ser la diabetes, que necesita de un tratamiento perenne al que hacer frente con ciertos recursos.

En el mismo sentido pero a una escala menor, otros colectivos que trabajan con personas que acusan la pobreza farmacéutica en nuestra ciudad llevan años ofreciendo ayuda para hacer frente a gastos de farmacia. Es el caso de la Fundación Prolibertas, que durante 2016 tuvo que prestar ayuda farmacéutica a 18 personas que acudieron el último año a su comedor social.

“Son personas que vienen al comedor, a las que el médico le pone un tratamiento y no tienen recursos para pagarlo”, explica a este medio el director del comedor, Eduardo García. Ellos, además de ofrecer un plato de comida diaria, han visto cómo en los últimos tiempos la necesidad también llegaba hasta los tratamientos médicos y la solidaridad se convertía en la única salida. “Si la persona prevé que va a tener ingresos más adelante, le hacemos un microcrédito y luego devuelven lo prestado. Si no es así, sencillamente se le ayuda a comprar los medicamentos”, cuenta sobre esta realidad que amenaza directamente a la salud de las personas afectadas.

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