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Juan Carlos Reche: el poeta del mundo, el poeta del barrio

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Marta Jiménez

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En este libro de poesía hace calor. Canícula de julio en una calle de Córdoba bajando por la sombra. Sus versos se pueden limpiar con la miga de una telera. Huelen a romero de las Jaras. Saben a medio de vino en una taberna oscura de La Axerquía. Sus localizaciones nos llevan de la Huerta de la Reina a la calle Pedro López; a un lugar entre La Laboral y Alcolea; a un patio de la calle Trueque o al barrio de la Letro, a través de un lenguaje presunta y esencialmente cordobés. En sus versos aparecen nikis y rebequitas para el fresco, los cines de verano, Flow, Fosforito, Manuel Gerena o El Limbo.

Los nuestros (Ed. Pre-Textos, Valencia, 2016) es el último poemario del cordobés, poeta, traductor y ciudadano del mundo Juan Carlos Reche. Aparecido el pasado septiembre, el autor tiene previsto presentarlo en Córdoba el próximo febrero. La periodista que lo telefonea a su casa de Madrid le dice que el poemario le ha parecido una película. “Las cuatro primeras partes -Nuevas poesías, Altura, Las razones de la charpa y Las casas- están organizadas de una forma narrativa, con distintas voces y distintos personajes, hombres y mujeres. En las cuatro primeras partes hay un yo que interactúa con otros personajes”, explica el poeta. “La quinta parte -Los nuestros- posee otro tono. Son poemas más morales o éticos, que conectan con el presente, excepto el último, que vuelve al personaje principal. Son las mismas tramas pero desde otro punto de vista. Es más yo”, puntualiza.

Reche, quien dirige la revista de poesía Años Diez,

llevaba diez años sin publicar un poemario porque, según reconoce, escribe “lento”. “Prefiero hacer entregas puntuales y más condensadas”. El origen de este libro está en un puñado de poemas de tono más andaluz o folclórico o popular o cordobés, eso dependerá de cada lector. Es curioso que Córdoba esté tan presente proviniendo de un poeta que lleva muchos años sin vivir en la ciudad y que ha residido en urbes como Montevideo, Lisboa y Roma. “Ha surgido de forma automática y natural. Es el estilo lingüístico que yo he encontrado en una búsqueda de la identidad, algo que ha sido difícil”.

El autor confiesa que a pesar de ello, los versos de Los nuestros también beben de algunas de las tendencias de la poesía actual española y de otros países, “con técnicas usadas en la narrativa, como la autoficción o la organización narrativa con personajes, pasados por la personalidad de la voz protagonista de este libro”. Una obra en la que se critica a los poetas monótonos, apostando por la variedad de registros y de expresión, “que es una riqueza”, valora Reche.

También Los nuestros trabaja sobre la poesía del nosotros. “No es una poesía ni para dar respuestas ni para hacer preguntas. Se reflexiona desde varios puntos de vista y varios espectros sociales sobre quienes somos nosotros, quienes son hoy día los nuestros, los de nuestro barrio o con los que nos relacionamos a través de las nuevas comunicaciones. Cuál es la parte de raíz que queda de uno mismo, cuánto de lo que tú eres te pertenece, cuánto has heredado y cuanto has elegido tú porque no te quedaba otra posibilidad de elección. En Los nuestros hay que decidir el sentido de la justicia, de la identidad y cómo se va evolucionando con el tiempo”, reflexiona su autor.

(...) Esto vendrá a sercomo lo que hacéis los poetas, ¿no? / que robáis los chascarrillos de la gente / y luego dicen que todo es del pueblo, / y mezcláis la verdad con la mentira / que ya nada es de nadie...

La voz protagonista de Los nuestros reflexiona en La placa de mármol, donde pertenecen estos versos, sobre el uso de lo popular en los poemas. “La poesía no necesita ser popular”, sentencia Reche. “Ahora hay dos géneros, la poesía de siempre, y otra por la que apuestan las colecciones creadas por las grandes editoriales normalmente firmadas por [los] cantautores o músicos, que para mí no son poesía”. Y prosigue, “en su visión está la de tener público y seguidores en las redes sociales. No se preocupan de refrescar la poesía porque se basan en tener público. La poesía se termina de completar cuando tiene un lector no cuando tiene público”.

Sobre si el lenguaje, las expresiones y la atmósfera de estos poemas serán comprendidas fuera de Andalucía, Reche reconoce que tenía sus dudas, “pero sí se entiende por dos razones: el escritor piensa a veces que el lector no sabe las cosas que realmente sí sabe, se minusvalora la capacidad del lector, y en segundo lugar, buena parte del léxico y las expresiones se entienden fuera, no son solo andaluzas”.

Ea, ahí vamos, ¿eh?

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